jueves, 24 de julio de 2008

el hijo de Dios entre nosotros(comentarios)



Lección 4
(19 al 26 de Julio de 2008)

El Hijo de Dios entre nosotros

Joel Regalado


El Jesucristo Superestrella
Cierta vez, viviendo en Nueva York, alejado por un tiempo de la fe Adventista en la cual nací, me aventuré a ir a Broadway, la meca del teatro, para ver una representació n libre de la famosa obra Jesucristo Superstar. La obra, desde el punto de vista de un cristiano sincero, abunda en blasfemias, en distorsiones rampantes de la historia bíblica y en socarronería vulgar. Todavía rememoro aquella actriz que representaba en el reparto a Maria Magdalena, quien hizo uso de la voz más sensual de la que era capaz, para repetir con obscena febrilidad: “He's a man, he's just a man'' (El es un hombre, tan solo un hombre).

El Jesucristo Ficcionado
Anne Rice, la famosa escritora de Historia de Vampiros, se ha aventurado a compartir su propia versión de ese Jesucristo, en dos novelas formales, tituladas Christ the Lord: Out of Egypt [Cristo, el Señor: Fuera de Egipto] y Christ The Lord: The Road to Cana [Cristo, el Señor: Camino a Caná]. La autora agrega un puñado de leyendas harto conocidas ya en libros apócrifos y en textos publicitados por gnósticos desorientados, por plañideros rosacruces, y teólogos sensacionalistas. Con ficciones e historietas acomodaticias, intenta vendernos a un Jesús muy sui generis, un Jesús que por demás se acomoda a la visión de los judíos ortodoxos y a los cabalistas supersticiosos. Un Jesús que solo descubre su misión hasta ser un joven maduro, un Jesús que se enfrenta en el desierto a Satanás, quien de paso es de rostro idéntico al suyo. Un Lucifer que hasta ese instante no se daba cuenta que Cristo era el Mesías y sólo le creía un personaje curioso, popular entre los judíos, y que comenzaba a hacer sus pininos como líder, siguiendo las huellas de su primo 'El Bautista'.


El Jesucristo Ensangrentado
No hace poco, Mel Gibson llevó al celuloide la vida de Cristo, y lo que salió de todo aquello fue una representació n sádica y ensangrentada. La martirología enseñoreándose sobre la verdadera esencia de Jesús: Su obra pastoral y ministerial, su deseo de ayudar al prójimo, su mensaje de amor y redención quedaban diluidos entre la barbarie y el sufrimiento.

El Jesús Desconocido
A decir verdad, la parte más difícil de la Cristiandad, ha sido siempre entender quien es realmente Jesús; a qué exactamente vino al mundo; cual es la esencia de su mensaje; y qué hacer con él.
A Pilato y a su mujer les pareció un ave de mal agüero y decidieron lavarse las manos. Los fariseos y saduceos temían que les robara autoridad y lo crucificaron. A sus propios discípulos les dijo: “Tanto tiempo que estoy con vosotros y no me conocéis” y lo negaron. Vez tras vez les repitió hasta el cansancio que su reino no era lo que ellos creían o esperaban, y aún hasta en su muerte no entendieron a plenitud su misión.
Después de tantos días juntos, tantas horas hablando de su reino, tantos milagros realizados delante de ellos, tanto amor derrochado… y todavía no terminaban de conocerle. No habían entendido que el Padre y Jesús son una sola cosa. Pero, no era cosa sólo del pobre Felipe quien se atrevió a preguntarle cuál era el camino. A todos les pasaba igual. No terminaban de conocerle, de entender el trasunto de su ministerio.
Hoy pasa exactamente lo mismo. Lleva entre nosotros dos mil años. Su Palabra se ha predicado en los cuatro puntos cardinales de la tierra. Millones de horas han pasado predicadores, escritores, evangelistas, intelectuales, y gente sencilla hablando de él. Hay medios en abundancia en donde se ofrecen noticias y datos sobre Jesús. El se ha manifestado muchas veces por distintos medios y personas… ¡Y el mundo, gran parte del mundo, sigue sin conocerle! ¿Qué les pasa a esos niños ya esos jóvenes que pasan tantas horas en clases de Religión, en los colegios, y no le conocen? ¿Cómo es posible tanta ignorancia entre personas mayores, educadores, escritores, intelectuales, expertos en historia, y en religión, y ¡no le conocen!?


¿Qué es conocer a Jesús?
“Conocer a Jesús, por otra parte, como también conocer a los demás es algo más que un conocimiento intelectual, de estudio. Si fuera así, puede que ya lo conozcamos casi todo y las palabras de Jesús no estuvieren dirigidas a nosotros. Conocer, y más en el lenguaje bíblico, es algo más que lo meramente intelectual, encierra la idea de relación de amistad, de familiaridad, de intimidad, de compenetració n total con la persona a laque creemos conocer. Es algo así como sentirnos identificados con sus ideas, proyectos y deseos. Por eso lo del “y todavía no me conocen”, puede ir dirigido también a los más estudiosos y conocedores intelectualmente del mensaje bíblico” (W. D.)
Tomás creyó en Jesús, pero junto a su fe se dan esquemas humanos no superados que enturbian la claridad de la verdad enseñada por Cristo.
Si los discípulos lo llegaron a entender tardíamente, mucho más le ocurrió a Juan el Bautista, su anunciador seleccionado por Dios, quien se preguntaba si él era el esperado o no. A primera instancia, vemos que Cristo no vino a defender la existencia de Dios, ni se concentró en predicar a paganos o ateos, vino a enseñar y representar en forma humana el carácter de Dios, a iluminar a esos a quienes precisamente seles había legado el conocimiento de su naturaleza y se les había escogido como baluartes de dicha verdad. A esos que jamás entendieron que su reino no pertenece a este mundo.

Adorar a un Jesús y a un Dios hechos a nuestra conveniencia
Dios no contiende contra los que no creen en él. Se interesa en quienes pretenden hablar en su nombre, sin conocer su naturaleza. Quienes venden y predican un evangelio amañado, hueco, falso, falaz.

Las Escrituras recuerdan al hombre la peligrosidad de construir una imagen de Dios fuera de lo que es su verdadera esencia. El mandamiento del Éxodo va más allá de la condenación a quienes adoran imágenes de yeso y metal. La condena se extiende al intento de muchos en construir cierta imagen de Dios de acuerdo a la concepción propia, adaptarlo a nuestra visión finita, a la desnaturalizació n de su nombre en palabras y en hechos.

¿Quien es en realidad este Jesús?
En vez de imponer una opinión retórica y personal para intentar definirlo, tal vez sería mejor permitir que él mismo nos hable y nos diga quien es, como quiere ser visto y considerado por todos sus seguidores.

· El afirmó que vivió una vida sin pecado (Juan 8: 46-47)
· El afirmó ser el UNICO camino hacia Dios (Juan 14:6)
· El afirmó haber compartido la gloria de Dios en el cielo (Juan 17:5)
· El afirmó tener protestad para perdonar pecados (Lucas 5: 20-21)
· El afirmó ser Rey (Lucas 23: 1-3)
· El afirmó tener poder para dar vida eterna (Juan 6: 47)
· El afirmó que moriría y vendría otra vez (Juan 13: 32-33)
· El afirmó que regresaría para juzgar al mundo (Mateo 24: 27-30)


Jesucristo ama el pecador y no el pecado.
La hipocresía, la vanagloria, la necedad, la mentira, la desobediencia. Tales cosas aborrece Dios. Con los publicanos, los esclavos, los pobres, los enfermos, los cautivos, los desechados, compartía Jesús, y a todos les brindaba afecto, comprensión, bondad y amor.


Conclusión

“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (Mateo 16:15)
Resonaron las palabras inquisidoras del Maestro quien conocía bien la multitud de dudas, las aprehensiones y el desconcierto que minaba el pensamiento de sus discípulos. Quizás el Maestro se anticipaba a la manera en que sus palabras serian distorsionadas en el futuro y a la ignorancia que prevalecería sobre su vida, su persona y su obra.

Quizás veía cercana la hora de separación de sus discípulos y les incitaba a la introspección y asegurarse de lo que habían visto, oído y creído.
Y nosotros ¿que pensamos de él? Como a Juan el Bautista, ¿nos asaltan a veces las dudas?
Como Felipe, ¿nos hallamos confundidos e interrogándonos si este camino que seguimos es el verdadero camino, si este mensaje adventista es el mensaje de Dios? ¿Qué influencia tiene el poder de opinión secular en la imagen que nos hemos formado del Maestro?

¿Es Jesús….

…Dios entre nosotros?
…El cordero que quita los pecados del mundo?
…El camino, la verdad y la vida?
…Nuestro Salvador personal?
…Nuestro mejor amigo y confidente?
…Nuestro ayo?
…Nuestra esperanza suprema?

Con la misma insistencia con la cual le preguntara a Pedro varias veces si verdaderamente le amaba, así resuenan las preguntas de ese 'Dios entre nosotros', una y otra vez:

“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”
De la abundancia del corazón hablará la boca.

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