sábado, 17 de mayo de 2008

COMENTARIO AUXILIAR- LECCION Nª8


Lección 8

Para el 24 de Mayo de 2008

La intensidad de su caminar




¯ Sábado 17 de mayo
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Mateo 4:4; Lucas 2:40; 6:12; Juan 4:31; 10:1; 1 Juan 2:6.
PARA MEMORIZAR:
“El que dice que permanece en él, debe andar como Él anduvo” (1 Juan 2:6).
LOS ADVENTISTAS SON PERSONAS QUE AMAN LA PAZ. Nos sentimos felices cuando la iglesia o sus miembros reciben buenos infor­mes en la prensa, cuando todos piensan que somos buenos. Pero ¿cómo podríamos reaccionar si nos despertamos un día para descubrir grandes titulares en los medios calificándonos como perdedores, alborotadores o insurrectos? ¿Sería nuestro sentido de seguridad y confianza en Dios lo suficientemente fuerte como para sostenernos? Admiramos a Jesús después del hecho; pero ¿tenemos alguna idea de lo que significó para él ser vilipendiado y acusado de endemoniado por los poderes más altos de sus días en lo cívico y eclesiástico?
Al final de su vida terrenal, lo vemos maniatado por soldados ro­manos: “Y le vistieron de púrpura, y poniéndole una corona tejida de espinas, comenzaron luego a saludarle: ¡Salve, Rey de los judíos! Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencia [...] y le sacaron para crucificarle” (Marcos 15:17-20).
¿Qué prepara a una persona para soportar ese abuso físico y psico­lógico sin quebrantarse? ¿De qué modo una persona se mantiene firme y calma cuando todo el mundo se vuelve contra ella sin el más mínimo apoyo humano a la vista? Para Jesús, la respuesta estuvo en su comu­nión con Dios.

¯ Domingo 18 de mayo
LOS PRIMEROS AÑOS (Lucas 2:40)

Como ya lo hemos subrayado antes, sabemos muy poco acerca de los primeros años de Cristo. Escuchamos de su nacimiento y sus años más tempranos, incluyendo la visita al Templo a la edad de 12 años (ver Lucas 2). Pero eso es todo, hasta que Juan lo bautizó al comienzo de su ministerio público, cuando tenía “unos treinta años” (NVI; ver Lucas 3:21-23).
No obstante, es posible considerar su vida, como la conocemos, y obtener ciertas conclusiones razonables con respecto al fundamento espiritual que le dio apoyo. Si suponemos, por nuestra propia expe­riencia, que la estabilidad y la fortaleza que vemos en Jesús durante su ministerio público no se materializó de la noche a la mañana, ni surgió de una experiencia superficial, tenemos que llegar a la conclusión, otra vez por nuestra propia experiencia, de que ellas surgieron de un intenso caminar con Dios.

Lee de nuevo la historia de Jesús en el Templo (Lucas 2:39-52). ¿Qué elementos se encuentran allí que nos ayudan a comprender el fundamento espiritual sobre el cual creció el jovencito Jesús? Además, ¿qué lugar ocuparon sus padres en su crecimiento?
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Increíblemente, estos pasajes (fuera de las narraciones de su naci­miento) es todo lo que tenemos de los primeros treinta años de la vida de Jesús. Además, los eruditos bíblicos estiman que la vasta mayoría de los materiales del Evangelio se centran en la semana final de la vida de Jesús, haciendo de ellos (como se ha dicho a menudo) las “narraciones de la Pasión”, no biografías como tales. Fueron producidas, evidente­mente, con el propósito bien específico de arrojar luz sobre dos eventos críticos de la fe cristiana: el misterio del nacimiento de Jesús (la En­carnación), y el significado de su muerte y su resurrección. Entre estos dos eventos vemos su abnegada vida de servicio y sacrificio. Y, correc­tamente, podemos suponer que el foco y la dedicación que vemos en su ministerio público representan el florecimiento de una relación con Dios que era consistente, profundamente personal e intensa.

¿Qué principios encontramos en esta historia que nosotros, en nuestro contexto, podemos aplicar a nosotros mismos y a nuestra propia vida espiritual?
¯ Lunes 19 de mayo
AL COMIENZO DE SU MINISTERIO (Mateo 4:4)

Continuando con su bautismo, Jesús salió al desierto de Judea du­rante cuarenta días, para orar, para reflexionar sobre su misión. Tal vez ninguno de nosotros, al estudiar esta lección, hemos tenido un conoci­miento personal de lo que esto significa. Aquí nos encontramos cara a cara con una intensidad que apenas podemos captar, una concentración espiritual mucho más allá de nuestra experiencia usual, una búsqueda de una vinculación íntima con Dios que nos deja boquiabiertos.
Pero, la razón explícita para esta excursión al desierto era ser pro­bado (Mateo 4:1; comparar con Lucas 4:2). El tentador estaba cerca, para aprovechar la oportunidad. Usando el hambre extrema del Salvador como su herramienta, desesperadamente trató de meter una cuña entre Jesús y su Padre, para arrancar el firme asidero que tenía Jesús de Dios, para quebrar la intensidad de su caminar con él, para incursionar en la cercanía íntima de ambos.

¿De qué modo la respuesta de Jesús, como lo revelan los siguien­tes textos, muestra la intensidad de su caminar con Dios? ¿Qué po­demos aprender de esto que podemos aplicarnos a nosotros mismos? Mateo 4:3-10; Lucas 4:3-12.
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Para comprender lo que estaba sucediendo allí, necesitamos recor­dar la condición singular de Jesús en todo el esquema de la salvación. Él era el inmaculado Hijo de Dios. Al venir al mundo de la naturaleza humana, él tenía que vivir completamente por encima de la esfera pe­caminosa, no solo durante un día, sino también durante todo el tiempo que estuviera con nosotros. Él tenía que luchar como nosotros, ser ten­tado como nosotros, pero debía permanecer inmaculado.
Esa fue la suerte de Jesús. Él vino no solo a darnos un ejemplo de vida abnegada, sino también a morir como el que estaba sin pecado, y con ello traer la salvación al planeta. De aquí su concentración total, la tremenda intensidad de su caminar con Dios; nada podía dar por sentado, nada podía dejar al azar. Un solo paso en falso, y el juego hubiera terminado.

Imagina lo que tuvo que haber sido no haber pecado nunca, ni siquiera en pensamiento, durante toda su vida. De eso se trata el ser justo. Medita en lo que le debes a Jesús, quien te ofrece lo que nunca podrías lograr por ti mismo.
¯ Martes 20 de mayo
EN SU VIDA DE ORACIÓN (Lucas 6:12)

Jesús vivió para orar. Su ministerio público comenzó con un largo período de oración especial y comunión (como vimos ayer); y el regis­tro indica que él regresó de la experiencia con una sobrecarga de poder viviente (ver Lucas 4:14). Hubiera sido antinatural para él vivir un solo momento sin elevar su alma a Dios, sin experimentar una conexión vi­viente entre él y el Cielo. Y lo que encontramos es que, aunque su vida fue de continua comunión con su Padre, antes de cada gran evento o situación tomó tiempo para súplicas especiales.

¿De qué modo los siguientes pasajes demuestran la dependencia de Jesús hacia Dios para ser guiado, dirigido y fortalecido durante los momentos de suma importancia, estrés o peligro? En cada caso, nota el evento especial del que se trata:

Mateo 14:23 (comparar con los versículos 24-33) ____________ _________ __
Lucas 6:12 (comparar con los versículos 13-16) ____________ _________ ____
Juan 17 (comparar con 18:1-3) ____________ _________ _________ ________

Marcos 1:35 parece estar describiendo no solo un caso, sino más bien un esquema, cuando habla de que Jesús se levantaba “muy de ma­ñana, siendo aún muy oscuro” y salía “a un lugar desierto” para orar. Comenzaba cada día con Dios. Pero, en los momentos de necesidades especiales aumentaba la frecuencia de sus oraciones. Lucas 6:12 nos in­forma que Jesús pasó la noche entera en oración en la falda de un mon­te inmediatamente antes de seleccionar a los doce discípulos, aparente­mente de entre un grupo mayor de seguidores (ver Lucas 6:13). Antes de su caminata sorprendente sobre el lago, él había tomado tiempo para un período de intensa comunicación con su Padre. Y, durante la semana de la Pasión, al enfrentar la cruz, Jesús ofreció una intensa oración de súplica en favor de sus discípulos inmediatos y por su pueblo hasta el fin del tiempo.

Considera otra vez la gran oración de Jesús registrada en Juan 17. ¿Qué elementos de un caminar profundo y personal con Dios encuentras allí? ¿Qué eventos te llevan a tus rodillas? ¿Cuál ha sido tu experiencia con el poder de la oración para sostenerte? ¿De qué modo podrías mejorar tu vida de oración?
¯ Miércoles 21 de mayo
INTENSIDAD PARA LA MISIÓN (Juan 4:34)

Para el poeta norteamericano Robert Frost, los bosques eran “her­mosos, oscuros y profundos. [...] pero yo tengo promesas que cumplir y millas que andar antes de ir a dormir”.
Jesús vivió con la percepción constante de la oscuridad en los bosques alrededor de él, siempre profundos, pero nunca hermosos. Como el poeta, constantemente percibía que tenía miles de millas que andar antes de irse a dormir, tanto para hacer en tan poco tiempo. “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura”, dijo Jesús, “la noche viene, cuando nadie puede trabajar” (Juan 9:4). Vemos esta intensidad para la misión en su encuentro con la mujer en Samaria. De repente, en la presencia de esta alma necesitada, él olvida todo apetito y toda sed, totalmente absorbido por la misión que tenía entre manos.
Entretanto, la mujer, con la excitación del encuentro, abandona su cántaro para el agua y corre a la aldea para esparcir la noticia del perso­naje más centrado que ella encontró alguna vez. Los discípulos regre­saron, para encontrar a Jesús silencioso y pensativo, orando por el éxito de este flamante contacto nuevo.

Cuando le dijeron a Jesús que comiera, ¿qué respondió él? (Juan 4:32-34). ¿De qué modo debemos comprender esas palabras? ¿Qué mensaje podemos tomar de ellas para nosotros mismos?
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¿Qué indican los siguientes pasajes acerca de la intensidad de la pasión de Jesús por su misión? Juan 9:1-12, 35-39; 12:27-36.
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Los sentimientos de Jesús, en este último pasaje, están saturados de significado. Vinieron luego de un pedido de ciertos griegos visitantes que querían verlo (Juan 12:20-22), un pedido que abrió ante él la po­sibilidad de llevar personalmente el mensaje del Reino más allá de su Palestina nativa a los más lejanos rincones de la tierra. Pero él sabía que, al hacerlo así, iría en contra del aspecto más vital de su misión total: dar su vida como rescate por las naciones. Por ello, él sigue con estas palabras poderosas acerca de la semilla de trigo que cae al suelo (versículo 24), símbolo no solo de su propio sacrificio sino también del principio de que todo el que lo sigue debe hacer un compromiso total con la vo­luntad de Dios, sin tomar en cuenta cual sea el costo personal.

¿Cuál ha sido tu propia experiencia personal en relación con lo que cuesta seguir a Jesús? ¿Por qué el costo es suficientemente bara­to, no importa cuán caro resulte ser?

¯ Jueves 22 de mayo
NUESTRO PROPIO CAMINAR CON DIOS (1 Juan 2:6)

Lee con oración el texto indicado arriba. ¿Cuál es el principio aquí, que debemos seguir? Dándonos cuenta, como lo hemos hecho en lecciones previas, de que no podemos (y no debemos) hacer todo lo que Cristo hizo, no obstante, ¿cómo podemos hacer que este texto sea real en nuestras propias vidas? ¿De qué maneras hemos de cami­nar como Jesús caminó?
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La idea de caminar con Dios tiene sus raíces en la remota antigüe­dad. Tal vez la primera referencia bíblica explícita a la idea proviene de Génesis 5:22 y 24. El versículo 24 dice: “Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios”. La palabra hebrea para caminó aparece en una forma que implica una caminata continua y permanen­te, algo que ocurría todo el tiempo. Cualesquiera que fueran sus faltas y luchas, Enoc mantuvo un caminar consistente con su Señor.
Nosotros, como cristianos, tenemos la oportunidad de hacer lo mis­mo. Sin embargo, es muy fácil dejar que otras cosas se interpongan en ese caminar.

Dondequiera que vivas, cualquiera que sea tu cultura, ¿cuáles son los elementos que muy fácilmente estorban tu caminar con Dios? ¿De­masiado tiempo libre? ¿Demasiadas distracciones? ¿Demasiado para hacer? ¿Demasiado trabajo para apenas sobrevivir? Una vez que iden­tificas estas preocupaciones, ¿qué pasos prácticos puedes dar para tra­tar de impedir que estas cosas dañen tu espiritualidad?
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Lee lo que Jesús dijo en Mateo 13:22. ¿Qué está enseñando allí que, de muchas maneras, es la esencia de lo que estamos hablando hoy? De este modo, es claro que ninguna de estas cosas pueden realmente ser una excusa válida para perdernos en el camino, porque el Señor ya las ha previsto. Cuán crucial es, entonces, que de la mejor manera, con la capacidad que nos ha dado Dios, hagamos las decisiones diarias como las hizo Jesús, manteniendo nuestro caminar con Dios en forma intensa y permanente. ¿Por qué debemos dar al tentador algo que pueda afe­rrarse y, de esta manera, separarnos de Jesús?

¯ Viernes 23 de mayo
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: “Sería bueno que cada día dedicá­semos una hora de reflexión a la contemplación de la vida de Cristo. Debiéramos tomarla punto por punto, y dejar que la imaginación se posesione de cada escena, especialmente de las finales. Y, mientras nos espaciemos así en su gran sacrificio por nosotros, nuestra confianza en él será más constante, se reavivará nuestro amor y quedaremos más im­buidos de su Espíritu” (El Deseado de todas las gentes, p. 63).
“Satanás procuró evitar, en todas las formas posibles, que Jesús se desarrollara dentro de una niñez perfecta, una edad viril intachable, un santo ministerio y un sacrificio inmaculado; pero fue derrotado. No pu­do inducir a Cristo a que pecara. No pudo desanimarlo ni apartarlo de la obra que había venido a hacer en esta tierra. La tormenta de la ira de Satanás lo azotó desde el desierto hasta el Calvario; pero, cuanto más implacable era tanto más firmemente se aferró el Hijo de Dios de la mano de su Padre, y avanzó por el ensangrentado sendero”. –“Comenta­rios de Elena G. de White”, en Comentario Bíblico Adventista, tomo 5, p. 1.104.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

1. El cumplido dado de mala gana a Jesús en Mateo 22:15 y 16 ha­bla de él como una persona de integridad y verdad, que no fue influida por el poder o los cargos de las personas. ¿Qué diría la gente acerca de ti? ¿Podrían ellos ofrecerte una clase de cumplido similar? ¿Qué pasa con el nivel más amplio, el de tu iglesia local? ¿Estás tan dispuesto a ayudar a los peldaños más bajos de la sociedad como tratas de impre­sionar a los que están más arriba? ¿Qué te dice tu respuesta acerca de los cambios que deberías hacer, si los hubiera?
2. ¿De qué modo la relación de Jesús con los indeseables es una guía para nosotros? ¿En qué condiciones podría nuestra asociación con pecadores llegar a ser un peligro para nuestras propias almas? En todos sus contactos sociales, Jesús pareció controlar la situación. ¿Qué nos debería decir eso en nuestros propios intentos de penetrar en las áreas más cuestionables de la sociedad?
3. En Mateo, Jesús con frecuencia aparece tomando tiempo en las montañas y enseñando en las faldas de los montes. Finalmente, él se transfiguró en una montaña (Mateo 17:1-9). Esta asociación con niveles más altos tal vez quiera destacar la cercanía diaria que experimentaba Jesús con los niveles más elevados de la realidad. ¿De qué maneras no­sotros, como iglesia, podemos trabajar juntos para alcanzar, en un senti­do, las regiones superiores, aun cuando estemos intensamente ocupados en el valle abajo?

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