martes, 6 de mayo de 2008

PIONEROS- (LO RECOMIENDO)


HISTORIAS JUVENILES PARA CAMPAMENTOS DE LOS DIAS DE LOS PIONEROS ADVENTISTAS
Preparado y Seleccionado por
Arthur L. White, Secretario
de Ellen G. White State
"No tenemos nada qué temer por el futuro,
excepto si olvidamos la manera en que Dios nos ha conducido".
Testimonios para los Ministros, p. 27.
Publicaciones Ellen G. White
Conferencia General de los
Adventistas del Séptimo Día
Washington 1963

CONTENIDO

I. Las Visiones y el Espíritu de Profecía

La reunión que una niña de 14 años nunca olvidó
La visión de la redecilla perdida
La historia de la visión más larga
La visión de la gente joven que la hermana White no había conocido
Cuando la Sra. White usó dos señales secretas

II. En Relación con la Guía de Dios en los Comienzos de la Obra

Joseph Bates estaba seguro de que Dios proveería
El sueño de Annie Smith
Las medias detrás de la puerta
Tres milagros

III. Historias de Perseverancia

James White encuentra un camino -- un lobo ayuda
La vaca que quedó atrapada en el barro

IV. Protección de Dios

El barco del río y la balsa de maderas

V. General

El tesorero del condado y el dinero perdido

LA REUNION QUE UNA NIÑA DE 14 AÑOS NUNCA OLVIDO

Como fue contada por Arthur L. White

Nuestra historia de esta noche es acerca de una reunión que una niña jovencita nunca olvidó. En esta reunión ella vio a la señora White en visión.

Nellie Sisley tenía 14 años. Unos pocos años antes, con su mamá y hermanos había venido de Inglaterra. Ahora ellos vivían en Battle Creek. El pastor y la Sra. White también vivían en Battle Creek, no lejos de la casa Publicadora y del Sanatorio. Nellie y su mamá fueron al culto de oración en la iglesia de Battle Creek un viernes de noche, Junio 2, 1868. Había alrededor de 200 personas en esta reunión. El Pastor y la Sra. White habían estado ausentes por un tiempo. Ahora estaban en su casa en Battle Creek y todos esperaban que ambos hablarían en la reunión de oración. Quizá ellos contarían acerca de algunas de sus experiencias en las otras iglesias.

El Pastor y la Sra. White entraron en la Iglesia y caminaron hasta el frente y se sentaron en la plataforma más baja. Luego del himno y la oración, el Pastor White habló alrededor de l0 minutos. Entonces él dijo: "Yo sé que es a la Sra. White a quien Uds.. quieren escuchar, y dejaremos la reunión en sus manos".

Entonces la Sra. White comenzó a hablar. Ella dijo a la congregación que estaba muy impresionada al pensar de que nosotros no estamos haciendo la preparación para encontrar a Jesús. Jesús va a venir pronto, y nosotros debemos estar preparados. Señaló que los Adventistas del Séptimo Día somos peregrinos y extranjeros y debemos vivir para prepararnos e ir al Cielo. Después de hablar por media hora, pareció caerse hacia atrás hasta llegar al suelo. No se golpeó sobre el piso con ruido, más bien parecía como si manos de ángel estaban suavemente recostándola.

Nellie y su mamá, que nunca habían visto a la hermana en visión antes, pensaron que se había desmayado, y así pensaron muchos en la audiencia. Muchas veces cuando ella estaba en visión exclamaba: "¡Gloria!", "¡Gloria a Dios!". Pero ésta vez no lo dijo. La gente abrió las ventanas un poquito más. Un vaso de agua fue traído para la hermana White. Entonces el pastor White dijo: "No se alarmen, la Sra. White no se ha desmayado, sino que está en visión". Al decir esto, una quietud reinó en la audiencia. Años después cuando Nellie contaba esta historia, decía: "Parecía que seres celestiales estaban en la Iglesia. Nosotros no estábamos atemorizados. La hermana White permanecía acostada sobre la plataforma baja, quieta y absolutamente inconsciente. Entonces el hermano White dijo: "Si hay alguien en esta congregación que tenga dudas en relación a la inspiración de la Sra. White y acerca de las visiones, estaremos contentos de que pase adelante y ponga pruebas físicas, tal como están registradas en la Biblia".

Entonces el pastor White se arrodilló junto a ella, elevó su cabeza y hombros de tal manera que éstos reposaron sobre sus rodillas. Nellie estaba sentada junto a su mamá, y sabía que ésta tenía ciertas dudas de las visiones, entonces le dijo. "Mamá, ¿por qué no vamos allá adelante y vemos a la hermana White como el hermano White nos ha invitado?"

Así Nellie y su mamá fueron juntas. Se pararon cerca una de la otra junto a la cabeza de la hermana White. Ellas podían ver que ella no respiraba. Sus ojos estaban abiertos y había una expresión placentera en su rostro. No había nada sobrenatural acerca de su expresión. Parecía muy natural.

Otras personas en la congregación también vinieron, había dos hombres grandes que trabajaban en nuestra institución que se acercaron con los demás. Uno se paró de un lado de la hermana White, y el otro del otro lado. Entonces el pastor White habló: "La congregación entera ha visto a la hermana White caer. Ella ha perdido su fuerza natural. Ahora veamos si ella ha sido fortalecida sobrenaturalmente". Sus manos estaban entrelazadas fuertemente sobre su pecho. "Yo quiero que Uds. separen sus manos. Solamente eso. Cada uno tiene dos manos para cada una de las de ella". Dijo el pastor. Ellos trataron. Tiraron y tiraron. Algunas personas estaban ansiosas. Nellie pensó que podían lastimar a la Sra. White. El pastor dijo: "No se preocupen. Ella está segura al lado de Dios. Pueden estirar y tratar hasta que estén completamente satisfechos".

Después de un rato, los hombres dijeron: "Ahora estamos satisfechos. No necesitamos intentarlo más". Entonces el hermano White les dijo: "Tomen un dedo a la vez y traten de estirarlos y apartarlos". Pero ellos no pudieron hacerlo. ¡No podían ni siquiera mover un dedo!

Nellie, al contar esta historia, decía que ella y su madre se habían fijado para ver si sus ojos parpadeaban o si respiraba. Pero sus ojos permanecían abiertos, no había movimiento de párpados. No respiraba.

Entonces la hermana White separó sus manos e hizo movimientos llenos de gracia y mientras ella movía sus brazos, el hermano White le dijo a estos hombres, "Ahora quiero que Uds. traten de detener sus brazos". Y estos hombres fuertes tomaron sus manos. Pero no pudieron detener sus movimientos. Parecía como si nadie estuviera alrededor. Los hombres tenían temor de lastimarla, o de que lo que ellos estaban haciendo interfiriera con lo que ella estaba viendo, pero el hermano White dijo que no, que no la lastimarían ni interferirían en lo más mínimo con lo que ella estaba experimentando. El dijo que a pesar de que ella estaba totalmente inconsciente en relación a todo lo que la rodeaba, ella estaba segura bajo la protección de Dios.

Durante todo este tiempo, ella estaba mirando hacia arriba con una expresión natural en sus ojos, excepto que sus párpados nunca descendieron sobre los ojos. El hermano White dijo:

"Ahora que ustedes están satisfechos de que hay fuerza sobrenatural mientras está en visión, nosotros veremos si sus párpados se cerrarán". Había una lámpara que quemaba brillantemente sobre la mesita, y el hermano White sacó la pantalla, y puso la luz justamente frente a sus ojos. Nellie pensó que seguramente la hermana White movería sus ojos para protegerlos, o los cerraría, pero no lo hizo. Ella no estaba consciente a ninguna cosa que sucedía a su alrededor. La misma expresión natural permaneció y sus ojos no parpadeaban. Algunos momentos la expresión en su rostro cambiaba. A veces ella parecía complacida, y otras veces muy preocupada.

"Ahora", dijo el hermano White, "nosotros debemos ver si hay respiración en su cuerpo". Como Nellie contó la historia muchas veces en años posteriores, ella dijo, "No parecía haber respiración. Todo parecía bien solamente que ella no respiraba".

El pastor White dijo: "Ahora, enviaremos a alguien que consiga un espejo y probaremos para ver si ella está respirando". Así que alguien fue a la casa más cercana y pidió prestado un espejo, luego lo sostuvo cerca de su cara, pero no se juntó humedad sobre el espejo. ¿Qué ocurre, niñas y niños, cuando respiramos sobre un espejo? ¡Por supuesto! Se pone todo nublado por nuestro aliento. Así la gente supo que ella no estaba respirando. Pero cuando buscaron su pulso, ellos encontraron que su corazón continuaba latiendo regularmente y el color en su cara no cambió.

Ocasionalmente la hermana White hablaba. Las frases eran cortas y hablaba de algunas de las cosas que le estaban siendo mostradas en visión. A veces, su rostro parecía animado y excitado y otras veces su cara se veía triste y ella parecía estar queriendo huir de lo que veía.

Cuando ella comenzó a salir de la visión, inspiró larga y profundamente 3 veces. Sus pulmones habían estado vacíos. El hermano White la ayudó a llegar a una silla. Entonces el hermano White dijo, "La congregación estaría interesada en la visión. Yo sé que ellos querrán saber algo de lo que tú has visto".

La hermana White replicó que ella gustosamente le diría a la gente lo que le fue mostrado en visión. Por alrededor de media hora, ella habló. Ella había visto en visión el hogar brillante y glorioso que el Señor está preparando para su pueblo. Había visto la destrucción de los malvados y lo que la preocupaba grandemente era que vio a algunos que habían sido Adventistas del Séptimo Día entre aquellos que estaban perdidos. Habían comenzado en el camino estrecho hacia el hogar celestial, pero por diferentes razones se habían salido de él. Unos se habían desanimado. Algunos estaban hechizados con los placeres del mundo. Otros estaban más interesados en hacer dinero que en servir al Señor. Así había algunos cuántos que habían sido Adventistas y se habían apartado de la verdad.

Mientras hablaba acerca de la Nueva Jerusalén ella dijo, "¡Oh, desearía poder describirla! No tengo palabras para decirles siquiera un poquito de lo que me fue mostrado. Si ustedes pudieran haber estado allí y visto lo que yo vi, nunca permitirían que algo de este mundo los tentara para vivir de tal forma que pusiera en peligro su alcance de la vida eterna".

Por un tiempo luego de la visión, ella no podía ver muy bien. Ella dijo a la congregación: "Ahora, Uds. quizás no entiendan por qué no puedo ver bien. Si Uds. voltean su rostro hacia el sol por un momento, y se dan vuelta luego, Uds. entenderán. El cielo es más brillante que el sol". Entonces ella gradualmente recuperó el uso de su vista y la experiencia de la visión no le dañó la vista para nada. Muchas visiones le fueron dadas a la Sra. White, pero ellas no la dejaron débil o enferma.

Mientras la hermana White hablaba con la gente, ella dijo, "No son los pecados grandes que cometemos, sino las cosas pequeñas. Descuidando y no aceptando completamente la responsabilidad que el Señor estaría gozoso de poner sobre nosotros. Estamos viviendo demasiado superficialmente. Estamos gastando demasiado tiempo y pensamiento en nuestros intereses presentes. Algunas de estas cosas pueden ser buenas en sí mismas, pero ellas no dejan lugar para las cosas celestiales".

Mientras Nellie y su mamá y la otra gente se fueron a su casa esa noche, se decían a sí mismas, "¡Cuán contentos estamos de haber ido a la reunión de oración esta noche! Ahora hemos visto a la hermana White en visión. Nosotros sabemos que Dios le da a ella las visiones". Y ellos decidieron en sus corazones estudiar los consejos que habían sido escritos, y aplicar aquellos consejos en sus vidas.

Lo que le fue mostrado a la hermana White en esa visión, fue pronto escrito por ella e impreso en un pequeño panfleto llamado Testimonio para la Iglesia, No. 16. Se encuentra hoy en Testimonios para la Iglesia, Vol. 2, pp. 112-199. Vez tras vez tú encontrarás referencia a la visión dada el 12 de junio de 1868. Cuando la hermana White escribió de la visión, ella dijo, "junio 12 de 1868, mientras estaba hablando a los hermanos en la casa de adoración en Battle Creek, Michigan, el Espíritu de Dios vino sobre mí. Y en un instante yo estaba en visión". El hermano White también nos cuenta acerca de esta visión.

Nellie se casó con un ministro joven y ella pasó gran parte de su vida sirviendo a Dios en América y Australia. Mientras estaba en Australia, ella a menudo viajaba con la hermana White y a veces ella y su esposo vivieron en la casa de la hermana White. Nellie nunca olvidó aquel viernes de noche cuando ella y su mamá fueron a la reunión de oración y ella pudo ver a la hermana White en visión.

(Basado en los datos por la Sra. Nellie Sisley Starr, Jaime White y otros).

LA VISION DE LA REDECILLA EXTRAVIADA

Todo ocurrió hace muchos años, en el Norte de California. La Sra. Ellen White, la mensajera del Señor, estaba viviendo en Healdsburg solamente unas pocas cuadras de nuestro nuevo colegio. Como su esposo, el pastor Jaime White había fallecido, la hermana invitó a varias señoritas jóvenes para vivir en su hogar mientras asistían a la escuela. Entre éstas estaba una jovencita de notable habilidad, que enseñaba algo en la escuela.

¡Cómo disfrutaba esta joven la vida en el hogar de la señora White! Era una casa grande de dos pisos, rodeada de un hermoso jardín y de árboles frutales. La señora White era una madre comprensiva, de un gran corazón para las jóvenes que vivían con ella. Todo marchó bien por unos pocos meses. Mas algo sucedió. Mientras esta chica pasaba por el dormitorio de la señora White, al hacer un mandado, vio algo sobre el tocador lo cual codició mucho. Se detuvo, lo miró y entre más lo miraba más sentía quererlo. Al ver que nadie la observaba estiró su mano y lo tomó para sí.

¿Y qué era? ¿Un reloj, o algo de valor? No, era solamente una redecilla para el cabello. Las mujeres de ese tiempo a menudo usaban una redecilla para mantener en compostura su cabello. Era una redecilla de seda, bien hecha. La señora White no la echaría de menos, pensó ella. Además era algo que tanto había deseado tener. Salió del cuarto de la señora White con la redecilla en su puño y yendo a su cuarto abrió su baúl y la guardó en él. Cerró el baúl y continuó haciendo sus deberes. Pero ya no había una canción en su corazón ¿saben por qué? Ese mismo día unas horas más tarde, la señora White comenzó a prepararse para salir. Se cepilló el cabello y pensó ponerse la redecilla como era costumbre en aquellos días, pero no pudo hallarla en ningún lado. No estaba en el tocador, ni en gaveta alguna. La buscó arriba, abajo, detrás, adelante y no la halló; se le había perdido. Dándose por vencida, salió sin su acostumbrada redecilla.

Esa noche a la hora del culto, las jóvenes se reunieron con la señora White alrededor de la chimenea. A menudo, durante el culto, les contaba una historia de los primeros días del Movimiento Adventista. ¡Cómo disfrutaban de ese momento! Mas esa noche la señora White tenía una pregunta para ellas. ¿Alguna de ustedes ha visto mi redecilla? Estaba encima de mi tocador en la recámara. Cuando fui a buscarla donde la dejé no la hallé. No pudo haberse ido sola. Alguien debe haberla tomado. Nadie pareció saber algo de la redecilla, pues ninguna comentó nada; nadie habló. Había una damita entre ellas que no deseaba que la señora White hablara acerca de la redecilla. El asunto fue dejado a un lado. Unos dos días más tarde, mientras la señora White estaba pasando por el dormitorio de esta niña, una voz pareció decirle: "Levanta la tapa de ese baúl". Pero ese baúl no era de su propiedad. Jamás debería ni siquiera mirar dentro del baúl de otra persona. Otra vez la voz pareció decirle: "Levanta la tapa de ese baúl". Ahora reconoció que era la voz del ángel y debía obedecer. Abrió el baúl. En efecto, allí estaba la redecilla extraviada. Cerró el baúl y siguió con sus tareas.

Esa noche, cuando la familia se reunió otra vez en el culto, la pregunta de la redecilla surgió nuevamente: "¿Alguien sabe dónde está mi redecilla? Estoy segura que puede ser hallada. No se pudo extraviar sola". No hubo respuesta alguna. Nadie parecía saber algo de la redecilla extraviada. La señora White no presionó más sobre el asunto. Una de las jovencitas sí estaba preocupada, y en su corazón propuso destruir la redecilla, no fuera a suceder que la señora White descubriera dónde estaba.

Unos pocos días más tarde, la señora White estaba sentada en la sala, frente al fuego de la chimenea ocupada en escribir. Por varias horas había estado escribiendo y su mano estaba cansada, también sus ojos y su mente. Dejó su pluma, miró hacia el fuego y entonces tuvo una visión que duró segundos. Esta fue una de las visiones más cortas de las que le fueron dadas. En la visión vio la mano y el brazo de una niña. En la mano estaba la redecilla. Vio también sobre la mesa una lámpara de petróleo encendida. Miró la redecilla en la mano de la niña, y vio cómo lentamente la redecilla fue puesta en la llama de la lámpara y en segundos fue consumida por el fuego y desapareció. La visión había concluido.

Esa noche, la familia estaba reunida alrededor del fuego. La señora White preguntó de nuevo por la redecilla. "¿Alguien sabe lo que ha pasado con la redecilla?". Alguien debería saber, pero nadie dijo nada. La señora White abandonó el tema.

Unos momentos más tarde, la señora White llamó aparte a la niña en cuyo baúl había visto la redecilla. Le contó de la voz que le había hablado. Le dijo lo que vio al abrir el baúl. Le contó de la visión que había tenido y lo que en ella se le había mostrado respecto al fin que había tenido la redecilla al consumirse en la llama de la lámpara.

La muchacha se puso a llorar. "Sí hermana White" -dijo- "yo tomé la redecilla. Yo la quería tanto y no pensé que usted se daría cuenta que le faltaba. Pero cuando usted comenzó a preguntar más y más sobre el asunto, temí que descubriera que yo la había tomado. Entonces decidí quemarla en la llama de la lámpara, tal como usted vio en visión. Ahora, me dije a mí misma, nadie sabrá acerca de la redecilla". ¡Qué error cometí!

Dios que creó la tierra y sostiene a los mundos en sus órbitas, mandó a su ángel para dar a Elena White una visión por un asunto aparentemente sin importancia. Pero no era un asunto sin importancia. El alma de una jovencita estaba en peligro mortal. Era miembro de iglesia, iba a la Escuela Sabática, y a la iglesia; era una Adventista del Séptimo Día, y sentía que era una buena cristiana, pero no se daba cuenta que tenía defectos de carácter que tenía que corregir. Cuando vio que Dios la amaba tanto que estuvo dispuesto a enviar a su ángel a esta tierra con una visión para la hermana White, comenzó una relación diferente con Jesús.

¡Cuán importantes son las cosas pequeñas para Dios! No solamente confesó su pecado de robo, sino que esta experiencia se tornó en una experiencia decisiva para su vida. Entregó su corazón a Dios, y vivió una vida cristiana amable y consecuente por el resto de su vida.

LA HISTORIA DE LA VISION MAS LARGA

Hace unos pocos días les conté la historia de la redecilla perdida. Esta fue una de las visiones más cortas dadas a la hermana White. ¿Les gustaría la historia de la visión más larga?

Cientos de visiones le fueron dadas a la Sra. White durante su vida. Algunas de ellas fueron muy cortas, otras bastante largas. La visión más larga duró casi cuatro horas. Esta visión le fue dada a la hermana White cuando ella era apenas una jovencita y antes de que se casara con el pastor James White. Pero hablaremos de ella como hermana White, aunque todavía no estaba casada.

En los primeros días de nuestra obra, había dos hombres en Boston que reclamaban ser los líderes de los adventistas. Ellos decían que sus vidas eran muy santas, y que no cometían ningún pecado. Hoy diríamos que estos hombres eran fanáticos. Ellos tenían una influencia bastante fuerte sobre los adventistas en el área de Boston en esa época.

Estos hombres escucharon acerca de las visiones que fueron dadas por Satanás. Dijeron que les gustaría ver a la hermana White y les gustaría escucharla hablar, pero que una cosa era segura, ella no podría tener una visión en presencia de ellos.

Justo al sur de Boston en Dorchester, vivía la familia Nichols. Los Nichols tenían una buena casa situada en el campo y ésta se transformó más o menos en el centro de actividad para los adventistas. Los hermanos Nichols habían invitado a la hermana White y su hermana para visitar Boston y algunas de las comunidades de los alrededores, y para permanecer en casa de ellos mientras estaban allí. En respuesta a esta invitación, ella y su hermana, Sarah, viajaron a Boston, probablemente por barco, y permanecieron con la familia Nichols.

No mucho después de haberse instalado en el hogar de los Nichols, dos hombres llegaron en un carro. ¡Adivinen quiénes eran! El Sr. Sargeant y el Sr. Robbins, los dos hombres que decían ser los líderes de los adventistas, pero que en realidad estaban enseñando cosas raras. El hermano Nichols los recibió afuera y ellos le dijeron que habían venido a tener una corta visita, y que les gustaría pasar la noche en su casa. El hermano Nichols dijo. "Estoy contento de que hayan venido justamente ahora, porque la hermana White y su hermana Sarah están aquí en la casa y yo quiero que ustedes las conozcan".

Por alguna razón, el Sr. Sargeant y el Sr. Robbins no se bajaron del carro. Cuando el hermano Nichols les insistió que entraran y les dijo que él se haría cargo del caballo, ellos contestaron que justamente habían pensado en algo que hacer en otro pueblo y que debían seguir viajando. El hermano Nichols dijo, "¡Pero Uds. me dijeron que planeaban pasar la noche aquí con nosotros. Uds. han querido ver a la hermana White. Ella y su hermana están aquí ahora. Por favor entren!".

Ellos contestaron, "No, debemos seguir el viaje".

Entonces el hermano Nichols preguntó, "¿Cuándo verán a la hermana White y la oirán hablar?"
"Vengan a Boston el próximo sábado", dijeron ellos. "Nos gustaría tener el privilegio de escucharla". Así que fue planeado que todos irían a Boston para una reunión el próximo sábado.

En la noche anterior al sábado, una visión le fue dada a la hermana White en la que se le mostró que no debía ir a Boston al día siguiente, sino que debían ir a Randolph en la dirección opuesta. Se le mostró que el Señor tenía una obra para ella allí. Luego de la visión, la hermana White le contó al hermano Nichols lo que el Señor le había mostrado. A él esto le resultó muy difícil de comprender, y se preguntó que dirían el Sr. Sargeant y el Sr. Robbins cuando, luego de prometerles que irían a Boston con la hermana White, ellos se fueran en dirección opuesta a Randolph. Pero como ella insistió que ellos debían ir a Randolph, el preparó el caballo en la mañana y anduvieron las 13 millas hacia el sur, hasta Randolph.

La reunión de los adventistas era llevada a cabo en el hogar de los Thayer, y cuando llegaron a la casa, el hermano Nichols y la hermana White y su hermana abrieron la puerta y entraron en la habitación donde la reunión estaba en marcha. ¿Quiénes creen ustedes que estaban en la habitación? ¡El Sr. Sargeant y el Sr. Robbins! Ahora el hermano y la hermana Nichols y la Sra. White y su hermana comprendieron por qué en visión, se les había instruido de ir a Randolph.

El Sr. Sargeant y el Sr. Robbins no querían ver a la Sra. White. Ellos sabían que su manera de actuar no era correcta. En realidad estaban haciendo cosas malas, aunque decían ser hombres muy santos y que no podían pecar. Le habían dicho al hermano Nichols que trajera a la hermana White al norte de Boston para la reunión del sábado y entonces se fueron al sur de Randolph para no encontrarse con ella. Cuando la hermana White entró, el Sr. Robbins y el Sr. Sargeant se miraron sorprendidos. Uno de ellos estaba hablando en ese momento. Se quedó confundido, enseguida dijo, "Vamos a concluir la reunión un poco más temprano, y les dejaremos volver después del almuerzo para pasar un buen momento juntos".

En la tarde, la reunión fue iniciada con un canto, y varias personas oraron. Entonces la hermana White oró. Mientras ella estaba orando, hizo una pausa y las siguientes palabras que la gente oyó de sus labios fueron una exclamación de: "¡Gloria a Dios!" "¡Gloria a Dios!", y ella estaba en visión.

El Sr. Sargeant y el Sr. Robbins ahora estaban en apuros. Le habían dicho a la gente que la hermana White no podría tener una visión en presencia de ellos. Habían dicho que la experiencia de la hermana White venia de Satanás, y que ellos no le permitirían tener una visión. Pero no había nada que pudieran hacer al respecto.

Mientras la Sra. White estaba en visión, ella habló concerniente a la experiencia del Sr. Sargeant y del Sr. Robbins. Ellos no querían que la gente escuchara lo que ella estaba diciendo, así que dijeron, "Cantemos". Y la gente cantó muy fuerte hasta que se cansaron. Entonces ellos dijeron, "Vamos a leer la Biblia". Y en voz alta, muy fuerte, ellos leyeron de la Biblia hasta que se cansaron tanto que sus manos temblaban y no podían leer más. Algunos de sus amigos les dijeron que dejaran de hacer lo que estaban haciendo, pero el Sr. Robbins dijo, "¡Uds. están inclinados frente a un ídolo. Uds. están adorando a un becerro de oro!".

El Sr. Thayer que era el dueño de la casa no estaba seguro en su propio corazón de que
la visión era de Satanás como el Sr. Robbins había dicho que era, y el quería probarla de alguna manera. Había escuchado que las visiones que eran dadas por poder Satánico se interrumpían si una Biblia era colocada sobre la persona que estaba en visión. Así que él tomó una gran Biblia familiar de la mesa y se la pasó al Sr. Sargeant pidiéndole que la colocara sobre Ellen Harmon para probar la veracidad de la visión.

"¡Oh no!" dijo el Sr. Sargeant. El no quería tener nada que ver con el asunto.

"Está bien," dijo el Sr. Thayer, "Yo lo haré". Entonces el Sr. Thayer tomó la gran Biblia que estaba sobre la mesa y la abrió. La hermana White estaba reclinada en este momento, y él colocó la Biblia sobre ella. Inmediatamente, cuando la Biblia fue colocada sobre ella, se puso de pie, la levantó y la balanceó sobre una mano y la mantuvo tan alta como ella pudo y con sus ojos mirando hacia arriba lejos de la Biblia, declaró, "Este es el testimonio inspirado de Dios". Entonces comenzó a dar vuelta a las páginas de la Biblia con la otra mano. Colocó su dedo sobre un determinado pasaje y citó las palabras.

El hermano Nichols y algunos de los otros se subieron sobre sillas para ver si ella estaba citando los versículos correctamente. Encontraron que sí. Algunos de los textos que ella leyó se referían a los juicios de Dios contra los malvados, y otros se relacionaban a la experiencia de estos hombres.

Por bastante tiempo, la hermana White dio vuelta a las páginas de la Biblia y señaló versículos y los citó. Entonces cuando la visión terminó, la Sra. White respiró profundamente, llenando sus pulmones vacíos. Ella se detuvo alrededor de un minuto, y entonces respiró otra vez, y pronto estaba respirando naturalmente. A medida que comenzó a ver lo que la rodeaba, observó que las lámparas estaban encendidas. Durante toda la tarde de invierno, ella había estado en visión. Esta fue la visión más larga que le fue dada. Duró casi 4 horas. Durante estas 4 horas, ella no respiró ni una vez, a pesar de que habló gran parte del tiempo.

Ahora la gente pudo ver por sí misma. Ellos pudieron ver que Dios estaba guiando la experiencia de Ellen White y pudieron comprender la verdadera naturaleza de los señores Sargeant y Robbins. Así Dios, a través de visiones, ayudó a su pueblo a comprender y a escoger lo que era correcto.

(Basado en el relato de Ellen G. White en Spiritual Gifts, Vol. 2, pp. 75-79, y relato de Otis Nichols en los archivos del White Estate).

LA VISION DE LA GENTE JOVEN
QUE LA HERMANA WHITE NO HABIA CONOCIDO

Como fue contado por A. L. White

Las visiones que fueron dadas a la hermana White fueron siempre dadas para ayudar a la gente a hacer las cosas correctas. Dios desea que nosotros actuemos correctamente.

Mientras la hermana White estaba pasando algunos meses en Nueva Zelandia en los primeros días de la obra en ese lugar, ella condujo algunas reuniones en la gran ciudad de Wellington. Estas reuniones se extendieron por un período de unos cuantos días y la hermana White estaba bastante cansada cuando la serie concluyó. Había una joven presente que recién se había hecho Adventista de Séptimo Día y ella invitó a la hermana White a ir a su casa en la Bahía Parrametta, a pasar algunos días de descanso.

Cuando esta jovencita regresó a su hogar y le dijo a su mamá que había invitado a la hermana White a venir a descansar a su casa, la mamá no estuvo muy contenta. Ella no había sido adventista por mucho tiempo y sintió que no estaba preparada para atender a la profeta del Señor. Además, había un número de jovencitos en la familia que no eran miembros de la iglesia, y naturalmente hacían cosas que los adventistas no hacen. Pero la invitación ya había sido hecha, y en el tren de la tarde ella llegó a la bahía Parrametta. Una vez allí, fue recibida cordialmente y como estaba bastante cansada, se acostó temprano. En realidad se acostó, antes de conocer a todos los miembros de la familia donde pasaría esos días.

Esa noche una visión le fue dada a la hermana White y a las 4 de la mañana, se levantó y comenzó a escribir lo que le fue mostrado. El mensaje estaba dirigido a la madre de esta familia, porque en la visión se le había mostrado la experiencia de algunos miembros de la familia.

En la carta a la madre de la familia, la hermana le contó acerca de la visión. Ella dijo, "El ángel de Dios dijo, "Sígueme". Entonces ella pareció estar en una habitación en un edificio rudo. Allí vio varios jóvenes, jugando a las cartas. Ellos parecían muy interesados en el juego y no se dieron cuenta de que alguien había entrado en el cuarto. La hermana White también vio jovencitas allí. Ellas estaban mirando el juego de cartas. Escuchó lo que los jóvenes decían y se sintió avergonzada de estar en ese lugar. Ella podía sentir que la atmósfera en la habitación no era la clase de atmósfera que eleva la mente y hace el carácter noble.

Entonces la hermana White se dirigió al ángel y le preguntó, "¿Quiénes son estos jóvenes, y qué representa esta escena?"

El ángel contestó, "Espera,---"

Entonces ella pareció estar en otro lugar. Pero aquí no estaba la misma gente joven. Ellos estaban tomando cerveza y otras bebidas alcohólicas. Ella vio lo que los jóvenes hacían y escuchó lo que decían mientras estaban bajo la influencia de estas bebidas. Sus palabras eran impuras, bulliciosas y jactanciosas. Otra vez, ella preguntó al ángel, "¿Quiénes son estos jóvenes?"

El ángel respondió, "Estos jóvenes son parte de la familia que Ud. está visitando". Entonces el ángel continuó diciendo que Satanás, el gran adversario de las almas, el gran enemigo de Dios y del hombre estaba allí a cargo de lo que estaba ocurriendo. Satanás y sus ángeles estaban dirigiendo a estos jóvenes a su ruina.

Luego en la visión, la hermana White vio al ángel acercarse a uno de los jóvenes y colocar su mano sobre su hombro y llamarlo por nombre. Cuando el ángel dijo el nombre, la Sra. White lo reconoció como el de la familia donde ella estaba hospedada. El ángel señaló los peligros del juego de cartas y de las bebidas alcohólicas. Le suplicó al joven que se alejara de estas cosas y entregara su corazón al Señor. Todo esto la hermana White escribió a la madre en aquella temprana hora, aún antes de haber conocido a estos jóvenes.

Se esperaba que la hermana White pasara solamente dos o tres días en este hogar, pero vinieron fuertes lluvias y hubo deslizamientos que bloquearon las vías del tren y no pudo salir de allí por 10 días.

La ferviente vida cristiana que la hermana White vivió en aquella casa dejó profundas impresiones sobre los muchachos y las muchachas de esta familia. Ellos vieron que ella no era extremista ni fanática. Su consejo fue tan comprensivo y ayudador. Los jóvenes quisieron que sus vidas fueran como la de ella. Ella los animó a decidirse por el Señor. Casi todos los hijos de esta gran familia aceptaron la verdad y se convirtieron en Adventistas leales y ferviente. Algunos nietos de estos jóvenes están sirviendo en la obra de Dios.

(Basada en la carta de Ellen G. White a la madre, y en la conversación de A. L. White con algunos de los hijos y nietos de la familia).

CUANDO LA SEÑORA WHITE USO DOS
SEÑALES SECRETAS

Como fue contado por A. L. White

No importa sobre qué cosas secretas decidamos, Dios sabe todo lo relacionado con ellas. No hay nada secreto para Dios. Una vez el Señor dirigió a la hermana White a usar dos señales secretas para ayudar a que un obrero de la casa publicadora no dejara la verdad.

Al principio de nuestra obra en Australia, un hombre de negocios, el Sr. Faulkhead escuchó la predicación del mensaje y se convirtió en Adventista del Séptimo Día. Nosotros estábamos necesitando un tesorero en nuestra casa publicadora y el Sr. Faulkhead pareció ser justamente el hombre para esta posición. El aceptó la invitación y se unió al personal de la institución. Hizo un buen trabajo y todos lo querían.

El Sr. Faulkhead, sin embargo, era miembro de varias sociedades secretas. El ya pertenecía a estas sociedades antes de ser adventista. Cuando se transformó en miembro de la iglesia, él debería haber visto con facilidad en la Biblia aquellos consejos que hacen claro que un creyente no debe estar unido en yugo desigual con los incrédulos. El Sr. Faulkhead disfrutaba de su asociación en estas sociedades secretas y pensó que podía ser un buen Adventista del Séptimo Día y a la vez miembro de estas sociedades secretas.

A medida que el tiempo pasó, él se encontró más y más envuelto en el trabajo de estas sociedades secretas y se convirtió en el administrador de una de ellas. Sus compañeros en la casa publicadora podían ver que mientras más se involucraba en el trabajo de estas sociedades, menos interesado estaba en el trabajo de la iglesia y en las cosas espirituales. Algunos de nuestros hombres hablaron con él pero su respuesta fue, "No voy a dejar mi conexión con estas sociedades, no importa lo que diga cualquier ministro". Dijo que sabía lo que estaba haciendo y que no iba a ser enseñado por los predicadores.

Fue justamente en ese momento cuando la hermana White fue a Australia. Ella hizo el viaje en barco a través del océano desde California y se detuvo en Nueva Zelandia en su camino. Cuando el viaje estaba casi concluido y ellos estaban navegando entre Nueva Zelandia y Australia, una visión le fue dada a la Sra. White de noche, en la que le fue mostrado que cuando llegara a Australia habría tres hombres en particular que ella iba a conocer. La historia de sus vidas y experiencias le fueron reveladas. Cuando llegó a Melbourne, la ciudad donde nuestra casa publicadora estaba situada, conoció al tesorero, el hermano Faulkhead, y reconoció que él era uno de los hombres que había visto en visión.

Cuidadosamente ella escribió lo que el Señor le había revelado concerniente al peligro que enfrentaba y la influencia que su conexión con estas sociedades tenía sobre su experiencia. Cuando ella se preparaba para enviar este mensaje el Señor le indicó que no debía enviarlo aún. Ella lo dejo a un lado, y entonces dos o tres meses más tarde, mientras estaba revisando algunos de sus papeles, encontró el mensaje y pensó, "Debo enviarlo al hermano Faulkhead". Pero otra vez el Espíritu del Señor le instruyó de que no debía enviarlo.

Todo un año pasó y el testimonio no fue enviado. Durante este tiempo, el Sr. Faulkhead se involucró más y más en estas sociedades secretas.
El día de los ejercicios de clausura de nuestra escuela en Melbourne, una junta fue llevada a cabo en la tarde y el Sr. Faulkhead, miembro de la junta de la escuela estaba presente. La hermana White no estuvo en la reunión, pero estuvo allí en la escuela, y mandó a decir que quería ver al hermano Faulkhead. Luego de la junta, el hermano Faulkhead caminó por el pasillo hasta el cuarto de la hermana White. Tocó la puerta y ella salió, lo saludó y dijo. "Hermano Faulkhead, el peso de su caso está sobre mi mente. Tengo un mensaje para usted y para su esposa. Varias veces he pensado enviárselo, pero cada vez me lo ha impedido el Espíritu de Dios".

Entonces el hermano Faulkhead preguntó, "¿Puede dármelo ahora?"

La hermana White dijo, "Sí". Y fue al tocador y abrió un cajón, sacó unas hojas escritas a máquina y se sentó a conversar con el hermano faulkhead y a leerle lo que ella había escrito.

Le contó de como su experiencia había sido abierta a ella en visión, y se le había mostrado su primer amor y lealtad a la iglesia y su trabajo ferviente en la casa publicadora. Entonces le contó que se le había mostrado acerca de su conexión con las sociedades secretas. Ella señaló que el creyente no debe unirse con los no creyentes. Agregó que ningún hombre puede servir a dos señores. Le contó lo que aconteció en las reuniones secretas y dónde lo había visto sentado en la sala de reuniones, y qué había dicho en conversaciones con sus asociados.

Entonces agregó, "Yo vi algunos de los hombres venir y hablar con Ud. y ellos se dirigieron a Ud. como el Excelentísimo Maestro". Cuándo ella usó estas palabras, el hermano Faulkhead tembló. Estas eran palabras secretas usadas en una reunión secreta. Lo hizo sentirse muy extraño.

Entonces la hermana White le contó cómo en visión ella lo vio en el servicio de la iglesia y estaban juntando la ofrenda. El tomó monedas de poco valor de su cartera y las puso en el platillo. Entonces en visión ella lo había visto en el salón de reuniones y él sacaba monedas de más valor de su cartera y las ponía en el trabajo de la logia.

Esto decía mucho, ¿verdad? ¿Dónde estaba su corazón? ¿En qué estaba él interesado? ¿Dónde colocaba él su dinero?

Entonces la hermana White habló con él, señalando que un seguidor de Jesús debe entregarse de todo corazón a Dios. Sus intereses no pueden estar divididos. Además dijo, "No puedo relatar todo lo que me fue mostrado", y cuando dijo esto movió su mano de cierta forma. El Sr. Faulkhead se asombró. Se puso pálido. El tocó a la Hna. sobre su hombro y le preguntó, "¿sabe Ud. lo que ha hecho?"

"Yo no he hecho nada," respondió ella.

"¡Oh, sí que ha hecho!" replicó él. "¡Ha hecho la señal secreta de la sociedad que yo administro!"

Siguieron conversando, la hermana instándole al Hno. que cortara su conexión con esas sociedades secretas. Entonces ella movió su mano de otra forma. Nuevamente el Hno. Faulkhead se puso pálido y se estremeció. "Hermana White, ¡Ud. lo ha hecho otra vez! Pero esta vez ha hecho la señal secreta de la orden más alta de la sociedad a la que pertenezco!"

La hermana White contestó, "El ángel que me atiende lo hizo por mí". Esta señal secreta que el ángel le dio a la hermana White y que ella dio al hermano Faulkhead era conocida solamente por 6 personas en toda Australia. Diez días antes el mismo Sr. Faulkhead no conocía el significado de esa señal. Ninguna mujer podía saber lo que era la señal porque era mantenida muy secreta, y cuando ellos se encontraban en sus reuniones, la puerta era cuidada por dentro y por fuera de los extraños.

Cuando la hermana White hizo las 2 señales secretas, el hermano Faulkhead dijo, "Eso realmente pone el temor de Dios en mi corazón, al ver cómo Dios está obrando para alejarme de estas cosas".

Esto lo convenció de que el mensaje era de Dios. La hermana White continuó hablándole e instándole a dar su corazón completamente al Señor, y a medida que ella le hablaba, lágrimas vinieron a sus ojos y él le respondió a la hermana White, "Yo acepto cada palabra. Todo pertenece a mi. Yo acepto la luz que el Señor me ha enviado a través de Ud. Actuaré de acuerdo con ella. Soy miembro de 5 logias. Otras tres logias están bajo mi control. Yo actúo en todas las transacciones de sus negocios. Ahora no asistiré más a sus reuniones. Cortaré mis relaciones de negocio con ellos tan pronto como sea posible".

Al relatar la historia más adelante, el Sr. Faulkhead dijo que siempre había disfrutado al oír predicar a la Hna. White. Había gozado visitándola, pero cuando llegaba al asunto de los testimonios, él simplemente no hacía uso de esas cosas. Sin embargo, ¡cuán diferentes se veían ahora las cosas! Dios envió un mensaje solamente para él, señalando peligros que él no veía. Oh, ¡cuánto amaba él al Señor! Decidió en su corazón poner su vida en armonía con la voluntad de Dios para él.

El Sr. Faulkhead señaló también que la hermana White no presentó ningún ataque en contra de la logia. Ella no criticó las sociedades secretas. Esa no era su obra. Si lo hubiera hecho, él hubiera tratado de defenderlas y le hubiera sido muy difícil recibir el mensaje. Pero la hermana White solamente señaló que un cristiano no puede servir a dos señores.

Era tarde en la noche cuando el hermano Faulkhead dejó el cuarto de la hermana White. Al caminar hacia su casa, miró las estrella y pensó, "Dios que creó estos planetas y estos soles y los guía en su curso a través del espacio ilimitado, miró hacia abajo a este pequeño mundo y a Australia y me vio aquí en Melbourne, y envió un mensaje solamente para mi, para señalar peligros que yo no veía". ¡Con cuánto fervor resolvió en su corazón servir a Dios completamente!

Al día siguiente él envió su renuncia a todas las sociedades secretas. Le llevó un poco de tiempo cortar sus conexiones con ellas porque estaba involucrado en la administración de sus negocios, pero estaba decidido a seguir la luz que Dios le había dado a través de la hermana White, y se entregó a sí mismo de todo corazón a la obra del Señor. El estuvo relacionado con nuestra casa publicadora en Australia por muchos, muchos años y murió en Australia como un Adventista del Séptimo Día ferviente y leal. Sus hijos siguieron en nuestra obra después de él.

No hay secretos para Dios, y para salvar al hermano Faulkhead y animar a otros que pudieran ser tentados de pertenecer a estas sociedades secretas, Dios reveló señales secretas a la hermana White, y ella a su vez las dio al hermano Faulkhead. Todos supieron que el mensaje vino de Dios.

(Basado en datos completos documentados en Review and Herald, 31 de marzo de l955).

JOSEPH BATES ESTABA SEGURO DE QUE DIOS
PROVEERIA

Por A. W. Spalding

Para comenzar esta historia, debemos volver hasta el año 1844. En la ciudad de Washington, New Hampshire, había una ferviente compañía de adventistas. Ellos no estaban satisfechos con creer que Jesús vendría pronto: Querían que sus vecinos también lo supieran, y querían persuadir a que se unieran a ellos en la preparación para encontrarse con Jesús.

Un día, una joven que enseñaba en la escuela del pueblo, anunció que su mamá venía de Nueva York para visitarla. Por supuesto todos se pusieron contentos de ver a esta señora cuyo nombre era Rachel Oakes, y la hicieron sentirse muy en casa entre ellos. Fue muy natural que al hablar con ella, la esperanza que estaba en sus corazones surge en la conversación. Así que Rachel Oakes no había estado allí un día antes de enterarse que ellos estaban esperando fervientemente que el Señor Jesús viniera. Luego de haber escuchado sus argumentos y explicaciones, ella dijo suavemente "Yo creo que Uds. tienen razón. Ahora quiero hacerles una pregunta. ¿Por qué guarda el domingo en vez del sábado?

"Por qué," contestó William Farnsworth, "¿no es el domingo el día de reposo?" "No, por cierto", dijo Rachel Oakes. Y entonces ella tomó su Biblia, como ellos habían tomado las suyas para enseñarle a ella el mensaje de la venida de Jesús, y les mostró la verdad del sábado. Porque Rachel Oakes era una Bautista del Séptimo Día, y los Bautistas del Séptimo Día habían guardado el sábado por años.

Luego de escuchar lo que Rachel Oakes les dijo, los adventistas se preocuparon mucho acerca de su deber en este asunto. William Farnsworth hizo su decisión en favor del sábado, Frederick Wheeler y otros pronto lo siguieron, y así surgieron los primeros guardadores del sábado entre los adventistas.

Otros en pueblos cercanos supieron del sábado a través de los creyentes en Washington, New Hamshire. Uno de éstos era un ministro llamado T. M. Preble. El era un hombre muy elocuente, y los adventistas de lejos y cerca lo admiraban. El hizo la decisión de que el sábado debía ser dado a conocer a la gente más ampliamente. Así que él escribió acerca del sábado y su artículo fue publicado en una revista adventista llamada "La Esperanza de Israel". Esto fue en febrero de 1845.

Joseph Bates recibió una copia de este folleto, y leyó lo que Preble tenía para decir acerca del sábado. Se puso a estudiar el tema, y decidió en su corazón que el séptimo día era el único día que Dios había apartado alguna vez para ser el día de reposo y por lo tanto que todavía debía ser guardado.

Pero él quería ver a los hermanos y hermanas que primero comenzaron a enseñarlo; así que hizo un viaje desde su casa en New Bedford hasta Washington, New Hampshire. Allí se encontró con los adventistas guardadores del sábado; y estudiando el asunto con ellos se convenció de que la verdad del sábado era una que Dios quería que el pueblo adventista conociera y aceptara. Por lo tanto, regresó a New Bedford, lleno de grandes nuevas.
Al día siguiente luego de llegar a su hogar, cuando estaba cruzando un puente sobre un río cercano para visitar a unos amigos, se encontró con un conocido, el capitán Hall.

"Buenos días, capitán Bates", dijo el capitán Hall, "¿cuál es la novedad esta mañana?"

"La novedad es", contestó el capitán Bates, "que el séptimo día es el sábado del Señor". Y comenzó a contarle a su amigo lo que había aprendido. El capitán Hall se fue derecho a su casa, llamó a su esposa, y ambos se sentaron a estudiar el tema. No pasó mucho tiempo antes de que llegaran a la conclusión de que el capitán Bates tenía razón, y ellos también comenzaron a guardar el sábado.

Así Joseph Bates continuó, contando la verdad del sábado dondequiera iba, y así fue que cuando lo llamaron a una conferencia en la casa de Hiram Edson en el oeste de New York, él llevó consigo la verdad del sábado.

Pero Joseph Bates sabía que podía enviar esta verdad mucho mejor si la imprimía; por que los libros podrían llegar a mil lugares mientras que él solamente iba a uno. Así que decidió escribir un panfleto acerca de la verdad del sábado. Pero, ¿como podría? por qué él era tan pobre como Himes cuando comenzó con Signs of the Times. Quizá era más pobre, él tenía solamente un chelín, doce centavos y medio. Cuando él aceptó el Mensaje del Primer Angel, él valía alrededor de once mil dólares; pero, creyendo con todo su corazón que Jesús vendría pronto, él vendió su propiedad y dio el dinero para proclamar el mensaje. Y ahora no tenía nada más que un chelín de York.

Sin embargo, oró acerca del asunto, se sintió seguro de que Dios quería que él escribiera un pequeño libro acerca del sábado. Así que se sentó a su escritorio, con su Biblia delante de sí, y comenzó a escribir. No había llegado muy lejos en su escritura cuando su esposa, llegando de la cocina, abrió la puerta y dijo, "Joseph, no tengo suficiente harina para terminar de hornear".

"¿Cuánta harina te falta?" preguntó su esposo.

"Alrededor de cuatro libras", contestó ella.

"Muy bien", replicó él. Y se levantó, tomó una olla de leche de seis cuartos del armario de la cocina y salió y compró una olla llena de harina. La llevó a la casa y continuó escribiendo.

Inmediatamente la señora Bates vino otra vez. "Joseph", dijo ella, "¿de dónde salió esta harina?"

"¿Por qué? ¿no es suficiente? Tú dijiste que querías cuatro libras".

"Sí, pero, ¿dónde la conseguiste?"

"La compré", contestó él.
"¡Tú capitán Bates!, un hombre que ha navegado barcos fuera de New Bedford y a todas partes del mundo, ¿has salido a comprar cuatro libras de harina?"

"Esposa mía", dijo Joseph Bates, "Yo gasté en esa harina el último dinero que tengo sobre la tierra".

La señora Bates se cubrió los ojos con su delantal, y comenzó a llorar. Ella no se había dado cuenta de que su esposo había gastado lo último de su dinero en la causa de Dios. Llorando amargamente, exclamó, "¿Qué vamos a hacer?"

Joseph Bates se levantó, y parándose en toda su estatura dijo de manera impresionante, "Voy a escribir un libro, voy a hacerlo circular, y esparcir esta verdad del sábado ante el mundo".

"Bueno, pero", dijo la Sra. Bates, aún llorando, "¿de qué vamos a vivir?"

"El Señor abrirá un camino", respondió su esposo sonriendo.

"Sí, el Señor abrirá el camino, eso es lo que tú siempre dices". Y echándose a llorar nuevamente, salió de la habitación.

Joseph Bates se sentó y comenzó a escribir otra vez para su panfleto del sábado. Una media hora después sintió la impresión de que había una carta en el correo para él, y que debía ir a buscarla. Así que salió y fue al correo.

"¿Hay una carta para mí, Sr. Drew?" preguntó.

El señor del correo miró. "Sí, hay una carta para Ud. capitán Bates", y agregó "estampillado por pagar cinco centavos" En aquellos días la gente podía pagar el estampillado cuando enviaba la carta o dejar de hacerlo, según deseaba. Si no lo hacían, debía ser pagado por la persona a quien la carta iba dirigida. Y aquí había qué pagar la estampilla, y Bates no tenía un centavo.

"Sr. Drew", dijo Bates al señor del correo, "Estoy sin dinero; no tengo ni cinco centavos para pagar la estampilla. Pero me deja ver de dónde es la carta?"

"Oh, está bien, capitán Bates, llévela y pague alguna otra vez". y le entregó la carta.

"No", dijo Bates, "no voy a sacar la carta del correo hasta que la estampilla esté pagada". Porque era un principio suyo no entrar en deudas.

Pero miró la carta, y dijo, "Siento que hay dinero en esta carta". Y dándosela de vuelta al señor del correo, le preguntó, "¿Podría por favor abrirla? Si hay dinero dentro de ella, Ud. guarde el valor de la estampilla; si no, no la leeré".

El señor del correo la abrió, y lo primero que vieron sus ojos fue ¡un billete de diez dólares! El lo cambió, sacó el valor de la estampilla, y le dio el resto del dinero, con la carta, a Joseph Bates. Era de un hombre que decía en la carta que el Señor le había impresionado con la idea de que el capitán Bates necesitaba dinero.

Joseph Bates caminó hacia el pueblo, compró un barril de harina y algunas papas y azúcar y otras cosas, llamó a un carretero y le dijo que llevara las cosas a su casa. "Probablemente la señora le dirá que las cosas no pertenecen allí, pero no le preste atención a lo que le diga. Descargue las cosas como yo le he dicho, en el porche del frente".

"Sí capitán", dijo el carretero, "Haré exactamente como Ud. me ha ordenado". Entonces Bates fue a la oficina editora, y les encargó que imprimieran mil panfletos tan rápidamente como pudieran. Este iba a ser el libro del sábado. Y les dijo que pagaría tan pronto como obtuviera el dinero, y que no sacaría ningún libro de la oficina hasta que estuvieran todos pagados. ¿De dónde conseguiría el dinero? no lo sabía, pero estaba seguro de que el Señor se lo enviaría.

El se detuvo en su camino hacia la casa para comprar algo de papel y plumas, y a la hora en que llegó a su casa las cosas habían llegado y estaban en el porche del frente. Fue por la puerta de atrás, y se sentó en su escritorio otra vez. Bastante pronto entró su esposa muy excitada, y dijo, "Joseph, mira allí afuera. ¿De dónde vino todo eso? Un carretero llegó hasta aquí y simplemente lo descargó. Yo le dije que no pertenecía aquí, que nosotros no teníamos dinero para comprar las cosas, pero él declaró que éste era el número exacto donde debía ser dejado. Y lo dejó todo allí, y se fue".

"Bueno" dijo su esposo, "supongo que está bien".

"¿Pero de dónde vino?" ella insistió.

"El Señor lo envió".

"Oh, sí", replicó ella, "el Señor lo envió: eso es lo que tú siempre dices". Entonces él le alcanzó la carta, y dijo, "Lee esto, y sabrás de dónde vino". Ella lo leyó, y entonces salió a llorar otra vez, pero era porque estaba avergonzada de su falta de fe. Y muy pronto volvió y le pidió perdón a su esposo.

Joseph Bates escribió su libro, el editor lo imprimió, y el dinero vino para pagarlo, todo a su tiempo. Y. S. Surney, quienes ustedes recuerdan fue con Joseph Bates en su viaje al Sur, recibió algo de dinero de una deuda que nunca creyó cobrar y con parte de esto él pagó lo último de la cuenta de la impresión. Y con el libro la verdad comenzó a esparcirse más y más.

Así que Joseph Bates comenzó a enseñar entre los adventistas la verdad del sábado. Y como verán en las historias que siguen, el Señor bendijo su sacrificio personal, y pronto trajo más luz y poder del cielo para la enseñanza de esta verdad de prueba. Y aquellos que desde aquí en adelante se unieron en la fe de la venida del Señor, el servicio del santuario celestial, y el séptimo día sábado, fueron los primeros que han llegado a ser conocidos por el nombre de Adventistas del Séptimo Día.

EL SUEÑO DE ANNIE SMITH

Por A. W. Spalding

La Sra. Rebeca Smith de Wilton Oeste, New Hamphshire, acababa de recibir la verdad del sábado de Joseph Bates. Ella tenía dos hijos, un chico y una chica, que estaban en la escuela lejos de la casa, y ella estaba muy ansiosa de saber acerca de ellos. Todos habían creído en la venida de Jesús en 1844, pero desde el Chasco, Uriah y Annie parecían haberse apartado al mundo. La madre había estado orando por ellos, y ahora que conocía la verdad del sábado, estaba más ansiosa que nunca de que ellos fueran salvos para esta obra.

"Voy a tener una reunión en Sommerville, Massachusetts, en unos pocos días", dijo el Sr. Bates. En ese tiempo, Annie estaba en la escuela en Charleston, a dos millas de Sommerville. "Ud. escríbale a Annie", continuó el Sr. Bates, "y pídale que asista a esa reunión en la casa de Paul Folsom, y allí la veré. Mediante la bendición del Señor ella puede recibir la verdad. Oremos ambos, mientras tanto, para que Dios toque su corazón a fin de que vaya".

Annie leyó la carta de su mamá. "Va a ser en sábado", se dijo, "Y no hay clases ese día. Bueno solamente para darle gusto a mamá, iré".

La noche antes del sábado ella tuvo un sueño. Pensó que había ido a la reunión, pero tarde, y que cuando ella llegó estaban cantando el segundo himno. Todos los asientos estaban ocupados excepto uno junto a la puerta, y ella se sentó allí. Un hombre agradable alto, que parecía noble, estaba señalando hacia un cartel raro, y estaba diciendo, "Hasta dos mil y trescientos días, y el santuario será purificado". Lo que él decía era muy interesante, y se dio cuenta de que era la verdad.

Esa misma noche Joseph Bates tuvo un sueño. El soñó que estaba en la habitación donde iba a ser llevada a cabo la reunión. Soñó que cambió de idea acerca del tema que daría, y que habló sobre el santuario. Luego de haber cantado el primer himno y orado, la puerta se abrió, y una joven entró y ocupó el único asiento vacante, junto a la puerta. Era Annie R. Smith, quien se interesó inmediatamente y aceptó la fe.

Así ambos despertaron el sábado de mañana, y ambos se olvidaron completamente de sus sueños. Annie se alistó para ir a la reunión con suficiente tiempo, pero en Sommerville perdió el camino y a la hora en que encontró la casa del Sr. Folson, era tarde. Cuando entró, estaban cantando el segundo himno, y ella ocupó el único asiento vacío, justamente junto a la puerta. Joseph Bates se paró y señaló al cartel, citando "Hasta dos mil y trescientos días, y el santuario será purificado". Instantáneamente el sueño de Annie se proyectó en su mente. al mismo tiempo el Sr. Bates la vio y recordó su sueño. Envió al cielo una oración especial pidiendo ayuda. Explicó a la gente cómo vino el Chasco ya que el santuario está en el cielo, no sobre esta tierra, y entonces mostró cómo el tercer mensaje debe ser dado, y trajo a la luz la verdad del sábado.

Luego de la reunión, él se acercó a Annie y le dijo, con una sonrisa de bienvenida "Yo creo que ésta es la hija de la hermana Smith, de Wilton Oeste. Nunca te vi antes, y todo ha pasado justamente como yo lo soñé anoche".

"Vaya, dijo Annie, "Yo soñé que lo veía a Ud. Soñé que estaba en esta reunión, y su rostro me pareció muy familiar". "Y", ella agregó, con un poco de indecisión, soñé que era la verdad, y ahora sé que es la verdad".

Ambos tuvieron una entrevista buena y feliz, y cuando Annie se retiró, ella se había decidido a guardar el sábado y a renunciar a sus otros planes. Ella y su hermano habían recibido el ofrecimiento de un lugar para enseñar por mil dólares al año con vivienda incluida, ahora ella renunció a eso. Volviendo a su escuela en Charleton, empaquetó su baúl y fue a su casa con su mamá, no para quedarse allí sin hacer nada, sino para entrar muy pronto en una gran obra.

Su hermano Uriah no recibió el mensaje esa vez. Pero un año después en septiembre hubo una conferencia cerca de su casa, e impresionado por la conversión de Annie, él asistió a ella. En su regreso a casa, cuidadosamente estudió lo que había escuchado y en diciembre comenzó a guardar el sábado.

Su hermana Annie se había ido hacia más de un año a ayudar a James White en la publicación de su periódico, y la siguiente primavera Uriah también fue a Rochester, New York donde el Advent Review and Sabbath Herald estaba siendo publicado, y comenzó a trabajar allí.

Ellos no recibían mucho, solamente su alojamiento y ropa, que costaba poco. Pero hacían esto gozosamente en favor de la verdad, en vez de obtener mil dólares y alojamiento, como podrían haber obtenido enseñando en la escuela.

Uriah Smith pronto comenzó a escribir, y por cincuenta años fue el director de la Review and Herald. Aún estaba trabajando fuerte por el periódico y la obra en el momento de su muerte, en 1903. Dios bendijo grandemente su primer sacrificio y posterior devoción, y muchos miles han sido convertidos por la obra que él ha hecho. El ha escrito algunos de nuestros libros más importantes. Probablemente el que Uds. conocen mejor es "Pensamientos sobre Daniel y Apocalipsis", que explica las profecías de estos maravillosos libros de la Biblia.

Annie Smith no vivió tanto como su hermano. Ella murió en 1855, apenas tres años después que vino a trabajar en la oficina. Pero mientras ella vivió, fue una gran ayuda y bendición, y sus obras siguen después de ella. Algunos de nuestros más hermosos himnos fueron escritos por ella. Un canto que ella escribió cuenta la historia de tres de los pioneros de nuestra obra. La primera estrofa se relaciona con Joseph Bates.

"Yo vi a uno cansado, triste y afligido
Con pasos ansiosos seguir en el camino".

la segunda estrofa es acerca de James White,
"Y uno vi, con espada y escudo.
Quien valientemente desafió la mirada fría del mundo".

y la tercera es de John Andrews,
"Y hubo uno que dejó atrás
los queridos amigos de años tempranos,
Y honor, placer, riqueza renunció
para andar el sendero rociado de lágrimas.
A través de profundas pruebas y conflictos
aún una sonrisa de gozo tenía:
Yo pregunté qué elevaba su espíritu,
'¡Oh esto!' dijo él, 'bendita esperanza'".

(Esta historia es relatada por A. W. Spalding en el capítulo 25 (pp 289-295) de la historia ya no impresa Pioneer Stories).

LAS MEDIAS DETRAS DE LA PUERTA

Como fue contado por A. L. White

Detrás de la puerta en un lugar oscuro, cerca de la cocina de su hogar en Rochester, New York, la hermana White colgó una media vieja. No le dijo a nadie del asunto. Era su secreto.

Ellos tenían una familia bastante grande, porque incluía a los obreros de la casa publicadora. El hermano White le daba a su esposa una cierta cantidad de dinero cada semana para afrontar los gastos de llevar adelante el hogar. El dinero escaseaba, pero de alguna manera, la hermana White se las arreglaba comprando cuidadosamente, para ahorrar un poquito cada semana. Algunas veces ella conservaba cincuenta centavos y los ponía en la media. Otras veces nada más quedaban 5 centavos o aún menos.

La hermana White era una mujer muy práctica. Ella sabía que vendrían emergencias y que cada familia debía tener un poco de dinero ahorrado para afrontarlas. Así que de tiempo en tiempo, ella añadía un poquito al fondo de emergencia que guardaba en la media.

Un día el pastor James White vino a la casa de la oficina publicadora y dijo, "Ellen, necesito dinero para papel y simplemente no tenemos. Nuestra gente no nos ha enviado dinero como debía. Estamos listos para imprimir la Review. El papel ha sido encargado. Están en la ciudad, pero como tú sabes, no puedo obtenerlo de la oficina de correos hasta que lo pague. "¿Qué puedo hacer?"

"James, ¿cuánto necesitas?" preguntó ella.

"Sesenta y cuatro dólares, y no sé donde puedo conseguirlos".

Sin decir una palabra, la Sra. White fue al armario y abrió la puerta y sacó la media. James White la miró sorprendido. Este era un secreto de la señora White que él no conocía.

La Sra. White vació la media sobre la mesa y juntos comenzaron a contar. ¿Habría suficiente? Cincuenta dólares, cincuenta y cinco, sesenta, sesenta y uno, sesenta y dos, sesenta y tres...¡¡SESENTA Y CUATRO!! Tenían suficiente! El pastor White puso su brazo alrededor de su esposa y le dio un gran beso. Cuán orgulloso estaba él de ella. Cuán contento estaba de que ella había previsto lo suficiente como para ahorrar, aún un poquito cada semana, para una emergencia.

El pastor lleno de gratitud se apresuró a la oficina de correos a obtener la provisión de papel. Pienso que el que lo atendió se debe haber preguntado por qué el pastor White pagó la cuenta con monedas tan pequeñas. Pero la Review and Herald se publicó a tiempo.

Algunas veces la hermana White habló a familias Adventistas del Séptimo Día, animándolos a ahorrar algo regularmente, aunque fuera muy poquito. En una carta a un joven que estaba trabajando, ella dijo que debía ser una norma en su vida ahorrar una parte del salario de cada semana. El debía adoptar como norma la costumbre de "Apartar cada semana una porción de su sueldo y guardarlo cuidadosamente, no tocándola excepto en caso de emergencia' (Mensajes Selectos, Tomo 2, p. 381).

Ella le dijo que si él hubiera hecho esto en vez de gastar cada centavo que ganaba, hubiera podido poner algo de dinero en el banco ganando intereses, o podría haber comprado un pequeño lote de terreno que tendría más valor a medida que pasaba el tiempo.

Cuando ella estaba en reuniones campestres y veía algunos de los niños y niñas gastando tanto de su dinero en helados y caramelos, se preocupaba por dos razones. Estas cosas que ingerían entre comidas, eran especialmente dañinas para el cuerpo, y además todos esos centavos podrían haberse ahorrado para cosas más útiles. (Counsels on Diet and Foods, p. 329).

La hermana White nos da un ejemplo en los primeros días cuando, como madre joven apartaba algo cada semana en la media y así ayudó a la causa de Dios en una emergencia. Ella nos insta a negarnos a nosotros mismos y ahorrar algo cada semana para la causa de Dios y para una emergencia en nuestra experiencia, si ocurriera.

(Basado en el relato de W. C. White).

TRES MILAGROS

Como fue contado por D. A. Dellafield

Quiero hablar con ustedes acerca de un sueño profético, una oración y un gran regalo de dinero que ayudaron a iniciar un colegio Adventista del Séptimo Día en Australia. En el corazón de la historia está el poder obrador de milagros de Dios revelado a través de su mensajera, Ellen G. White.

Regresen conmigo a mucho antes de que cualquiera de nosotros haya nacido, e imaginemos que estamos en Australia, en la gran ciudad sureña de Melbourne. Y ahora somos visitas invisibles en una reunión de junta. La hermana White, que ha venido recientemente de América para ayudar a establecer la obra, está hablando a los ministros que están asistiendo a la sesión anual de la Conferencia Australiana.

"Debemos tener un colegio aquí", dijo la hermana White, "un colegio con industrias y agricultura y un programa educacional amplio". La escuela, continuó, debiera estar situada en el campo, y la verdad y principios de la Biblia debieran ser básicos en toda instrucción. La naturaleza debe unir su voz con la de las Escrituras para dar a los estudiantes un entrenamiento espiritual tanto como práctico.

Los hermanos no pensaron que podían iniciar un colegio porque, como ellos dijeron, "Tenemos solamente alrededor de 500 creyentes aquí, y cómo podemos mantener un colegio con 500 creyentes. Pero la hermana White los animó, así que nombraron una comisión encargada de buscar un lugar para una escuela.

Luego de algunos meses la comisión encargada le informó a la señora White que había encontrado un terreno en Cooranbong, setenta y seis millas al norte de Sydney, en New South Wales. Su valor: aproximadamente cinco mil dólares. Tamaño: casi 1500 hectáreas. Los hombres pensaban que había muchas posibilidades. ¿Iría la hermana White a verlo?

Por supuesto que iría. Y con varios de nuestros obreros ella se subió al tren para viajar setenta y nueve millas a la pequeña estación en Dora Creek. Al ir viajando, ella contó de un sueño que había tenido varias noches antes. En esta visión de la noche ella fue llevada a una parcela de terreno que estaba siendo considerada para un colegio. El terreno estaba cubierto con bosques espesos. Ella se vio a sí misma y a su grupo caminando a través de los bosques. Al hacerlo llegaron a un pequeño claro, y allí se encontraron con un surco muy prolijo que había sido arado a la profundidad de 1/4 de yarda y la longitud de 2 yardas. cuando parecían estar mirando el surco, dos de los hermanos vinieron a la escena y dijeron, "Esta no es buena tierra. El suelo no es favorable". Pero la hermana White vio en su sueño un ángel que estaba parado cerca del surco que dijo, "Falso testimonio ha sido presentado sobre esta tierra". El ángel entonces describió las propiedades de las diferentes capas de la tierra y explicó la ciencia del suelo. Dijo que la tierra estaba hermosamente adaptada para el crecimiento de frutas y vegetales, y que Dios dispondría una mesa en el desierto; adecuadamente cultivada, la tierra cedería su producto para el beneficio del hombre.

Cuando ellos llegaron a la propiedad, la hermana White descansó por un tiempo cerca de un pequeño fuego mientras los obreros se dispersaron para mirar el terreno. Un poco más tarde ella comenzó a inspeccionarla. Con el pastor y la Sra. Starr caminó a través del bosque de grandes árboles de eucalipto. Pronto llegaron a un pequeño claro, y cerca del centro, he aquí, milagro de milagros, vieron un surco nítidamente hecho que había sido arado de alrededor de 6 pies de largo y 9 pulgadas de profundo. No había huellas de carro, ni marcas de caballos, solamente el surco corto, recién arado...Al estar inspeccionando la escena, los dos hombres del sueño de la hermana White se pararon en cada extremo del surco, expresaron que era arenoso y amargo, y que no valía prácticamente nada.

Aquellos que habían escuchado a la hermana White relatar su sueño deben haberla mirado con una pregunta en el rostro, como diciendo, "Bueno, hermana White, ¿no les va a decir lo que dijo el ángel?"

Y la hermana White lo hizo. Ella repitió las palabras del mensajero de Dios. "Falso testimonio se ha presentado en relación a esta tierra. Dios puede proveer una mesa en el desierto". --Carta 350, 1907.

Bien, los hermanos quedaron profundamente impresionados y dijeron, "Ciertamente el Señor nos ha guiado a este lugar. Este es un milagro de Dios". Y esa noche votaron que comprarían el terreno de 1500 hectáreas para situar nuestro nuevo colegio en Australia.

Al día siguiente, cuando los obreros se reunieron para la oración algunos se tornaron indecisos. No estaban seguros de que la correcta decisión había sido hecha. La hermana White se sintió impresionada de pedirle a Dios una prueba de su favor, alguna evidencia especial de que él estaba dirigiendo las cosas. Ella fue impresionada para orar por el sanamiento del hermano McCullogh, un activo miembro de la comisión encargada de escoger el lugar que estaba afectado por tuberculosis y se enfrentaba con la muerte. Inmediatamente el pastor McCullough fue sanado. Cuando él habló al respecto, tiempo después dijo que parecía que un choque de electricidad pasó a través de su cuerpo. Dejó de toser, recuperó su peso y fuerza normales, y créanlo o no, jovencitos, vivió cincuenta años más. Cuando los obreros presenciaron este milagro se sintieron seguros de que Dios los había dirigido en su decisión de comprar el terreno para nuestro colegio.

Ahora nosotros les hemos contado acerca de dos milagros. ¿Qué en cuanto al tercero? Bueno, la decisión de comprar la propiedad fue confirmada en la siguiente sesión de Congreso de la Unión Australiana, noviembre 20 de l894. En torno a ese tiempo la señora A. E. Wessels de Sudáfrica, con su hija Anna y su esposo Harmon Lidsay, visitaron la nueva escuela en Coorangong. Ellos quedaron impresionados por lo que vieron, y naturalmente cuando escucharon acerca de los milagros que habían acontecido, sintieron que la mano de Dios estaba dirigiendo todo. Así que adivinen lo que pasó después.. Ana Lindsay movida por el Espíritu de Dios, dijo, "Yo haré un regalo de 5000 dólares a esta empresa". Y lo hizo. Esto pagó por el terreno, y éste fue el tercer milagro.

Y así se inició un colegio en Australia. ¿Cómo? por una visión de la noche, una oración, y un regalo de amor, y por mucho trabajo duro de parte de aquellos que creyeron que Dios los estaba guiando. Fue un triunfo de fe y providencia. Dos años después, luego de mucha ansiedad y días de ferviente trabajo, sudor y fe, esta escuela fue formalmente abierta.

En esta historia, niños y niñas, nosotros vemos otra evidencia de cómo Jesús usó a la hermana White y su don de profecía para guiar a la Iglesia Adventista del Séptimo Día en su importante obra, no solamente en este país sino también al otro lado del océano.

(Basado y adaptado de artículos por Arthur L. White en The Review and Herald, 3 de abril de l958).

JAMES WHITE ENCUENTRA UN CAMINO
UN LOBO AYUDA

Como fue contado por A. L. White

Esta es una historia de perseverancia. ¿Te gusta este tipo de historias? Además este relato trata de vacaciones. A todos nos gustan las vacaciones. Esta historia se refiere a una vez cuando la familia White estaba tomando una vacación en las montañas Rocallosas. Estaban el pastor y la señora White, Willie que tenía 18 años, y una amiga cercana de los White, la Sra. Hall. Los hermanos White habían estado trabajando mucho, yendo de lugar en lugar asistiendo a reuniones, hablando y ayudando a la gente por años, y necesitaban un cambio. Tanto el pastor como su esposa tenían mucho de lo cual deseaban escribir y no podía hacerlo en la casa de Battle Creek o cuando estaban de viaje, así que decidieron pasar el verano de 1873 en Colorado, descansando y escribiendo.

La hermana White tenía una sobrina que vivía en Colorado. El esposo de ésta era el Sr. Walling y tenía un aserradero. Los Walling tenían una cabaña que se podía arreglar y el pastor y su señora podían permanecer allí. Parte del tiempo escribirían y la otra parte restante descansarían.

Y así los White fueron al hogar de los Walling, se instalaron en la cabina y pasaron una temporada maravillosa. Gozaron escalando las montañas y mirando los torrentes de agua. Contemplaron las rocas grandes de granito y observaron las hermosas puestas de sol. Disfrutaron juntando moras silvestres que encontraban aquí y allá.

Un día ya avanzado el verano, el Sr. Walling le preguntó al pastor y a la Sra. White si les gustaría ascender al Lago Grande en Midle Park por unas dos semanas y acampar junto al lago. Tomaron algunas velas para iluminación. Planearon que estarían acampando junto al lago por unas dos semanas.

A las once de la mañana el domingo todo estaba cargado en dos carros, y comenzaron a ascender hacia las montañas, pasando el límite forestal, parte del cual no crecen los árboles porque es demasiado alto. Pasaron a través de ese cruce y comenzaron a andar por un camino angosto y tortuoso y acamparon para pasar la noche. El lunes de mañana, salieron nuevamente. El pastor y la Sra. White y Willie andaban a caballo. Pronto tendrían que acampar por unos días aquí mientras el Sr. Walling regresaba a la casa ya que uno de los ejes de los carros se había roto. fue una semana más tarde cuando el Sr. Walling envió uno de sus empleados con el eje reparado, y para llevar a los White al lago.

El lago grande es bastante grande, pero en aquellos días, nadie vivía allí. Durante los meses del verano, dos pescadores se quedaban allí en una cabaña y pescaban para el mercado. Cuando ellos llegaron, escogieron un buen sitio para su campamento y el empleado les ayudó a levantar sus carpas. Con sus caballos, arrastró troncos secos que podían ser usados como leña. Pronto estuvieron instalados, pero ya sus provisiones estaban por acabarse. Luego de pasar el sábado con ellos, el empleado se despidió y regresó pasando el límite forestal hacia el aserradero, prometiendo enviar provisiones pronto o hacer que el Sr. Walling viniera a llevarlos de vuelta a la cabaña.

¡Cómo disfrutaron los White de ese hermoso lugar! Era tan tranquilo y el lago tan hermoso. Anduvieron en bote y escalaron. Descansaron y el pastor y la Sra. white escribieron bastante. La Sra. White en este momento escribía la primera parte de La Vida de Jesús.

Willie especialmente disfrutaba mirando a los otros jugar. Ellos se resbalaban hacia el lago. Los White se relacionaron con los dos pescadores. Su pequeña cabaña estaba junto al lago. Ellos pescaban los peces y los mantenían vivos hasta que un hombre venía de Black Hawk con caballos y alforjas, entonces esa noche sacaban los peces del agua, los limpiaban y los dejaban afuera en la escarcha y a la mañana siguiente los ponían en las alforjas y los llevaban al mercado en la Ciudad Central y en Black Hawk.

El hermano White esperaba que el Sr. Walling regresara pronto para buscarlos. Pero por alguna razón, él se demoró. Parece ser que el Sr. Walling era un hombre en el que no siempre se podía depender. El pastor White estaba trabajando en la revisión de un folleto que era impreso en nuestra casa publicadora en Battle Creek. El había prometido a ellos que la copia estaría en un determinado tiempo. Si el señor Walling se demoraba demasiado, no iba a poder cumplir su promesa, y el folleto sería atrasado seriamente.

El Sr. Walling no vino. Pronto todas las velas se habían quemado, así que cuando se oscurecía, ellos se acostaban, y cuando amanecía se levantaban. Pero el gran problema era la comida. Se estaba acabando rápidamente y esto realmente los preocupaba. Pidieron a los pescadores que les vendieran algunas de sus provisiones, pero éstos no tenían mucho para dar. Encontraron que había moras silvestres aquí y allá en las laderas de las montañas, y juntaron estas moras y las usaron, y con algunas hicieron pasteles y se las cambiaron a los pescadores por otros alimentos. A medida que pasaban los días, la comida se volvía más escasa.

El pastor White pasaba parte del tiempo escribiendo en su folleto. Cuando él y Willie llegaron a su campamento después de escalar un martes de tarde, el pastor descubrió que lo hombres habían venido por los peces y saldrían temprano la siguiente mañana para Black Hawk. El decidió que debía terminar su trabajo del folleto y enviarlo al correo con estos hombres. Había dado su palabra de que el folleto saldría en una fecha determinada y ésta era su oportunidad de cumplir su palabra. Así que rápidamente tomó su Biblia y su concordancia y continuó trabajando en la copia para el folleto. Ocasionalmente miraba hacia el sol y veía que pronto estaría detrás de las montañas. Cuando oscureciera, no podría escribir más, porque como ustedes recuerdan, no tenían más velas. ¿Qué podía hacer? ¿Cuándo escribiría? pensó. Debía encontrar una forma de terminar ese folleto.

El pastor era un hombre que no se daba por vencido fácilmente. Si un camino parecía cerrado, él trataba de encontar otro. El se mantenía firme hasta que el trabajo estaba hecho. Al pensar, recordó que esa misma tarde al estar en su caminata, a cierta distancia del campamento ellos habían visto el cuerpo de un lobo. Había un cazador que había puesto trampas de la manera que ellos llamaban línea de trampas. Tenía un sendero y colocaba trampas aquí y allá en lugares donde posiblemente podía cazar a los animales. Hacía esto porque quería la piel. Y más o menos cada semana o diez días venía y si encontraba un animal en la trampa, lo mataba, le quitaba la piel y dejaba el resto allí porque no lo usaba; y esa misma tarde, ellos habían visto el resto de un lobo recientemente muerto. El pastor White pensó, quizá---quizá, ellos podrían sacar un poco de grasa del cuerpo de ese lobo y podían usar esa grasa para encender una luz. Llamó a su hijo Willie.

"Willie, Willie ven aquí!" Necesito una luz para terminar este folleto esta noche. Lo he prometido y debe salir a las 6 de la mañana cuando los hombres lleven el pescado a Black Hawk. Recuerdas el cuerpo de ese lobo que vimos allá en el sendero?
"Sí", contestó Willie.
"¿Crees que lo podrías encontrar?"
"Si. Estoy bastante seguro que puedo".
"Muy bien", dijo el pastor White, "quiero que tomes un cuchillo y una olla y vayas al cuerpo de ese lobo y saques toda la grasa que puedas. Debo tener una luz". Y al irse Willie, James White lo llamó diciendo, "¡No te olvides del rifle!" ¡Había osos pardos en el valle!

Así que con un rifle de doble cañón sobre su hombro, y una olla y un cuchillo, Willie comenzó a seguir el sendero para ver si podía encontrar el cuerpo del lobo. Solamente esperaba que un coyote no lo hubiera encontrado entre el momento en que ellos lo vieron y el momento en que esperaba encontrarlo. Pero cuando llegó al lugar, allí estaba. Se arrodilló junto al cuerpo. Le sacó un poco de grasa de aquí y de allá y encontró un poco más en otro lugar; entonces cortó el cuerpo abriéndolo. Encontró más grasa alrededor del hígado. Como contó la historia a sus hijos muchos años después, dijo que ¡nunca había visto un lobo tan flaco en toda su vida! cuando Willie consiguió toda la grasa que pudo (alrededor de 1 taza y media), se estaba poniendo oscuro y rápidamente caminó de regreso al campamento. El pastor White tomó la olla y la puso sobre el fuego y la grasa se puso blandita y se derritió formando aceite. Entonces la volcó en un plato, y rompió unos pedazos de trapitos, los que puso en el aceite, los dobló y los introdujo en el aceite y retorció hasta que tomaran forma. Los dejó sobre el borde del plato. Lo encendió. Chisporroteó y entonces prendió en una linda llama. ¡El pastor White tenía luz!.

Y así continuó con su trabajo de escribir, con la luz dada por el aceite que vino del lobo. Llegaron las 10, y él estaba todavía escribiendo. Las once, y aún no había terminado. Miró dentro del plato. Sí, había suficiente aceite. Llegaron las doce de la noche y volvió a mirar. Había terminado el folleto ahora y aún quedaba un poco de aceite. Ya tenía su carta y el folleto listos para salir. Apagó la llama y se fue a dormir.

Temprano en la mañana cuando los hombres llevaron los pescados a Black Hawk y Denver, llevaron también la carta y el folleto para despachar a la casa publicadora. El pastor White no les había fallado. Había hecho una promesa y la había cumplido. Encontró una forma de hacer lo que debía ser hecho.

Nosotros pensamos que los pioneros hicieron grandes cosas, y es verdad. Pero ellos estaban preparados para hacer trabajos difíciles porque cuando eran niños habían aprendido a hacer cosas duras. No los encontramos diciendo, al enfrentarse a una tarea difícil, "¡No puedo, no puedo hacerlo!". Yo sé que los niños que me escuchan nunca dicen eso, pero a veces son tentados a hacerlo: Cuando se les pide en la escuela o en la casa que hagan algo que parece ser muy difícil. El pastor y la Sra. White encontraban formas de hacer lo que debía ser hecho.
Como una semana después, el Sr. Walling vino. ¡Cuán contentos estuvieron al verlo! Trajo algo de alimento y explicó que había tenido problemas en el aserradero y que simplemente no había sido conveniente venir. No se había dado cuenta de que los White estaban pasando verdadera hambre allí en las montañas.

Pero sea como fuere, el pastor White "se mantuvo firme". Encontró un camino para hacer lo que necesitaba ser hecho. No se dio por vencido.

(Esta historia está basada en el registro diario de Ellen G. White y en las memorias de William C. White como lo contó a sus hijos).

LA VACA QUE QUEDÓ ATRAPADA EN EL BARRO

Como fue contado por Arthur L. White

Esta es otra historia de perseverancia, pero se refiere a la hermana White cuando era una niña pequeñita. El apellido de la familia era Harmon, y la familia Harmon vivía en el campo cerca de Gorham, Maine. La casa estaba sobre una colina y detrás de ella había un valle. A través de este valle corría un pequeño arroyo. Esta tierra detrás de la casa, sobre la ladera de la colina y através del arroyo estaba mayormente cubierta de bosques y servía como pasto para los animales.

En el hogar Harmon, cada uno de los niños tenía su tarea. A ellos se les enseñó a hacer su parte en la casa. Ellos aprendieron a hacer su trabajo bien hecho. Cuando Ellen era apenas muy pequeñita una de sus tareas era ir al portón del prado al atardecer, abrirlo y traer la vaca al cobertizo donde su papá ordeñaba. Cada tarde cuando ella iba a buscar la vaca, la encontraba allí, porque las vacas tienen una forma de saber cuándo es tiempo de ser ordeñada, y ellas saben que conseguirán algo especial para comer también.

Así que cada tarde Ellen iba al portón del prado, abría la puerta, y traía la vaca al cobertizo. Pero una tarde, cuando fue al portón, la vaca no estaba en su sitio acostumbrado. "Qué extraño", pensó ella, "¿Dónde está Bossy?" Así que comenzó a llamar, "¡Ven Bossy, ven Bossy!" Entonces se detuvo a escuchar, pero no oyó nada. Llamó más fuerte "¡Ven Bossy, ven Bossy, ven Bossy!" y escuchó. No hubo respuesta, y ella se dio cuenta de que algo andaba mal, porque Bossy siempre estaba allí cuando era hora de ser ordeñada.

Ahora, yo conozco algunos niños o niñas que hubieran dicho, "Bueno, qué mala suerte. Si Bossy no está aquí, no hay nada que yo pueda hacer al respecto. No puedo hacer nada". Pero Ellen y sus hermanas y hermano habían aprendido a llevar responsabilidades. Se les había enseñado a encontrar una forma de hacer lo que necesitaba ser hecho.

Pero ¿dónde esta Bossy? Ellen abrió el portón del prado y comenzó a caminar a través de los bosques hacia el pequeño arroyo. Y siguió llamando, "¡Ven Bossy, ven Bossy, ven Bossy!" Siguió y siguió caminando a través del bosque por el sendero del prado. Siguió llamando. Finalmente cuando llegó cerca del arroyito, llamó, "Bossy," y escuchó un suave "Muuu..." En seguida se dio cuenta de que Bossy estaba cerca. Siguió llamando y mirando hacia todos lados. Finalmente llegó al arroyo, y ¿quién estaba allí sino Bossy?...¡estaba parada en el arroyo atrapada en el barro!

Quizá piensen que es extraño que una vaca se quede en el barro, pero yo he sabido de casos en los que vacas han estado atrapadas días porque el lodo era suave y no podían salir.

Ahora, ¿qué podía hacer Ellen? Aquí estaba la vaca y estaba estancada. ¿Cómo la podía sacar? Comenzó a observar, Encontró un lindo pasto alto, cortó unos grandes montones y los llevó hasta donde la vaca lo podría alcanzar. Y¡ah! ¡cómo le gustó ese pasto a Bossy! Ella consiguió más pasto, y se lo alcanzó nuevamente, y Bossy pudo comerlo. Y luego trajo más pasto, pero esta vez, no se lo dio a Bossy, con una mano, tomó un cuerno de Bossy y sostuvo el pasto cerca de la boca de la vaca, y entonces movió el pasto rápidamente alejándolo. Al hacer esto, dijo "¡Ven Bossy!" y dio un rápido tirón del cuerno. La vaca, tratando de alcanzar el pasto, hizo un esfuerzo extra y salió del barro. Y entonces Ellen le dejó que comiera todo el pasto.

Se estaba haciendo tarde cuando llegó de regreso a casa, pero Bossy estaba con ella. Había encontrado una forma de hacer lo que necesitaba ser hecho. Esto fue una lección que le ayudó a través de toda su vida. La hermana White fue llamada a hacer muchas cosas difíciles. Fue porque mientras ella era una niña pequeña había aprendido a ser fiel y a hacer lo que necesitaba ser hecho que ella estaba preparada para hacer cosas mayores y más difíciles más adelante en la vida. No leemos que cuando la hermana White tenía algo difícil para hacer se quejaba diciendo, "no puedo hacerlo" No, ella encontraba una forma de realizarlo. Es una lección que cada niño y niña debe aprender también. Si nosotros aprendemos esta lección, nos ayudará en toda nuestra vida.

EL BARCO DE RIO Y LA BALSA DE MADERAS

Como fue contado por Arthur White

¿Les gusta ir a Congresos campestres? ¿Les gustaría ir a un campestre en lancha? La familia White viajó alrededor de cien millas en lancha (barco), al ir al congreso campestre en Minnesota en 1870. No fueron solos. Había otras familias adventistas formando en total un grupo de 10 personas. De la familia White estaban el pastor, la Sra. White y Willie, que contaba con 15 años de edad.

Llegaron al río Mississipi en Dubuque, Iowa, temprano un miércoles de mañana en junio y allí debían cambiarse a una gran lancha. A la mañana siguiente los llegarían a buscar y llevarían a los terrenos del campestre de Minnesota. ¡Qué día agradable les aguardaba!

Cuando llegaron al río, allí estaba la gran lancha y se apuraron subiendo por la plancha. El bote debía salir a las nueve en punto. Era un hermoso día de sol. El capitán hizo sonar el silbato. "Tuuuuuuuuuuuut, tuuuuuuuuuut!" Y las máquinas comenzaron a funcionar. "Chug, chug, chug, chug" Las ruedas de paleta a los lados del barco comenzaron a dar vueltas con un "¡Splash, splash, splash, splash!" y el barco salió del muelle con sus cien personas.

Muchos de los pasajeros quedaron en cubierta, especialmente el pastor White, Willie y otros del grupo adventista. La hermana White no lo hizo. Le hubiera gustado quedar allí pero había tantas cosas que le habían sido mostradas en visión acerca de las cuales debía escribir que sintió que debía usar este día de viaje tranquilo, para hacerlo. La azafata encontró un lugar tranquilo donde la hermana White podía escribir. Había traído sus plumas, lápices y papel. Así que pasó la mayor parte del día escribiendo, escribiendo, escribiendo.

¡Qué día glorioso era y qué hermoso lo estaban pasando los que estaban sobre la cubierta! El cielo estaba claro y azul. El sol, brillante y tibio. Ellos se fueron hasta el frente de la gran lancha y el pastor White y los muchachos miraron cómo parecía cortar el agua al abrir su camino por el río.

Al mirar hacia adelante por el río, ellos alcanzaron a ver algo. Estaba sobre el río, pero no era un bote. Era ancho, chato y largo. Había unos hombres sobre eso, y se preguntaban qué era. Observaron hasta que llegó más y más cerca. Cuando estuvo cerca del barco, pudieron ver de qué se trataba. Era una balsa hecha de maderas.

En los bosques río arriba, los grandes árboles habían sido cortados y luego eran llevados a la orilla del río. En un aserradero, los troncos eran nuevamente cortados formando maderas. Luego estas maderas se ataban con grandes cadenas y sogas. Con varios hombres sobre esta balsa de madera, la hacían flotar río abajo a las ciudades donde podían venderlas. Era una forma barata de transportar madera. Había uno o dos hombres en la parte posterior con tablas que habían sido transformados en una especie de timón para guiar la balsa mientras hacía su lento viaje río abajo por la corriente.

Los pasajeros se interesaron mucho en esta balsa de maderas. Ellos pensaron que los hombres habían sido muy ingeniosos de inventar una manera tal de transportar las maderas. Estaban interesados en la choza construida sobre la balsa como lugar para cocinar. Mientras miraban intensamente cómo la balsa de madera pasaba junto a la lancha, escucharon que los hombres gritaban, "¡Papeles! ¡Papeles! ¡Queremos papeles! Habían estado varios días sobre la balsa, y querían algo para leer. Cuando uno de ellos se zambulló y nadó hacia el barco, la gente tomó sus periódicos, los retorcieron un poco y lanzaron hacia donde estaba el hombre. En seguida los recogió y nadó de regreso a la balsa. Llegando allá los colocó sobre las maderas para que se secaran. Mientras pasaba la balsa río abajo detrás de ellos, los papeles ya se estaban secando y pronto los hombres tendrían algo para leer.

Este le dió al pastor White una idea. Quizá ellos se encontrarían con otra balsa de maderas. ¿Por qué no darles los papeles y folletos que trataban de la venida de Jesús? Aquí había una oportunidad para obra misionera. "Willie" llamó el pastor, "¡ven aquí"!

Willie, de 15 años, fue junto a su padre. Este le dijo, "Abajo en el camarote, en mi bolso, hay unas copias de Review and Herald y del Youth's Instructor y algunos folletos. Quiero que tomes algunos de esos papeles y los traigas aquí".

Mientras Willie fue a conseguir los papeles, el hermano White pensó en cómo podría arreglarlos para que llegaran hasta la balsa sin mojarse. Cuando Willie regresó, dejó los papeles sobre un banco cerca de la baranda de la lancha y el pastor White lo envió a la cocina del barco a buscar una soga. Además de esto le dijo, "Quiero que vayas a la pieza de las máquinas y consigas algunas piezas de carbón, pedazos sólidos". Willie hizo como se le había indicado. Consiguió algo de soga en la cocina y algunas piezas de carbón en el cuarto de las máquinas y las trajo a su padre.

(Mientras se está contando la historia, es interesante representarla con pedacitos de carbón y algunas revistas, para atraer la atención).

Y así el pastor White tomó algunos de los papeles y un folleto o dos y los enrolló apretadamente alrededor de los papeles para sostenerlos firmemente con el carbón de adentro. Dejó el pequeño paquete a un lado. Alistó otro y otro. Por qué creen que ató los pedazos de carbón dentro de los papeles? Bueno, por supuesto, para que cuando él tirara los papeles con el peso del carbón podría llegar hasta la balsa.

Entonces el pastor White y Willie se preguntaron, ¿pasaría otra balsa de madera? No tenían forma de saberlo, pero de todas formas, después de esperar un rato y de observar mucho se veía que se acercaba otra. Ellos la vieron venir hacia ellos, río abajo. ¿Vendría la balsa lo suficientemente cerca? ¿Sería él capaz de alcanzarlos lanzando los papeles con el carbón? Observó y tembló un poquito, pensando en cómo saldría todo. Otros también estaban observando. La balsa de maderas vino más cerca, más cerca. Ahora ya estaba justo al lado de la lancha. James White tomó un pedazo de carbón con los papeles y lo lanzó! Y tomó otro, y lo lanzó. Willie tomó uno y lo lanzó y todos llegaron hasta la balsa de madera. Ellos vieron a los hombres apresurándose sobre la balsa para obtener los papeles. Luego los vieron parados sobre las maderas, leyendo la Review y el Instructor y los demás folletos. El pastor White dijo en su corazón, "¡Esa es buena obra misionera!" Una buena manera de compartir su fe.

Así que alistaron más, y dos o tres veces ese día se cruzaron con balsas de madera y el pastor White y Willie lanzaron los papeles para que los hombres leyeran. Nuestros pioneros adventistas estaban siempre buscando formas en las que pudieran contar a otros el mensaje de la pronta venida de Jesús. Nosotros también podemos encontrar muchas maneras si las buscamos.

Como el sol se estaba ocultando en el oeste, los adventistas se reunieron en el frente del barco. Estaban observando cómo parecía cortar un sendero por el agua. Alguien comenzó a cantar un himno, y todos los adventistas se unieron al canto. De repente oyeron aplausos y golpes de pies y voces que decían, "cántenos más" "canten otra vez" al mirar a su alrededor había un gran grupo de pasajeron que se había reunido para escuchar a los adventistas cantar himnos de la pronta venida de Jesús. Cantaron otro himno.

Entonces, uno de los hombres sobre el bote, un hombre de negocios, vino al pastor White y le dijo, "Sr.White, se rumora en el bote que la Sra. White habla en público. Los pasajeros están solicitando que ella hable esta noche en la cabina de las damas si ella está de acuerdo".

Díganme niños, cómo sabían los pasajeros en esta lancha que la hermana White hablaba a grandes audiencias? Ah, yo les digo que en aquellos días, ella era bien conocida como conferenciante, y a la gente siempre le gustaba oirla hablar.

Así que el pastor White dijo, "voy a ver". Bajó a donde estaba la hermana White escribiendo. "Ellen los pasajeros han pedido que les hables esta noche". Juntos conversaron al respecto. ¿Sería apropiado? ¿Cuál sería el tema?

Finalmente dijo, "Sí, si ellos quieren que yo les hable, lo haré"

Así que se les comunicó a los pasajeros que en unos pocos minutos, la Sra. White les hablaría en la cabina de las damas. Y por casi una hora esa noche, la hermana White habló a los pasajeros acerca del amor de Dios y cómo la naturaleza testifica de ese amor.

Cerca de las 9 de la noche, era hora de dormir. Así que el pastor y la señora White y sus hijos fueron a su cabina para pasar la noche. Pero antes de acostarse hicieron algo. ¿Qué creen que hicieron? Sí, por supuesto que sí. Se arrodillaron y tuvieron un culto juntos y le pidieron a Dios que enviara a sus ángeles para cuidarlos mientras viajaban a través de las horas de la noche. Subieron a sus literas y se durmieron. Al dormirse, todo lo que podían escuchar era el "chug, chug, chug, chug" de las máquinas y el "splash, splash, splash, splash" de las ruedas de paleta y se durmieron rápidamente.

En torno a la media noche, hubo un terrible ¡¡CRASH!! el bote tembló de punta a punta. Todos se despertaron y se preguntaron qué había pasado. Luego todo quedó muy quieto, y lo único que podían escuchar era el "chug, chug. chug. chug" de las máquinas y el "splash, splash de las ruedas de paleta. De repente, escucharon un terrible rechinar "Brrrrrrr-tttttt" Y todo quedó quieto otra vez. Todo lo que se escuchaba era el "chug, chug" de los motores y el "Splash, splash" de las ruedas de paletas, y rápidamente se volvieron a dormir.

A la mañana siguiente, los pasajeros fueron con el capitán. Preguntaron, "Capitán, ¿qué pasó anoche? ¿Qué causó ese terrible choque y todo ese ruido?"

Este respondió, "Podría haber sido muy serio. Al ir navegando río arriba a la medianoche, llegamos a una curva del río. Justo al llegar a la curva, nos encontramos con una balsa de maderas justamente a la mitad del río y no hubo tiempo para que dobláramos ni para que la balsa de maderas doblara, así que chocamos con ella justo en el medio, rompimos las cadenas, partimos la balsa en dos y cuando la madera pasó junto a nuestro barco, parte de ella se mezcló con las ruedas de paletas eso fue lo que hizo el terrible ruido".

Esperamos, que los hombres de la balsa no hayan estado justamente en el lugar donde el barco chocó. Pero Dios envió su ángel mensajero para cuidar al pastor y la Sra. White y su hijo al estar en camino al congreso campestre esa noche. Yo estoy contento de que Dios envía sus ángeles mensajeros para cuidarnos. A veces sabemos cuando nos ha cuidado; otras veces ni nos damos cuenta. Pero podemos siempre pedirle al Señor que envíe sus ángeles para protegernos, y sabemos que el Señor nos ama y oye nuestras oraciones y envía sus mensajeros para que estén cerca de los que le sirven.

Así los White fueron al campestre. Encontraron una forma de compartir su fe en el camino y Dios envió a sus ángeles para protegerlos mientras viajaban de noche.

(Historia basada en el informe de James White en la Review and Herald, 5 de junio de 1870, y en el relato de W. C. White como lo contaba a menudo a sus hijos).

EL TESORERO DEL CONDADO Y EL DINERO PERDIDO

Como fue contado por A. L. White

Esta historia es acerca del tesorero del condado y el dinero perdido, y nos muestra cómo Dios ayudó a la gente a saber que el mensaje de los pioneros era la verdad y que él hablaba a su pueblo a través del Espíritu de Profecía.

En el verano de 1849-1850, el pastor y la Sra. White vivían en Oswego, New York, muy cerca del Lago Ontario. Mientras estaban allí, el Pastor White publicó varios números de nuestro pequeño primer periódico, La Verdad Presente. También tuvo reuniones y presentó el mensaje, particularmente la verdad del sábado. Nuestros pioneros lo llamaron el mensaje del tercer ángel, y así lo conocemos hoy.

Los metodistas estaban especialmente preocupados, y con un hombre de negocios muy ferviente dirigiéndolas, tuvieron reuniones de reavivamiento. Este hombre, a quien conocemos solamente como el Sr. M., era el tesorero del condado. La gente estaba muy impresionada y a algunos les costaba decidir quién estaba en lo cierto, éste hombre que sostenía el domingo o el pastor White, un joven ministro que recién se había mudado a oswego y que vivía en una casa alquilada con muebles prestados, que estaba enseñando la verdad del sábado. El Sr. M., bien conocido en la ciudad, tesorero del condado y al frente de un reavivamiento religioso, le dijo a la gente que el sábado no era importante. Todo lo que tenían que hacer era apartarse del pecado y entregar sus corazones a Dios.

El Sr. Hiram Patch y la buena joven con quien él estaba por casarse, estaban especialmente preocupados. ¿Cómo podían ellos saber cuál era la verdad en este asunto? Estaban profundamente impresionados con el fervor del tesorero Metodista del condado y las reuniones que él llevaba a cabo. También podían ver claramente las pruebas Bíblicas para la verdad del sábado y el mensaje del tercer ángel.

Alrededor de esta época, la hermana White recibió una visión en la cual se le mostró el verdadero carácter del Sr. M., y que él no era honesto. Se le instruyó que le dijera al Sr. Patch, "Espera un mes, y conocerá por usted mismo el carácter de las personas que están involucradas en este reavivamiento, y que profesan tener una carga tan grande por los pecadores".

Cuando la Sra. White le dijo esto el Sr. Patch replicó: "Esperaré".

Alrededor de dos semanas más tarde, mientras el Sr. M., tesorero del condado, en una de sus reuniones de reavivamiento, estaba orando en agonía por los pecadores, un vaso sanguíneo de su estómago se rompió, y fue llevado a su casa en gran dolor. Cuando otros se encargaron de su trabajo de tesorero en la corte del condado, descubrieron que faltaban mil dólares de los fondos del condado. El jefe de policía y su ayudante fueron enviados a la casa del tesorero a preguntarle acerca del dinero que faltaba. El policía entró por la puerta del frente y su asistente quedó en el patio. El primero encontró al Sr. M. en la cama y éste le dijo que no sabía nada del dinero extraviado.

Justo entonces el asistente entró por la puerta de atrás con la Sra. M. y él tenía en su mano una bosa de dinero. Llegó justamente a tiempo para escuchar al tesorero poner a Dios como testigo de que él no había tomado dinero.

El asistente entonces, levantó la bolsa de dinero y preguntó, "¿Qué es esto?" Al estar él parado afuera mientras el policía entraba en la casa, había visto a la Sra. M. salir por la puerta de atrás llevando una bolsa que rápidamente escondió en una pila de nieve. Entonces al volver ella a la casa, se encontró con el hombre que la había estado observando, y él la llevó de nuevo a buscar la bolsa. Tal y como lo había sospechado, contenía el dinero perdido. El tesorero fue arrestado. Las reuniones de reavivamiento sufrieron un colapso. La gente del pueblo quedó disgustada.

Ahora el Sr. Patch supo quién tenía la verdad, y él, con la joven que pronto fue su esposa aceptaron completamente el mensaje del tercer ángel, se unieron a los adventistas guardadores del sábado y fueron miembros muy fieles. Cuando ellos vieron el cumplimiento de las predicciones de la Hna. White, supieron que Dios estaba guiando a este pueblo y que ellos tenían la verdad.

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