lunes, 14 de julio de 2008

LECCION Nº3- AUXILIAR- ESCUELA SABTICA



Lección 3
(12 al 19 de Julio de 2008)

Juan el Bautista:
Prepara el camino para Jesús

Pr. Manoel Chaves


El protagonista del estudio de esta semana es Juan, hijo de Zacarías y de Elizabeth. Fue el escogido de Dios para culminar un ciclo profetas que anunciaron la llegada del Mesías (Mateo 11:13). Su llamado, estilo de vida, y ministerio, contienen importantes lecciones para la iglesia de nuestros días.


Llamado y preparación

En momentos especiales en la historia de su pueblo, Dios llamó y comisionó a hombres con una misión específica. Algunos de ellos tuvieron su llamado aún antes de nacer, como fue el caso de Samuel, Sansón, Jeremías y Juan. Estos llamados especiales siempre tuvieron lugar en momentos críticos del pueblo hebreo, cuando se exigía una intervención directa del Señor. En todos esos casos, el llamado estuvo acompañado de orientaciones detalladas sobre la preparación de estos mensajeros.

En el caso de Juan, el anuncio de su llamamiento y la especificació n de su misión, fueron concretadas por Gabriel a Zacarías, mientras estaba ejerciendo su ministerio sacerdotal en el Templo (Lucas 1:11). La elección divina de la familia en la que nacería el precursor de Cristo no fue casual, pues Zacarías había sido contado “entre los fieles de Israel, que por largo tiempo habían esperado la venida del Mesías” y que “durante muchos años… había orado por la venida del Redentor” [El Deseado de todas las gentes, p. 72].

Las profecías que señalaban la llegada del Mesías están listas a cumplirse, y había pocos en Israel que estaban conscientes de la proximidad de la llegada del Hijo de Dios. “Quinientos años antes, Gabriel había dado a conocer a Daniel el período profético que había de extenderse hasta la venida de Cristo. El conocimiento de que el fin de este período se acercaba, había inducido a Zacarías a orar por el advenimiento del Mesías. Y he aquí que el mismo mensajero por quien fuera dad la profecía había venido a anunciar su cumplimiento” [El Deseado de todas las gentes, p. 73]. Este era un tiempo de extrema importancia en el plan de la redención y, por eso mismo, Dios levantó un heraldo para la era mesiánica.

Por la presciencia divina, algunos detalles de la vida de Juan le fueron descriptos a Zacarías por el ángel (Lucas 1:14-17), con la intención de orientar a sus padres con respecto a la preparación del profeta para que éste pudiera cumplir con su misión. Este es uno de los temas teológicos que ocupan en centro del debate en muchas discusiones: aquellos hombres que vivieron una vida y una misión predichas por Dios, ¿tuvieron o no libertad de elección?

Para ayudarnos en tal sentido, debemos pensar en la presciencia divina, en esos casos, como descriptiva y no causal. Es decir, aquello que Dios anuncia previamente, lo hace por su capacidad de prever el futuro, sin que ello suponga que sea la causa de tales eventos. Sansón fue alguien cuya elección y preparación fueron predichas por Dios, pero a lo largo de su vida, él hizo elecciones divergentes a lo que había sido anunciado.


Vida y mensaje

Juan vivió de acuerdo con su mensaje. Fue llamado con el propósito de preparar al pueblo para el encuentro con el Señor (Lucas 1:17), e hizo de su vida una constante preparación para ese encuentro. A través de su vida sencilla, y absteniéndose de los vicios y ostentaciones comunes a su época, le señaló al pueblo la clase de conducta propia de aquellos que pretendían estar en la presencia y compañía del Mesías.

En la aparición angélica a Zacarías, fue delineado el contenido del mensaje que Juan proclamaría al pueblo (Lucas 1:16, 17), el cual, según Elena de White, consistía en:

· Predicar como mensajero de Jehová, comunicando a los hombres la luz de Dios.
· Dar una nueva dirección a los pensamientos.
· Impresionar con la santidad de los requerimientos de Dios y su necesidad de la perfecta justicia divina [El Deseado de todas las gentes, p. 75].

La nota fundamental en el mensaje de Juan era el anuncio de la proximidad de la era mesiánica. Pero, mientras se presentaba a sí mismo como la voz del heraldo que proclamaba el camino del Señor, despertando a las multitudes a escuchar su palabra, su visión de la naturaleza del reino difería de la visión que alimentaban sus oyentes. En vez de la expectativa del día de liberación del yugo opresor, sería un día de juicio para Israel. Eso representaba buenas nuevas para el penitente, pero destrucción para los impíos. “Tiene el rastrillo en su mano y limpiará su era, recogiendo el trigo en su granero; la paja, en cambio, la quemará con fuego que nunca se apagará” (Mateo 3:12, NVI). “Es más, el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no produzca buen fruto será cortado y arrojado al fuego” (Lucas 3:9, NVI).

El llamado al arrepentimiento era, entonces un mensaje obvio de preparación para esa hora de juicio. Pero para Juan, el arrepentimiento era algo real y radical. Significaba un completo cambio en el corazón y la vida: “Produzcan frutos que demuestren arrepentimiento” (Lucas 3:8, NVI). ¿En qué consistían esos frutos? El los describe claramente en la respuesta a las multitudes, a los publicanos y soldados que preguntaron qué debían hacer (Lucas 3:10-14).


Tipo y antitipo

En la teología hay un abordaje que denominamos tipología, o el contraste entre el tipo y el antitipo. Un “tipo”, puede ser definido como un evento, persona u objeto que, por su naturaleza y significado, prefigura o anuncia algún evento, persona u objeto posterior. El término deriva del vocablo griego typos, que significa “modelo” o “figura”.

Podemos notar que la misión de Elías, en el Antiguo Testamento, tipificó la obra que sería realizada por Juan, el Bautista y que, a su vez, fuera un tipo perfecto de aquellos que han de proclamar la venida gloriosa del Señor en su segunda advenimiento.

Elías, Juan, y el Remanente del tiempo del fin se identifican por el carácter de urgencia de su mensaje, su contenido exhortativo al arrepentimiento y confesión de pecados, cuya ´finalidad es única: preparar a un pueblo para estar de pie ante el Dios Creador y Redentor.


Conclusión

Tal como Juan, somos llamados por Dios para un momento especial y con un mensaje específico para este tiempo (Apocalipsis 14:6-12). Nuestro llamado también involucra la preparación necesaria a fin de que cumplamos fielmente la misión. En esta preparación están implicadas el tiempo invertido en la meditación en la Palabra de Dios y la oración para clarificar los componentes de nuestra misión.


Pr. Manoel Chaves
Director
Departamento de Ministerios Personales
Asociación de Bahía
Unión Nordeste del Brasil (UNeB)

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