domingo, 13 de abril de 2008

Historia de EL PACTO ETERNO (E.J. Waggoner)



Historia de ‘El Pacto Eterno’ (E.J. Waggoner)Ron Duffield
Durante varios años he tratado de recomponer la historia relativa a la publicación de ‘El Pacto Eterno’, de E.J. Waggoner. Tras múltiples visitas a diversas bibliotecas de seminarios adventistas, me pareció disponer por fin de suficiente evidencia documental como para comprender hasta cierto punto la historia que hay detrás de ese libro. Lo que sigue es una breve sinopsis de la misma.
Durante el otoño de 1882, a los 27 años de edad, E.J. Waggoner tuvo una experiencia que más tarde describiría como "el punto crucial" en su vida. Estando sentado en una carpa, en una reunión campestre sostenida en una tarde lluviosa en Healdsburg, California, mientras oía a E. White predicar el evangelio, se vio súbitamente rodeado por una luz indescriptible que iluminaba la carpa como si el propio sol estuviese brillando en su esplendor allí dentro. Tuvo una clara "revelación de Cristo crucificado" por él. Escribió posteriormente que por primera vez en su vida le fue revelado que Cristo le amaba, que se había dado por él personalmente, que todo fue por él. La luz que en aquel día brilló sobre él, procedente de la cruz de Cristo, se convirtió en la guía de todo su estudio de la Biblia. Resolvió dedicar el resto de su vida a descubrir el mensaje del amor de Dios hacia los pecadores individuales, tal como se lo encuentra en las páginas de la Escritura, y a aclararlo a otros (Carta de Waggoner a E. White, 22 octubre 1900).
En la primavera de 1883 Waggoner recibió el llamado a asistir a su padre en la edición de Signs of the Times, y pronto comenzó a dar clases en el seminario de Healdsburg, así como a ejercer de pastor en la iglesia de Oakland. Fue allí, en 1884, donde se encontró con A.T. Jones, quien también vino a ser editor asistente de Signs of the Times, dio también clases en el seminario y fue pastor de la iglesia de San Francisco. En septiembre de 1884, Waggoner había abordado el tema de Gálatas en una serie de artículos en Signs of the Times. No sólo expuso el tema de la ley en Gálatas, sino que escribió referente a los dos pactos, temas ambos que eran parte central en su comprensión de la justicia por la fe. Mientras que Waggoner continuaba compartiendo esas verdades en sus clases, sermones y artículos en Signs of the Times, se suscitó una fuerte oposición. En 1886, G.I. Butler, presidente de la Asociación General, y Uriah Smith, editor de Review and Herald, orquestaron hasta donde les fue posible, una protesta unida contra las enseñanzas de Waggoner. Butler procuró incluso el respaldo de E. White a fin de poner fin a lo que él consideraba como grave herejía.
Para cuando tuvo lugar la asamblea de la Asociación General en Minneapolis, en 1888, esa oposición se había extendido a la práctica totalidad de la dirección de la Iglesia. No es de extrañar que, cuando E. White respaldó las presentaciones de Waggoner sobre la justicia por la fe en la asamblea, incluyendo tanto la ley en Gálatas como los pactos, muchos comenzaron a cuestionar el don profético de E. White. Años más tarde, ella declaró enfáticamente que fue "el Señor [quien] envió un preciosísimo mensaje a su pueblo por medio de los pastores Waggoner y Jones", "en su gran misericordia". Añadió que "este es el mensaje que Dios ordenó que fuera dado al mundo. Es el mensaje del tercer ángel, que ha de ser proclamado en alta voz y acompañado por el abundante derramamiento de su Espíritu" (Testimonios para los ministros, p. 91 y 92).
De alguna forma, por providencia divina, en medio de aquella atmósfera controversial, Waggoner pudo publicar sus puntos de vista sobre los pactos en la edición de 1889 de Bible Readings for the Home (precursor de Las hermosas enseñanzas de la Biblia), y en tres trimestres del folleto de Escuela Sabática para adultos, 1889-1890. No obstante, apenas comenzó el nuevo año, U. Smith escribió una réplica a las lecciones de Escuela Sabática y la publicó en la Review (28 enero 1890). Dan Jones, secretario de la Asociación General, estaba tan contrariado por las lecciones de Waggoner, que presentó su dimisión como maestro de una de las clases de Escuela Sabática en la iglesia de Battle Creek. El punto principal en disputa era la enseñanza de Waggoner sobre los pactos, que a decir de Dan Jones era "similar a la presentada en Minneapolis" (Carta de Dan Jones a S.N. Haskell, marzo 1890).
En el invierno de 1889-1890, Waggoner participó en el primer Instituto ministerial en Battle Creek. Después de disertar sobre el libro de Isaías y sobre la naturaleza de Cristo, Waggoner comenzó a presentar el tema de los pactos. Eso suscitó una oposición de tal magnitud, que Waggoner fue temporalmente destituido de su asignación. E. White, que estaba presente, urgió a que se permitiera a Waggoner exponer su posición. Finalmente hubo diez encuentros dedicados a tratar los pactos: Seis le fueron asignados a Waggoner, y cuatro a U. Smith y otros que sostenían la posición opuesta. Una semana después que hubieran terminado aquellas reuniones, el Cielo urgió a E. White, no sólo a tomar posición, sino a que manifestara cómo veía el Cielo la posición enseñada por Waggoner. Tanto en una carta personal a U. Smith, como en una reunión de sábado de tarde, E. White aclaró quién tenía la verdad sobre los pactos:
"Anteanoche se me mostró que las evidencias en relación con los pactos eran claras y convincentes. Usted mismo [U. Smith], el hermano Dan Jones, el hermano Porter y otros están malgastando en vano sus poderes de investigación, para sostener una posición sobre los pactos discordante de la posición que el hermano Waggoner ha presentado. Si hubiera recibido la luz que brilló, no habría imitado ni caminado en la misma forma de interpretar y desvirtuar las Escrituras como hicieron los Judíos... Engañaron al pueblo. Hicieron falsedades...
La cuestión del pacto es una cuestión clara y será recibida por toda mente sincera y sin prejuicios, pero fui llevada allí donde el Señor me dio una vislumbre del tema. Usted ha dado la espalda a la plena luz, debido a su temor de tener que aceptar el asunto de la ley en Gálatas" (Carta 59 a U. Smith, 8 marzo 1890; The Ellen G. White 1888 Materials, p. 599-605).
Desgraciadamente, eso no puso fin a la oposición contra la postura de Waggoner sobre los pactos. Si es que logró algo, fue hacerla más acerba: Antes de dos años, E. White había sido "exilada" a Australia y Waggoner enviado a Inglaterra. Hubo un aspecto positivo derivado de la experiencia en el Instituto ministerial: Waggoner se sintió impelido a escribir sobre los pactos, y a editar un libro abarcante sobre el tema. Probablemente durante el invierno de 1890 (quizá 1892) Waggoner escribió cuarenta páginas de lo que sería el manuscrito precursor de ‘El Pacto Eterno’. Poco tiempo después de llegar a Inglaterra en la primavera de 1892, comenzó a trabajar en él más a fondo, a medida que iba viendo más claramente las trascendentes verdades del tema del pacto.

¿Bendición, o maldición?
En algún momento Waggoner entregó a la Comisión Publicadora de la Asociación General la parte terminada de su manuscrito. Esa comisión se había constituido en 1887 con el propósito de fomentar la calidad de la literatura adventista publicada, unificando todas las casas publicadoras en América del Norte. Lamentablemente, esa comisión no fue una bendición, sino más bien todo lo contrario. En 1895, tras haber retenido por un tiempo el manuscrito de Waggoner, uno de los miembros de la Comisión Publicadora dio su negativa a la impresión del libro:
"Lamento haber retenido por tanto tiempo el manuscrito del pastor Waggoner sobre el Pacto Eterno. Tengo ciertas críticas que hacerle... no puedo referirlas en detalle debido a que lo que tengo que criticar [sic] impregna la totalidad de los artículos. [siguen a continuación cinco páginas en las que expone sus reparos]... hay muchas pequeñas críticas a hacer, pero son de carácter menor, en comparación con la crítica principal que acabo de presentar, ...estoy persuadido de que hay serias objeciones a la publicación de ese manuscrito en su estado actual. Es verdad, preciosa verdad. Hay muchas cosas excelentes que no se han escrito nunca antes sobre el tema; pero a mi parecer contiene también lo que es erróneo" (Carta de W.C. Wilcox, editor asistente de Signs y miembro de la Comisión Publicadora, a F.D. Starr, que también era miembro de la Comisión, 22 agosto 1895).
Es evidente que la Comisión Publicadora rechazó el manuscrito de Waggoner. Sólo unas semanas después que se escribiera la carta precedente, A.O. Tait, quien vivía en Battle Creek, respondió a una carta de W.C. White (hijo de Ellen). Al igual que éste, Tait era partidario de que Jones, Waggoner y Prescott publicaran más literatura para la iglesia. Sin embargo, Tait fue muy franco en reconocer que la mayoría de la Comisión Publicadora estaba en total oposición a los tres autores mencionados, y votaban en contra del material que presentaban, incluso sin haberlo examinado:
"Sugiere que debiera animarse a los pastores Jones, Prescott y Waggoner a que aparten tres o cuatro meses por año para escribir esos folletos, artículos y libros. Yo también he pensado en lo mismo, y lo he propuesto en diversas ocasiones, pero usted sabe, hermano White, que hay un fuerte sentimiento en la Comisión Publicadora, de forma que tan pronto como se le presenta un manuscrito de una de esas personas mencionadas, se disponen a votar en su contra sin examinarlo...
Le diré con franqueza, hermano White, que hay una buena cantidad de hombres aún en Battle Creek, que no ven luz en esa bendita verdad referente a la justicia de Cristo que nos ha estado viniendo como un diluvio de bendición desde la asamblea de la Asociación General en Minneapolis... La experiencia de esa verdad es lo que a tantos les está faltando, y no tratan a los demás como hermanos, ni como a la compra de la sangre de Cristo. Así pues, me parece que hay una barrera en nuestra Comisión Publicadora que impide cualquier progreso en la línea de conseguir que se publiquen los folletos y artículos de esos hermanos a los que se refiere. Anteayer, sin ir más lejos, el presidente de la Comisión Publicadora, disculpándose por el rechazo a un manuscrito del hermano [A.T.] Jones, me dijo de la forma más explícita que era tal el prejuicio contra él por parte de los miembros de la Comisión Publicadora que actuaban aquí en Battle Creek, que era prácticamente imposible que fuera aprobado cualquiera de sus manuscritos. Como sabe bien, la Comisión Publicadora es una criatura de la Asociación General... Le digo, hermano White, que estoy harto de que haya personas reteniendo las publicaciones, y retardando el progreso de este mensaje, y mi voz se levantará siempre en protesta...
Incumbe a nuestras casas publicadoras ir en búsqueda de autores y obtener de ellos manuscritos que pensamos que debieran ser publicados, pero una vez que hemos obtenido esos manuscritos, los ponemos en las manos de la Comisión Publicadora y allí quedan estancados por meses, para recibir por fin una decisión contraria debido a ciertos puntos técnicos referentes a la justificación por la fe, o alguna cosa similar..." (Carta de A.O. Tait a W.C. White, 7 octubre 1895).

"Siguiendo las huellas de Roma"
Hay mucha más documentación disponible referente a esa Comisión, pero lo anterior probablemente baste para hacerse una idea de la corrupción existente en el corazón de la obra. E. White, que estaba en Australia, estaba bien al corriente de lo que estaba sucediendo en Battle Creek, incluso antes de que llegara la carta de Tait a su hijo W.C. White. Ya había advertido con anterioridad a C.H. Jones, [gerente] de Pacific Press, a no someterse al control de Battle Creek. E. White ni siquiera confiaría su propia obra a la Comisión Publicadora y a la casa publicadora en Battle Creek. En los meses que siguieron escribió incisivamente en referencia a la Comisión Publicadora, como estando en necesidad del poder convertidor de Dios (es interesante observar que la Comisión se disolvió en 1897):
"Querido hermano Jones [se trata de C.H. Jones, gerente de Pacific Press], es necesario que Pacific Press se tenga por Dios, que en su acción no esté sujeta a ningún poder o control humano. No debe someterse a pedir permiso a las autoridades de Battle Creek acerca de si debe o no seguir una línea de trabajo que sienta que debe emprender. Es al Señor a quien tiene que rendir cuentas. Toda la luz que hasta aquí me ha sido dada por Dios es que estas instituciones fuera de Battle Creek no deben ser absorbidas por ella. Significaría un daño para ambas partes" (Carta 35, de E. White a C.H. Jones, 8 julio 1895).
"No puedo confiar la luz que Dios me ha dado a la casa publicadora en Battle Creek. No me atreveré a hacer así. En cuanto a su comisión publicadora, bajo la actual administración, con los hombres que ahora la presiden, jamás les confiaría la publicación en un libro de la luz que Dios me ha dado, hasta que esa casa publicadora tenga hombres de habilidad y sabiduría consagradas. En cuanto a la voz de la Asociación General, no hay voz de parte de Dios a través de ese cuerpo que sea digna de confianza" (MS 57, 12 octubre 1895).
"Hermano Olsen [entonces presidente de la Asociación General], tengo los más tiernos sentimientos hacia usted: pero he de exponerle claramente el peligro de que pierda su discernimiento espiritual. Hablo decididamente, puesto que debo decirle la verdad. No seré contemporizadora, pues no hay más seguridad en la demora. No tengo confianza en su comisión publicadora. Ya le he escrito con anterioridad en referencia a cómo trata a los autores de libros. Debieran tratarlos imparcialmente, cándidamente, como un hermano ha de tratar a otro; pero no han procedido así. Los principios y motivos de los tratos comerciales en ese departamento no son del tipo que Dios pueda aprobar. No están en armonía con la estricta integridad" (Carta 83, de E. White a O.A. Olsen, 22 mayo 1896).
"El comité publicador ha estado siguiendo las huellas de Roma. Cuando se recopiló el material del profesor Prescott, y fue rehusada su publicación, me dije: esta comisión necesita el poder convertidor de Dios en sus propios corazones, a fin de que puedan comprender su deber. No se conocen a sí mismos. Sus ideas no debieran controlar las de otros. Por la luz que el Señor me ha dado referente a los componentes de la comisión publicadora, no saben lo que debieran condenar o aprobar. No conocen la obra de Dios. No son hombres como esos los que debieran influir en las mentes de la heredad de Dios. El Espíritu Santo ha de hacer su obra. Es debido a su separación de Dios que los hombres han comprendido equivocadamente, y han dejado de comprender el hecho de que no debieran regir a sus semejantes. No les toca a ellos condenar o controlar las producciones de aquellos a quienes Dios está empleando como portadores de luz al mundo. Por su curso de acción han estrechado de tal forma su campo de mira, que están lejos de poder ser jueces adecuados. Deben caer sobre la Roca, Jesucristo, y ser quebrantados" (MS 148, 26 octubre 1896).

"El Señor desea que lo termine"
A la luz de la situación expuesta, no es difícil comprender que el manuscrito de Waggoner resultara rechazado por la Comisión Publicadora en Battle Creek. Lejos de desanimarse a pesar de todo, Waggoner escribió a E. White en diciembre de 1895, compartiendo con ella su interés por terminar la elaboración del manuscrito sobre ‘El Pacto Eterno’. Él sentía que era la voluntad del Señor que "lo terminara de una vez":
"Hay un libro que ha venido ocupando especialmente mi mente desde el primer invierno en que comencé a enseñar en Battle Creek [1889-1890], y comencé hace tres años a escribir el manuscrito [1892]. He re-escrito todo lo que redacté con anterioridad, y le he añadido de vez en cuando, pero he sido grandemente impedido. No lo lamento, puesto que la demora ha permitido que el tema resulte más claro para mi propia mente. Debiera decir que escribí cuarenta páginas del manuscrito este invierno, pero las he desechado una tras otra a medida que el tema se iba abriendo ante mí en mayor claridad. Trata sobre el Pacto Eterno, o Promesas de Dios a Israel. Últimamente he podido escribir más sobre él, y la luz brilla ahora tan claramente, que siento que el Señor desea que lo termine de una vez. Espero ser pronto liberado del trabajo rutinario, en la medida necesaria para poder acabarlo. Cuando haya terminado le enviaré una copia a Australia, a fin de que lo examine" (31 diciembre 1895).
Parece que fiel a su propósito, Waggoner acabó su manuscrito hacia mayo de 1896. En lugar de enviar el libro para que fuera publicado en América, editó los manuscritos como artículos semanales en The Present Truth, revista de la que en ese momento era el único editor. Es posible que la publicación de un libro de esa envergadura fuese difícil en Inglaterra, en las condiciones de penuria económica en las que operaba Waggoner. Los artículos aparecieron durante un año, hasta mayo de 1897, y son casi idénticos a la versión de ‘El Pacto Eterno’ que finalmente se publicó en 1900. En 1898 E. White escribió a Waggoner expresándole sus sentimientos relativos a él mismo y su obra. No hay duda de que continuaba viéndolo como al portador del "preciosísimo mensaje" de parte del Señor:
"Querido hermano y hermana Waggoner. Cuán feliz me sentiría de poder verles y visitarles. He deseado tanto que nos visitaran en Australia; pero han pasado ya algunos años desde que consideré a la Asociación General como la voz de Dios, y por lo tanto, no siento ningún deseo de escribir, aunque vez tras vez he estado a punto de pedir que haga una visita a Australia. ¿Podría hacerla? Por favor, escríbanos si puede...
Le escribo ahora porque quiero (y W.C. White piensa de igual forma) que nos visite en Australia. Creemos que Present Truth es la mejor revista publicada por nuestro pueblo...
Estaría tan complacida si pudiera venir a Australia" (Carta 77, 26 agosto 1898).
"Querido hermano Waggoner: W.C. White, el hermano Daniells y yo misma hemos hablado respecto a que usted y su familia vengan a este país. Todos estuvimos de acuerdo en que le necesitamos aquí para enseñar Biblia en nuestro seminario...
Le pido que venga a este país tan pronto como sienta que es el momento oportuno para hacerlo" (Carta 29, 12 febrero 1899, no publicada).

"La mejor revista en todo el mundo"
La historia de cómo Waggoner estuvo a punto de ir a Australia es otro capítulo, pero lo cierto es que hizo planes para ir, y J.S. Washburn [amigo personal de E. White, y delegado por Iowa en Minneapolis] daba por seguro ese viaje. Desgraciadamente lo impidió el mismo tipo de corrupción en Battle Creek que había bloqueado la publicación de su manuscrito algunos años antes, una de las razones por las que E. White ya no consideraba a la Asociación General como "la voz de Dios". No obstante, es interesante conocer lo que pensaba Washburn de Waggoner y Present Truth en aquel tiempo:
"Me alegra que pueda contar con el hermano Waggoner en Australia por un tiempo. Estoy seguro de que hará mucho bien. Pienso que ha sido, y sigue siendo empleado por el Señor más que ningún otro entre nosotros para descubrir verdades de importancia vital para nuestro pueblo en este tiempo. Mi opinión sobre el hermano Waggoner y su obra ha cambiado grandemente desde Minneapolis [inicialmente no lo había aceptado]. ...Estoy seguro de que será una gran bendición para la obra en Australia mientras esté allí. Trabaja arduamente, realizando una buena parte del tiempo una doble tarea: predicando tanto o más que cualquier otro pastor, y editando Present Truth. Pienso que Present Truth es realmente la mejor revista en todo el mundo, y lo pienso desde hace ya tiempo" (Carta a E. White, 29 mayo 1899).

La versión de 1900: ¡una diferencia clave!
Waggoner publicó por fin su manuscrito en 1900, en forma de libro (International Tract Society, Inglaterra). Era casi idéntico a sus artículos publicados semanalmente en Present Truth, pero había una diferencia clave: Si bien no existe ni una sola traza de panteísmo en los artículos de Present Truth, incluyó algunas afirmaciones de tendencia panteísta en el libro. Se las encuentra principalmente en los dos nuevos capítulos añadidos en la publicación de 1900, inexistentes en la serie de Present Truth. Parece claro que Waggoner introdujo esos conceptos panteístas influenciado por J.H. Kellogg, quien por entonces estaba enseñando abiertamente el panteísmo. Incluso con esos añadidos, algunos consideraron el libro como un recurso valioso. A.G. Daniells, presidente de la Asociación General, no sólo recomendó enfáticamente el libro por su enseñanza sobre los pactos, sino que abrigó la esperanza de que disipara las tinieblas causadas por aquellos que seguían oponiéndose a la luz que vino en Minneapolis, en 1888:
"Nuestro pueblo recibiría una gran bendición al leer ese libro. Ignoro si lo ha examinado detenidamente o no. Su título, ‘El Pacto Eterno’, da una idea de lo abarcante de su contenido. Nos traslada al corazón mismo del gran evangelio de Cristo. Expone el plan de Dios de salvar al mundo por la gracia, mediante la fe en Cristo. Hace sonar esa gran nota de la Reforma, llamada justificación por la fe. Expone la debilidad y locura del pacto de las obras. El libro trata realmente de la gran cuestión que tanto agitó a nuestro pueblo en Minneapolis, y hasta donde yo sepa, es la única obra maestra que se haya escrito sobre el tema desde el encuentro en Minneapolis. Mucho han escrito para nuestras publicaciones la hermana White, los hermanos Waggoner, Jones y Wilcox, pero ‘El Pacto Eterno’ es la única obra mayor dedicada a ese gran tema que se haya escrito hasta hoy. Hace unos dos años que se imprimió el libro, pero nunca se lo ha difundido entre nuestro pueblo fuera de Inglaterra. Se enviaron algunas copias a Estados Unidos, pero en escasa cantidad. Los que han leído el libro están de acuerdo en calificarlo como una excelente producción. Esta mañana el hermano Olsen me dijo que después de la Biblia y de los escritos de su madre, ese libro le había hecho mayor bien que ningún otro de los que hubiera leído. ...Hablé con el hermano Prescott sobre esto antes de partir, y le agradó mi sugerencia. Siento verdadera ansia al respecto y le pido con fervor que le preste seria consideración. Por favor, háblelo con su madre [E. White] y también con el hermano A.T. Jones y W.T. Knox. Creo que el hermano Jones ha leído el libro... Anoche hablé sobre el tema con el hermano Waggoner, quien, por supuesto, estaría encantado de que ese plan pudiera prosperar. Él siente un gran deseo de que esta luz pueda llegar al mundo...
[P.S.] He olvidado mencionar el hecho de que se está ejerciendo una influencia mayor o menor en los estados del centro y oeste contra la luz que nos vino en Minneapolis. Creo que estamos ocasionando un serio daño a nuestro pueblo al mantener la luz alejada de ellos. No están leyendo sobre el tema, y pastores en quienes suponen que deberían confiar, les están proporcionando error y tinieblas en lugar de luz y verdad. No hay duda al respecto. Algunos de ellos están fuertemente alistados del lado de aquellos que se opusieron a la luz en Minneapolis. Es un hecho que algunos de nuestros pastores jóvenes carecen de la libertad para predicar la justicia por la fe en la plenitud que desearían. Así me lo han manifestado. Estoy profundamente convencido de que debiera hacerse algo a fin de que llegue un diluvio de luz a los hogares de nuestro pueblo. No conozco de un mejor libro para conseguirlo, dejando aparte la Biblia, que el libro de Waggoner" (Carta a W.C. White, 12 mayo 1902).
El libro de Waggoner nunca se llegó a imprimir en Estados Unidos, por lo tanto, nunca fue ampliamente difundido. Tampoco se reimprimieron sus artículos en Present Truth. Por el contrario, en 1907 la Iglesia imprimió las lecciones de Escuela Sabática, presentando en ellas la posición que habían sostenido Smith y Butler sobre los pactos, opuesta a la visión que tuvo E. White, en apoyo de la posición de Waggoner. En 1908, R.A. Underwood (quien se había opuesto a Jones y Waggoner en Minneapolis, en 1888), presentó la postura popular de Smith y Butler en su libro de 72 páginas, ‘The Law and the Covenants: An Exposition’ (Una exposición de la Ley y los Pactos). Consistió una vez más en la exposición de la postura abiertamente opuesta a la de Jones y Waggoner. Escribió, por ejemplo: "Ha existido considerable confusión sobre las promesas del viejo y nuevo pactos. Algunos han sostenido que el viejo pacto consistía principalmente en las promesas del pueblo. Eso está lejos de la verdad" (p. 35).
Hacia principios de 1910, Butler no tenía problema en hacer saber a A.G. Daniells "cómo sentía respecto al mensaje que Jones y Waggoner trajeron a esta denominación en 1888. Se refirió especialmente a la posición de estos sobre las leyes y los pactos... y me dijo con considerable énfasis que él nunca había podido ver luz en sus mensajes especiales, y que nunca había adoptado la posición de ellos" (Carta de A.G. Daniels a W.C. White, 21 enero 1910). Desgraciadamente, esa actitud de oposición a la enseñanza de los pactos, tal como la presentaron Jones y Waggoner, ha impregnado todas las publicaciones de la iglesia. Desde entonces, la iglesia no ha publicado nunca un libro reflejando claramente la enseñanza de los pactos, tal como Jones y especialmente Waggoner la presentaron.
Por primera vez en un siglo, tienes el privilegio de disponer de los artículos de Waggoner en su versión original, tal como aparecieron en forma de artículos semanales en Present Truth -sin ninguna adición posterior de tinte panteísta-, pero ahora en forma de libro. Personalmente recomiendo este libro a todo adventista, no sólo para la lectura personal, sino para compartir con vecinos y amigos no adventistas.

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