martes, 22 de abril de 2008

material auxiliar leccion 4- abril


Lección 4

26 de Abril de 2008

La sabiduría de sus enseñanzas

Versículo de memoria:Y se admiraban de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Marcos 1:22).

Jesús vino a mostrarnos el camino a la salvación. Mucha gente lo seguía por los milagros que él realizaba. Hoy sucede lo mismo, hay personas que se acercan a la iglesia interesadas solamente en algún beneficio material: ropa, comida, dinero. Y lamentablemente, algunas iglesias piensan que hacer evangelismo es solamente proveer ayuda material. Incluso alguien afirmó que es tarea de los cristianos alimentar a las personas. Citan fuera de contexto las palabras del Señor: “dadles vosotros de comer”, cuando en realidad lo que el Salvador quería es que los discípulos entendiesen que sus esfuerzos humanos no podían satisfacer las necesidades de los demás. Que la única forma de que esas necesidades fueran satisfechas era a través de él: “Traédmelos acá” (Mateo 14:16-18). ¿Quieres alimentar al mundo entero? Llévalo a Cristo.

Los milagros eran sólo una parte pequeña, quizá únicamente una aplicación, del mensaje central que Jesucristo vino a predicar: “Arrepentíos por que el Reino de los Cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). Algo especial había en las palabras del Maestro de Galilea. La Biblia nos dice que “las multitudes estaban maravilladas de su enseñanza; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mateo 7:28, 29). La autoridad del Señor emanaba de su Padre, no era una enseñanza impersonal. No era un pan seco en el desierto. Era Agua viva y el Pan vivo que descendió del Cielo para satisfacer hasta saciar el alma de todo hombre.

Acerca de ser discípulo (Mateo 5 - 7)

El Sermón del monte es un llamado a ser buenos discípulos de Cristo. Es el sermón que escucharon los doce inmediatamente después de haber sido elegidos para servir al Maestro. Dentro de este sermón, las Bienaventuranzas, o mejor las Felicidades, son la introducción. Ellas enumeran las características del cristiano. Ser cristiano es como caer enfermo. Te contagiaste de Cristo. Para que no te asustes, el Salvador describe en las Bienaventuranzas los síntomas, lo que le pasa a uno que empieza a amar al Señor. No debemos asustarnos. No son una señal de debilidad. Ellas son la mayor seguridad de que andamos en el camino correcto.

Acerca de Dios

Hasta que vino el Señor, no teníamos una idea completa acerca de él. Lo que refleja mejor el carácter del Padre en el Antiguo Testamento es su santa ley. Los santos mandamientos nos brindan una perspectiva única, maravillosamente concisa, del carácter de la Deidad. Pero la ley tiene sus limitaciones.

Por esto Jesús vino a mostrarnos, con sus actos y sus palabras, la mayor revelación del Padre. Él habló del camino de paz y la justicia. Sanó a los enfermos, cuidó a los niños y a los débiles. Demostró que él es el Buen Pastor, que ama, sostiene y salva a sus ovejas (Juan 10:27-30). Nos enseñó también que Dios es espíritu, y que debemos adorarlo en Espíritu y Verdad (Juan 4:22-24). En resumen, Jesús nos mostró al Padre como nadie más podía hacerlo porque “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo mismo al mundo” (2 Corintios 5:19).

Acerca del perdón y la humildad.

Jesús vino para asegurar la posibilidad de perdonar a los seres humanos, y para mostrarnos el camino para ser las personas más destacadas del mundo. Jesús es el perdón encarnado. En sus enseñanzas y parábolas, en sus actitudes, hasta en la misma cruz, no sólo mostró el perdón, sino que lo vivió. El perdón total, redentor, es una característica del Reino de la Gracia. Es algo sobrenatural que el hombre por sí solo no puede generar. Pero Dios nos lo puede dar si se lo pedimos con fe. El perdón, como todo lo sagrado, tiene sus límites. La capacidad de perdonar no implica que uno pueda tener autorización libre para ofender sin cesar a otro porque éste sea cristiano. Y también existe el pecado contra el Espíritu Santo.

Jesús también nos enseñó que la humildad es la verdadera grandeza. Los seres humanos pensamos que teniendo dominio y poder sobre los demás marcamos la diferencia entre aquel que es grande y aquel que no lo es. Incluso esta forma de pensar se da en la iglesia, cuando los miembros de ella se olvidan el ingrediente divino de ella. La iglesia no le pertenece ni a una persona, ni a una familia, ni a un grupo de personas. Pensar así ha hecho que la iglesia se vea como un club social y/o político, donde hay que ascender a través de esferas de poder. Esto en mayor o menor medida, origina una desnaturalizació n de lo que debería ser el cuerpo de Cristo. La iglesia le pertenece al Señor.

Una iglesia sana y equilibrada, es un milagro maravilloso del Espíritu Santo de Dios. Pero es un milagro delicado, vulnerable a las ambiciones humanas. Por esto, nuestro deber como miembros y dirigentes es poner constantemente a nuestra iglesia en las manos del Pastor de ella. Esto es, sirviéndola y pastoreándola ejercitando nuestra voluntad “según Dios,” es decir según su Palabra y su testimonio; y “siendo ejemplos de ella.” Una vez más, Dios no requiere en su obra hombres capaces, sino hombres buenos.

Acerca de la salvación por gracia, mediante la fe.

La mejor definición que he encontrado de lo que es la gracia fue en un testimonio que dice que la gracia de Dios es todo aquello que él hace por nosotros. La gracia de Dios se manifestó en Cristo, quien nos salvó del pecado y de la muerte, aunque nosotros no hemos merecido tal salvación.

La redención es libre hoy para todo hombre que quiera aceptar a Cristo Jesús crucificado como su Señor y Salvador. El nos redime por su obra perfecta consumada en el Calvario. Muchos cristianos nos quedamos allí, y predicamos sólo de esto, y hasta pensamos que hacemos bien bautizando personas que aceptan sólo esto.

Pero la gracia de Dios se hace efectiva en la persona solamente mediante la fe. La fe es lo más valioso que existe. No se desarrolla por que sí. No es pura emoción. Es un maravilloso don celestial, que viene a través del entendimiento de la Palabra de Dios. Esto toma tiempo. Algunos pensamos que tenemos que ser como Pedro, que en un solo sermón bautizó a tres mil. Pero olvidamos que Pedro cosechó tres años de trabajo del Redentor del mundo. Y esos miles de bautismos se tradujeron en una iglesia fuerte, que podía sostenerse a sí misma, porque la cosecha había llegado cuando los granos estaban maduros. Y lo mismo se da en todo ejemplo bíblico que se te pueda ocurrir. La fe, una vez manifiesta en nuestro ser, nos conduce a buenas obras. Y estas buenas obras, fruto del Espíritu en nuestras vidas, son las que dan gloria al Padre en nosotros.

Por esto, recibe la gracia, busca la fe, y vive para dar gloria.

Lección 1

12 de Abril de 2008

El misterio de su divinidad

Versículo de memoria: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1: 1-3).

Hoy hablaremos de la divinidad de Cristo. Este es uno de los temas más profundos de las Escrituras, pues podríamos hablar un trimestre y todavía habría preguntas. Dios no ha querido revelarnos mucho acerca de la naturaleza divina del Señor, sólo lo suficiente para maravillarnos de su grandeza y gracia. No tenemos la capacidad de comprender completamente tal misterio. Incluso lo revelado es a veces mal interpretado. Aunque hay pasajes bíblicos muy claros, muchos cristianos han tomado posiciones encontradas a lo largo de la historia. Tal vez la regla fundamental para entender lo que es posible entender de este misterio es: Cíñete al testimonio exacto de la Palabra de Dios. No abordes el tema con ningún prejuicio, no lo mezcles con pensamientos o filosofías humanas.

La Pre-existencia (Hebreos 1:1-4; Colosenses 1:15-20; Juan 8:23, 58, 59; 17:8, 24)

En el Antiguo Testamento, Miqueas ya afirmaba que el Mesías venidero sería Dios mismo, activo desde la eternidad (5:2). En el Nuevo, Pablo enfatiza la condición divina siempre existente de Cristo. El es Dios en la exacta imagen del Padre, Creador y Sustentador de todo lo que existe. El no es un ángel exaltado (que en el Antiguo testamento son llamados dioses, en ocasiones), sino el mismo Dios, el Señor. Pablo habla a los nuevos creyentes y a los que ya tienen tiempo en la iglesia. A los primeros, que vienen de un mundo pagano con dioses y semidioses de tendencias humanas degradantes, el apóstol les habla de la Santísima Divinidad de Jesús, que dejó el Cielo para mezclarse con nosotros y rescatarnos para sí, por el derramamiento de su sangre en la cruz. Y a los antiguos, Pablo les advierte que no se desvíen de la fe, como algunos ya lo hacían, al no reconocer que quien estuvo con nosotros, estuvo también al principio con el Padre, Dios eterno ante quien debemos doblar nuestras rodillas (Filipenses 2).

Juan confirma la divinidad pre-existente de Cristo Jesús. De hecho su evangelio, al que podría calificársele como complementario, relata episodios de la vida del Señor que subrayan explícitamente su condición divina, desde que hubo un principio. Tal vez la declaración más categórica del Mesías fue afirmar “antes que Abraham fuese, yo soy”. Aquí, el Salvador declara su condición preexistente y aplica a sí mismo el nombre sagrado de Dios, “Yo soy” (Éxodo 3:14), el mismo nombre con que se reveló a Moisés. La respuesta de los dirigentes judíos no fue menos clara. Ellos entendieron perfectamente de qué hablaba Jesús. Finalmente, llevaron a la muerte a Jesús por afirmar ser plenamente Dios (Juan 10:33).

La mensajera del Señor refiere que “al hablar de su preexistencia, Cristo lleva la mente hacia atrás, hacia edades sin fecha. Él nos asegura que nunca hubo un tiempo cuando él no hubiera estado en íntimo compañerismo con el Dios eterno. Él, cuya voz estaban oyendo los judíos, había estado con Dios como uno que surgió con él”.

Hijo Unigénito (Juan 1:14, 18; 3:16, 18; 1 Juan 4:9)

Cuando los profetas trataron de poner en lenguaje humano la revelación divina, hicieron lo mejor que pudieron. Todo lenguaje tiene sus limitaciones. ¿Cómo definir con palabras humanas la relación entre Jesús y Dios el Padre? El apóstol Juan lo hace diciendo que Jesús es UNIGENITO, el único que vino del Padre para salvarnos, el que está más unido al Padre porque es uno con Él. En todos los pasajes donde Juan se refiere a Jesús como unigénito, él enfatiza el tema de la relación y la condición única del Mesías.

Lamentablemente, ha habido quienes han considerado a Jesús como un ser inferior, generado o creado por el Padre. Tú podrías llegar a esta conclusión si sólo te quedas con la frase ‘Jesús unigénito del Padre’, rechazas el testimonio de la Escritura, y te pones a filosofar sobre ella. Pero si entiendes esta frase en el contexto de todo lo que Juan dice tan claramente en su evangelio acerca de Jesús, no hay posibilidad de confundirte. Esta frase afirma la pre-existencia absoluta, la divinidad plena y la gracia inconmensurable de Dios, que obró de forma tan maravillosa para salvarnos del pecado y la maldad. Esta frase en realidad es un atisbo a un tema que comprenderemos más sólo en la eternidad.

Jesús es el Señor (Mateo 3:3; Juan 1:1; 20:28; 1 Corintios 1:3; Filipenses 2:11)

El Nuevo Testamento es categórico al afirmar la divinidad de Jesucristo. Las repetidas declaraciones del Salvador durante su ministerio terrenal (Juan 10:30), los numerosos testimonios de aquellos que vieron con sus propios ojos y palparon con sus propias manos lo tocante al Verbo de Vida, la obra subsecuente del Espíritu en las vidas de todos los seres humanos llamando al arrepentimiento, a la búsqueda de justificación, y a una vida nueva en Cristo; todo esto declara, como dirá el apóstol Pablo, que “Jesucristo es el Señor”, para gloria del Padre. Los testimonios no dejan otra opción.

Se llama a Jesús con el nombre privativo de Dios en el Antiguo Testamento. El Espíritu declaró por medio de los apóstoles que Jesús fue el Creador y Sustentador de todo lo que existe. Grande es el misterio de la Deidad, y grande es el misterio de la salvación por gracia, cómo Jesús siendo plenamente Dios, dejó su trono en el cielo para despojarse a sí mismo, asumir toda nuestra humanidad sólo sin pecado y dejarse matar en la cruz del Calvario para que nosotros podamos tener vida en abundancia aquí y vida eterna cuando el venga a buscarnos.

Ya todo está hecho para que podamos entrar en el Reino de la gracia. Hoy el Espíritu dice Ven, la Esposa dice Ven. Sólo falta nuestra respuesta, que de todo corazón espero que sea un SÍ.

Amén.

Pr. Walther Ruiz

Loma Linda

No hay comentarios: