domingo, 11 de mayo de 2008

leccion nº7-escuela sabatica-universitarios-mayo 2008.-


Lección 7

Para el 17 de Mayo de 2008

El enigma de su conducta




¯ Sábado 10 de mayo
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Mateo 4:12, 13; 8:26-32; 11:18, 19; 21:12, 13; Lucas 2:41-51; 5:32; 1 Corintios 1:26-28.
PARA MEMORIZAR:
“Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen; He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores” (Mateo 11:19).
UNO DE NUESTROS PROBLEMAS CON JESÚS es nuestra perma­nente tentación de recrearlo a nuestra imagen. El revolucionario piensa en Jesús como uno de ellos; los conservadores sociales creen que lo tie­nen en su propio rincón. Hasta cierto punto, esto es inevitable. Después de todo, nuestra propia cultura y nuestra situación forman el marco en el que, tanto consciente como inconscientemente, consideramos la realidad. Pero, ser conscientes de este hecho ofrece alguna esperanza de que podamos comenzar, por lo menos en una forma limitada, a trascen­derlo, e intentar un enfoque tan objetivo como podamos, del Jesús que encontramos en los evangelios.
Una vez que hacemos esto, descubrimos que no es tan fácil en­casillarlo, no es fácil ponerlo en un prolijo paquete con la etiqueta de resuelto. En cambio, nos encontramos legítimamente perplejos por as­pectos de su conducta, preguntándonos: ¿Espera él que nosotros hagamos eso, y de la misma manera que él?
Esta semana consideraremos algunas de las acciones más enigmá­ticas de Jesús con el fin de aprender qué podemos aplicar y, tal vez, no aplicar, a nuestras propias vidas.
¯ Domingo 11 de mayo
¿ABANDONAR A LOS PADRES?

Como se afirmó antes, los evangelios son casi totalmente silenciosos acerca de los primeros treinta años de la vida de Jesús. Aunque no se dice mucho, hay un informe de ese período que nos hace detenernos.

Lee Lucas 2:41 al 51. A primera vista, ¿qué impresión deja este pasaje acerca de la consideración de Jesús por sus padres? Por otro lado, ¿qué otra cosa podría estar sucediendo allí? ¿Qué indicio podría darnos el versículo 47?
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El incidente, superficialmente, da la impresión de un muchacho irresponsable, totalmente despreocupado por el dolor y la ansiedad de sus padres. ¿Qué padres no estarían terriblemente enojados por esa apa­rentemente insensible falta de cuidado por el bienestar de sus padres y las reglas del hogar?
Este es uno de esos eventos que muestran los límites del uso de la conducta de Jesús, como modelo, en cada situación. Lo que ocurre aquí, aparentemente, es que el carácter mesiánico de Jesús ya comenzó a brillar a la tierna edad de 12 años. Él está llegando a ser consciente de una lealtad a un Poder infinitamente superior al de sus padres, por mucho que él los respetara. La brevedad del informe de Lucas deja una docena de preguntas sin responder, tales como: “¿Quién alimentó y alojó al muchacho esos tres días? ¿Tuvieron los sacerdotes alguna preocupación por encontrar a sus padres?

Lee la respuesta de Jesús a sus padres. ¿Qué les estaba diciendo, por lo menos, indirectamente?
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Lucas informa: “Mas ellos no entendieron las palabras que les ha­bló” (Lucas 2:50). Jesús regresó a su hogar con ellos y, como niño, estuvo sujeto a ellos (versículo 51); pero él se había preocupado por establecer la posición de una lealtad superior. Tampoco hay alguna indicación de que él alguna vez pidiera disculpas por el terrible inconveniente que había causado a sus ansiosos padres.

La vida entera de Jesús fue guiada por la supremacía de Dios y del Reino de Dios, aun al costo de ser mal comprendido. ¿De qué maneras podría tu lealtad a Dios ser mal comprendida por otros? Si esto alguna vez te ocurrió, ¿qué aprendiste, que tal vez puede ayudar a alguna otra persona que está pasando por una experiencia simi­lar?
¯ Lunes 12 de mayo
¿MOSTRAR ENOJO?

Cuando Jesús descendió del monte de la Transfiguració n, un hom­bre salió de la multitud que esperaba en la base, con un pedido de que Jesús sanara a su hijo. Había llevado a su hijo a los discípulos, explicó el hombre, pero ellos no habían podido curarlo. La respuesta de Jesús, como nos llega en la traducción, da la impresión de que Jesús se enojó por el pedido: “¡Oh, generación incrédula y perversa!”, contestó Jesús, “¿hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá” (Mateo 17:17). Por lo menos, tales palabras parecen poco características de aquel a quien hemos llega­do a conocer como el “tierno Jesús, manso y humilde”. ¿Cómo podríamos explicar el tono de Jesús aquí? Es un pedido difícil. Los evangelios men­cionan otras ocasiones en las que Jesús también pareció estar enojado.

¿De qué modo comprendes los siguientes pasajes? Mateo 21:12, 13; Marcos 3:1-5.
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Muchos cristianos consideran que la forma en que debemos hacer las elecciones en nuestro mundo contemporáneo y complejo es pre­guntar: ¿Qué haría Jesús? Suena bien sencillo, hasta que uno se hace la pregunta preliminar lógica: ¿Qué hizo Jesús? Aquí descubrimos que las respuestas no siempre son tan sencillas como pensamos. ¿Cuáles son, por ejemplo, las implicaciones de los pasajes recién indicados para nuestra conducta hoy?
“Presumiendo que lo que Jesús haría hoy tiene alguna correlación con lo que él hizo entonces –en la Palestina romana del siglo I d.C. [...]–, ¿de qué manera un cristiano contemporáneo replicaría y apli­caría estos incidentes extravagantes de maldecir un árbol y trastornar el Templo? Si nuestra frutería favorita no tuviera una fruta específica que deseamos ardientemente –porque tal vez no sea la temporada–, ¿maldeciríamos, con la bendición de Jesús, a la frutería, al productor y a todo lo que estuviera a la vista? Y si el predicador habla demasiado acerca del dinero un domingo o si nos disgustamos con diversos direc­tivos y programas de la iglesia, ¿entramos furiosos a la hora del culto y comenzamos a dar vuelta los bancos, el púlpito, los adornos –todo lo que no esté clavado al piso– y echamos afuera a los ujieres?”–F. Scott Spencer, What Did Jesus Do?, p. ix.

¿Qué principios debiéramos tomar en cuenta con respecto a pre­guntas como estas? ¿Dónde interviene el sentido común espiritual? Jesús vino como el Mesías, el Salvador de la humanidad. ¿De qué modo distinguimos lo que él hizo estrictamente en ese papel, de lo que él quiere que nosotros sigamos?
¯ Martes 13 de mayo
¿DESTRUCCIÓN DE PROPIEDADES PERSONALES?

Una preocupación subyacente en la lección de esta semana se cen­tra en la forma en que usamos a Jesús como nuestro modelo. ¿Cuán sincera es la meta de “seguir su ejemplo”? Y, lo que estamos notando es que es un asunto que reclama el pensamiento y la discriminació n más cuidadosos. Ciertamente hay casos y casos; de hecho, en la mayoría de­tectamos un claro y ético ejemplo para seguir; en otros, el principio no es muy claro. Veamos dos casos:

Lee Mateo 8:28 al 32 (comparar con Marcos 5:1-20; Lucas 8:26-39) y Mateo 21:18 y 19 (comparar con Marcos 11:12-14, 20, 21). ¿Por qué crees que Jesús permitió que los demonios entraran en la manada de cerdos? ¿Habríamos nosotros hecho lo mismo si los animales hubiesen sido ovejas? ¿Dónde estaba la simpatía en esta acción de Jesús, aquí? ¿Había una preocupación de parte de Jesús de que, sin tomar en cuen­ta las limitaciones de la dieta, la manada, de todos modos, represen­taba los ingresos de una o más familias de esa aldea? ¿De qué modo entraría en el cuadro la idea de una compensación?
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“Si estos cerdos eran propiedad de gentiles, nos quedaríamos sin una verdadera explicación de su destrucción. Decir que los demonios recibieron solo la orden de abandonar a los hombres, y el entrar en los cerdos era un acto de los demonios mismos, contradeciría su pedido a Jesús, y la clara afirmación de Marcos y de Lucas de que Jesús les dio permiso”. –R. C. H. Lenski, The Interpretation of St. Matthew’s Gospel, p. 353. Otro erudito bíblico ve, en la acción de Jesús, “una protesta muy fuerte”. “El nombre ‘legión’ y un cerdo como mascota”, dice este eru­dito, “ambos representan la ocupación militar romana”. De este modo, la intención de Jesús era “protestar contra la posesión opresiva de Israel por los romanos”.–F. Scott Spencer, What Did Jesus Do?, p. 101.

Elena de White dice que “esta pérdida había sido permitida por misericordia hacia los dueños de los cerdos. Estaban absortos en las cosas terrenales y no se preocupaban por los grandes intereses de la vida espiritual. Jesús deseaba quebrantar el hechizo de la indiferencia egoísta, a fin de que pudiesen aceptar su gracia” (DTG 305). Aunque estos comentarios pueden ayudarnos a comprender ciertas calamida­des que nos vienen personalmente, ¿cómo vemos que establecen algún tipo de precedente con respecto a nuestras acciones? ¿O es esta una de aquellas acciones que pertenecen al papel de Jesús como Mesías-profeta y, como tales, no tienen la intención de ser un ejemplo para que nosotros sigamos? Y ¿cómo haríamos que entrara en el mismo caso la maldición de la higuera (que probablemente tenía un dueño)?
¯ Miércoles 14 de mayo
¿DESCUIDAR A LOS PERSEGUIDOS?

En su descripción más dramática del Juicio Final, Jesús nos cuenta que dividirá a las naciones reunidas delante de él en dos grupos, las ovejas y los cabritos. A las ovejas les dice, entre otras cosas: “Estuve [...] en la cárcel, y vinisteis a mí” (Mateo 25:36).

Lee los siguientes textos a la luz del pronunciamiento de Jesús so­bre el Juicio. Expresa tu impresión inmediata acerca de cómo crees que el texto se relaciona con la referencia que da a la prisión, en el Juicio.
Mateo 4:12, 13 ____________ _________ _________ _________ _________ _______
Mateo 11:2, 3 ____________ _________ _________ _________ _________ ________
Mateo 14:1-13 ____________ _________ _________ _________ _________ _______

¿Cómo se explica la conducta de Jesús durante el tiempo que Juan el Bautista estuvo en la cárcel? Al oír por primera vez del apresamiento de Juan, él regresa a Galilea (Mateo 4:12). Y toda la evidencia sugie­re que Juan no recibió ninguna visita de sus ilustres contemporáneos mientras estuvo en la mazmorra, una clara implicación que da Mateo 11:2 y 3. De acuerdo con este pasaje, Juan envía a dos de sus discípulos a Jesús con una pregunta; siendo este, aparentemente, el único contacto disponible para él. Siguiendo la visita de los enviados de Juan, Jesús inicia una elevada alabanza del confinado profeta, pero no lo visita.
Una de las preguntas más persistentes que afrontamos como seres humanos se centra alrededor del tema del sufrimiento: “¿Dónde está Dios cuando sufrimos?” En la experiencia de Juan, tenemos una respues­ta parcial, en términos de la conducta de Jesús. Aunque él era Dios en carne humana, con poder para actuar, Jesús no interviene para rescatar a aquel que había ayudado a preparar el terreno para su propio ministerio. Y, siguiendo al asesinato de Juan, todo lo que recibimos de Jesús (quien, sospechamos, lo sintió profundamente) es silencio. Tampoco es probable que él o sus discípulos hayan asistido al funeral de Juan.

¿Cómo explicarías la conducta de Jesús durante este período os­curo de la vida de Juan? ¿Cuáles fueron las probables circunstancias atenuantes que pudieron haber tenido algo que ver con su decisión? (Ver el Comentario bíblico adventista, tomo 5, p. 307, que sugiere que las autoridades estaban intentando silenciar tanto a Juan como a Jesús.)
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Y ¿cómo puede la conducta de Jesús, durante todo el episodio con el Bautista, ayudarnos a comprender el silencio de Dios en nues­tros propios tiempos de dificultades?

¯ Jueves 15 de mayo
COMPAÑA A LOS INDESEABLES

La mayoría de nosotros tenemos una imagen “maquillada” de Jesús. Y, aunque hayamos oído repetidas veces que se asociaba con aquellos que su propia sociedad consideraba inaceptables, nuestra imaginación no se da cuenta de lo que esto significa, o va demasiado lejos. A me­nudo, más bien que abordar tranquilamente lo que este aspecto de la vida de Jesús debería significar para nosotros hoy, en una base personal, usamos esta conducta para golpearnos unos a otros en la cabeza, por ser demasiado exclusivistas, o demasiado conservadores, con respecto a los elementos más oscuros de la sociedad. Sin embargo, uno sospecha que, el hacer un examen cuidadoso de las relaciones de Jesús con los inde­seables de sus días, nos dejaría a la mayoría (si no a todos) sintiéndonos por lo menos un poco incómodos.

Examina los siguientes pasajes. ¿Qué mensaje encontramos en ellos? Mateo 9:10-13; 11:18, 19; Lucas 5:32; 1 Corintios 1:26-28.
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Si aplicamos estos pasajes a nuestros tiempos, nuestra imaginación debería ver a Jesús sentarse con personas de dudosa moralidad en am­bientes de profundo compañerismo (como era la ocasión de la comida en el mundo antiguo). Se come y bebe; se oye música fuerte y estriden­te; prostitutas activas se mueven en las sombras. Ese es el ambiente, y a esos lugares fue Jesús.
Es interesante que, de Jesús mismo, aprendemos acerca de las eti­quetas más peyorativas que sus enemigos proclamaron acerca de él: que él era “un comilón y un bebedor de vino” (Mateo 11:19; Lucas 7:34). “Es­tas calumnias nunca tendrían un efecto adverso contra Juan el Bautista o Gandhi, pero para uno que pasaba tanto tiempo como Jesús frecuen­tando y hablando acerca de comidas y banquetes, harían alguna mella, aun cuando pudiera ser exagerada”.–F. Scott Spencer, What Did Jesus Do?, p. 90. Por exagerado que fuera, no era nada menos que extraordi­nario que el Salvador del mundo fuera acusado de embriaguez y gloto­nería.

¿Qué podemos aprender de estos textos que podemos aplicar a nuestras propias vidas? ¿Qué no deberíamos aplicar? Al responder, piensa en qué propósito pudo tener Jesús para estar con esa gente. ¿De qué modo tu respuesta nos ayuda a comprender qué principios prácticos podemos obtener?
¯ Viernes 16 de mayo
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: “Jesús veía en toda alma a un ser que debía ser llamado a su Reino. Alcanzaba el corazón de la gente yendo entre ella como quien desea su bien. La buscaba en las calles, en las casas privadas, en los barcos, en la sinagoga, a orillas del lago, en la fiesta de bodas. Se encontraba con ella en sus ocupaciones diarias y manifes­taba interés en sus asuntos seculares. Llevaba sus instrucciones hasta la familia, poniéndola, en el hogar, bajo la influencia de su presencia divina. Su intensa simpatía personal lo ayudaba a ganar los corazones” (El Deseado de todas las gentes, pp. 125, 126).
“Solo el método de Cristo será el que dará éxito para llegar a la gente. El Salvador trataba con los hombres como quien deseaba hacer­les bien. Les mostraba simpatía, atendía sus necesidades y se ganaba su confianza. Entonces les decía: ‘Seguidme’” (El ministerio de curación, p. 102).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

1. ¿Qué es enojo justo? ¿Cuándo es legítimo, y cuándo no lo es? Lleva lo que has pensado a la clase, para compartirlo y analizarlo.
2. ¿De qué modo la relación de Jesús con los indeseables es una guía para nosotros? ¿En qué condiciones podría nuestra asociación con pecadores llegar a ser un peligro para nuestras propias almas? En todos sus contactos sociales, Jesús pareció controlar la situación. ¿Qué nos debería decir eso en nuestros propios intentos de penetrar en las áreas más cuestionables de la sociedad?
3. ¿Hasta qué punto la conducta de Jesús es un modelo para noso­tros hoy? ¿Hasta qué punto no lo es? ¿Cuáles son otros ejemplos de su conducta aquí, que podrían constituir un problema para que nosotros los sigamos?
4. Piensa más en la idea de ser mal comprendido por otros al pro­curar seguir la voluntad de Dios. Aunque veamos ejemplos de esto, tales como en la vida temprana de Jesús, ¿por qué debemos ser cuidadosos? Es decir, algunas personas han hecho algunas cosas muy perjudiciales para sí mismas y para otros, todo porque creían que Dios les había di­cho que las hicieran. ¿Cómo podemos estar seguros de que Dios nos está llamando a hacer ciertas cosas que podrían hacer que otros nos comprendan mal? ¿Por qué deberíamos estar listos para recibir consejos de otros antes de hacer ciertas cosas que estamos convencidos de que Dios nos dijo que hiciéramos? Al mismo tiempo, ¿cómo podemos ser cuidadosos para no interferir con alguien a quien Dios está conducien­do de maneras que nos parecen extrañas?

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