martes, 6 de mayo de 2008

VEAMOS

Por qué la iglesia adventista expresa sus reparos acerca del uso de ciertos alimentos, cuando en 1 Timoteo 4: 4 dice que "todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse"?

Comencemos con el análisis desde el versículo 3. "Mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó". El alimento que Dios creó para el hombre está indicado en Génesis 1: 29: "toda planta que da semillas" y "todo árbol en que hay fruto que da semilla". Cuando la tierra quedó destruida por el diluvio. Dios admitió el uso de la carne (Gen. 9: 3, 4). Aunque allí no se dan detalles, sabemos que Noé conocía la existencia de animales limpios e inmundos (Gen. 7: 2). Moisés dejó una lista detallada de los animales en Levítico 11 y Deuteronomio 14.

¡Dios sabe de cuántos males nos libramos cuando no consumimos los animales que él señaló como inmundos! Por ejemplo, el cerdo es transmisor de la triquina (gusano larvario que produce la triquinosis en el hombre) y el cisticerco (forma quística o larvaria de la tenia). Ciertamente, nos costaría mucho admitir que Dios se propuso con esa enseñanza sacar de la mesa de sus hijos platos nutritivos y deleitosos. En cambio, es fácil admitir que la obediencia a esas enseñanzas promovería la salud del pueblo, promesa condicional que está en Éxodo 15: 26.

Esos alimentos debían tomarse con "acción de gracias"; dos veces se lo señala (vers. 3 y 4). ¿Qué quiere decir acción de gracias? Es lo que decimos cuando recibimos algo. ¿Podríamos darle gracias a Dios por algo que no nos dio como alimento. Si entráramos en la casa de un amigo y nos pusiéramos en el bolsillo un florero que nos gustó mucho, y le decimos: "Amigo, muchas gracias por el florero", ¿estaríamos procediendo correctamente? La acción de gracias corresponde cuando recibimos algo y no cuando lo tomamos sin que nos fuera dado. Lo mismo con los alimentos. Tomar los que Dios no nos dio y darle gracias, sería como burlarnos de El.

En el versículo 3 también se explica que de esos alimentos participan "los creyentes y los que han conocido la verdad". ¿Qué es la verdad? Jesús dijo que la Palabra de Dios es la verdad (Juan 17: 17). Timoteo y todos los creyentes tenían a su alcance como Palabra de Dios solamente el Antiguo Testamento. El apóstol Pablo dijo que esa "Escritura" inspirada era útil para "enseñar" y "corregir" (2 Tim. 3: 16, 17). En esas Escrituras estaban las enseñanzas sobre alimentación que Dios les dio. Por lo tanto, cada creyente fiel y conocedor de la verdad no iba a tomar cosas que Dios no creó como alimento e iba a darle gracias por ello.

Alguien, atenido al versículo cuatro, podría insistir en que no hay limitaciones en la alimentación: "Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias" (vers. 4). Adviértase que ese "todo" y ese "nada es de desecharse", forzosamente queda limitado por la frase condicional: "si se toma con acción de gracias. Así, pues, "todo lo que Dios creó es bueno", tratándose de todo lo que El creó para alimento, porque hay muchas cosas creadas por Dios que no son alimento; felizmente algunas de ellas las señaló definidamente como que no son saludables. (Con respecto al significado de la expresión "todo" encontrará más argumentos en la pregunta 28.)
Con lo explicado queda claro que este pasaje no nos abre una puerta para hacer uso de cualquier cosa que pudiera parecemos alimento, sino que será sólo aquello que Dios creó como tal. Y lo que tuvo la bondad de señalarnos que no es alimento, haremos bien en no usarlo, y mucho menos burlarnos de Él, al darle gracias por lo que nos dijo que no es alimento.

Hoy se ha comprobado que la mayoría de las enfermedades se inician por una equivocada manera de alimentarnos. Son las enfermedades de la nutrición. Regularmente se dice que alguien murió del corazón, o del estómago, o de los riñones, o del hígado, o de los nervios, etc. Pero pocas veces se dice o se explica que esos órganos fueron afectados por una dieta inadecuada, o por malos hábitos respecto a la alimentación. De manera que si alguien se interesa en enseñar a los creyentes a usar alimentos saludables, que Dios ordenó, como lo hace la Iglesia Adventista, está haciendo la voluntad divina. Para todos, el resultado será mejor salud y un mejor servicio a Dios.

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