lunes, 16 de junio de 2008

leccion escuela sabatica- leccion 12-junio 2008


Lección 12

Para el 21 de Junio de 2008

La eficacia de su ministerio
sacerdotal




¯ Sábado 14 de junio
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Éxodo 25:8; Mateo 27:50, 51; Hechos 7:54-56; Hebreos 6:19-20; 7:23-28; 8:1, 2; 9.
PARA MEMORIZAR:
“Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos” (Hebreos 8:1).
“NO MUCHO DESPUÉS DE LA CREACIÓN [...] nuestros primeros padres cayeron en pecado. [...] Inmediatamente después de esta crisis terrible, la primera preocupación de Dios fue la restauración humana y la seguridad eterna del universo. La muerte de un miembro de la Dei­dad –una contingencia ya decidida en el preconocimiento y el consejo de Dios (ver Apocalipsis 13:8)– era el único medio para lograr ese fin.
“Para asegurar la participación y la cooperación humanas en esta empresa suprema, Dios se movió rápidamente para informar a nuestros primeros padres del plan. Al mismo tiempo, él estableció un elemento instructivo para mantenerlo perpetuamente ante su atención y la de las generaciones sucesivas”. –Roy Adams, The Sanctuary, pp. 17, 18. Ese elemento de instrucción era, por supuesto, el Santuario y su servicio.
El Santuario llegó a ser el centro de la adoración hebrea y, por medio de sus actividades y ceremonias, señalaba a los suplicantes las realidades cósmicas de la salvación humana, un Mesías venidero (ver Hebreos 9) y el ministerio de Jesús en el Santuario celestial. Esta semana consideraremos ese Santuario celestial y el ministerio de Cristo allí.
¯ Domingo 15 de junio
INDICADORES DEL ANTIGUO TABERNÁCULO (Éxodo 25:9, 40)

A Moisés se le pidió que construyera un santuario de acuerdo con el modelo que Dios le mostró en el Monte Sinaí (Éxodo 25:9, 40). Y, mientras el sentido común nos aparta de la conclusión de que cada tabla y cada clavo del Santuario (y, más tarde, del Templo) tenía im­portancia teológica, no obstante, deberíamos tomar con toda seriedad la función educativa del sistema del Santuario del Antiguo Testamento. Aun así, no se nos da mucha información sobre el significado de los simbolismos; de hecho, en la mayoría de los casos, ninguna informa­ción. No obstante, reuniendo lo poco que encontramos en el Antiguo Testamento con lo que tenemos en el Nuevo, podemos llegar a una comprensión bastante buena del significado general de ciertos aspectos fundamentales del antiguo sistema del Santuario y su servicio que seña­lan más allá de sí mismo a una realidad mayor. Algunos de estos son:

1. El sacrificio matutino y vespertino (Éxodo 29:38-42; Números 28:1-6).
2. Los panes de la proposición y el candelero de oro (Éxodo 25:23, 30, 31, 37).
3. Las ceremonias del Día de la Expiación (Levítico 16; Hebreos 9:1-12).
4. Las vestimentas sumosacerdotales (Éxodo 28:6-12).

Los sacrificios matutinos y vespertinos simbolizaban “la consagra­ción diaria a Dios de toda la Nación y su constante dependencia de la sangre expiatoria de Cristo” (Patriarcas y profetas, p. 365). Muchas alusiones al pan, en el Nuevo Testamento, parecen sugerir que el pan, en el Tabernáculo/San­tuario, señalaba a Cristo (ver, por ejemplo, Mateo 26:26; Juan 6:48-51). “El maná, así como el pan de la proposición, simbolizaba a Cristo, el Pan viviente, quien está siempre en la presencia de Dios para interce­der por nosotros” (Ibíd., p. 367). En forma similar, el candelero parecía apuntar hacia aquel que dijo: “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8:12). “Esas gemas semipreciosas del racional [del sumo sacerdote] [...] lleva­ban los nombres de las tribus de Israel, sugiriendo, dice Elena de White [...] [que] así como Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, presenta su sangre ante el Padre, lleva sobre su corazón el nombre de cada alma arrepentida y creyente” (R. Adams, The Sanctuary, p. 38; comparar con Patriarcas y profetas, p. 363).

Repasa, lo mejor que puedas, el servicio del Santuario terrenal. ¿De qué modo te ayuda a comprender el plan de salvación?
¯ Lunes 16 de junio
TODOS LOS INDICADORES LO SEÑALAN A ÉL

Lee Juan 1:29. ¿Qué significa que Juan llame a Jesús “el Cordero de Dios”?
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El Tabernáculo del desierto se encontraba en el centro de la ado­ración israelita durante siglos. Y, mientras Israel permaneció fiel a Dios, consideró este edificio sagrado como el lugar de la salvación, el lugar de la expiación entre Dios y su pueblo. Las manifestaciones sobrenaturales que acompañaron la dedicación de la estructura (ver Éxodo 40:34, 35) marca­ron impresiones profundas en la mente de los que las presenciaron.
La señalada demostración de la presencia de Dios en la dedica­ción del Templo no da indicios del futuro turbulento de esa estructura. Completamente destruido por el ejército babilonio, fue reconstruido más tarde, aunque no llegó a la norma de su esplendor previo. Sin em­bargo, este fue el Templo que conoció Jesús, el que oyó sus pisadas. Y, así como Jesús murió sobre una cruz fuera de Jerusalén un viernes de tarde hace dos mil años, fue en el Lugar Santísimo de este mismo Tem­plo que la cortina misteriosamente se dividió en dos, desde arriba hacia abajo (Mateo 27:51).
“Era la hora del sacrificio vespertino. Habían traído, para matarlo, al cordero que representaba a Cristo”. Pero la tierra tembló, y con un “ruido desgarrador, el velo interior del Templo fue rasgado de arriba abajo por una mano invisible, que dejó expuesto a la mirada de la mul­titud un lugar que fuera una vez llenado por la presencia de Dios”. ¡En un instante, este lugar en el que “había morado la shekinah”, y donde “Dios había manifestado su gloria sobre el propiciatorio” , quedó ahora abierto a la vista de todos! “Ya no era más sagrado el Lugar Santísimo del Santuario terrenal”. Entonces, de un modo dramático, la señora de White trae el mensaje: “Todo era terror y confusión. El sacerdote estaba por matar a la víctima; pero el cuchillo cayó de su mano enervada, y el cordero escapó. El símbolo había encontrado, en la muerte del Hijo de Dios, la realidad que prefiguraba. El gran sacrificio había sido hecho. [...] Era como si una voz viva hubiese dicho a los adoradores: Ahora terminan todos los sacrificios y las ofrendas por el pecado. El Hijo de Dios ha venido conforme a su Palabra” (El Deseado de todas las gentes, p. 705).

Muchos cristianos, hoy, están esperando la reconstrucció n del Templo en Jerusalén como una señal del fin. Aun si ese templo fuera reconstruido, y se reanudaran los sacrificios, ¿por qué esos sacrificios no tendrían eficacia para tratar el problema del pecado?
¯ Martes 17 de junio
NUESTRO SUMO SACERDOTE (Hebreos 7:25)

El apóstol había estado diciendo muchas cosas en los primeros capítulos de Hebreos acerca de los ángeles y su situación, acerca de Moisés y sus experiencias en el desierto, acerca de Josué y la tierra de Canaán, acerca de los profetas, de Abraham y de Melquisedec. Pero, al llegar al capítulo 8, versículo 1, abruptamente nos vuelve a traer al cen­tro:

Lee Hebreos 8:1 y 2. ¿Cuál es el punto principal de lo que el apóstol estaba diciendo hasta estos versículos?
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Dentro de la disposición física del antiguo campamento israelita, el adorador corriente estaba separado por varias barreras del Lugar San­tísimo. Para obtener acceso físico, hubiera sido necesario pasar junto a la multitud de sacerdotes y levitas que rodeaban la estructura del Santuario sagrado. Pero ahora, dice el autor de Hebreos, Cristo, nuestro Sacerdote mediador celestial, ha abierto una puerta de acceso ilimitado al Santuario mismo, la sala del Trono del Dios viviente. “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16). Jesús es nuestro Intercesor en el cielo.
Aunque no sabemos la forma exacta de la intercesión de Jesús por nosotros, la Escritura ofrece ejemplos de esta idea, aunque sea desde el punto de vista humano. Dos de ellos ocurrieron en la vida de Moisés, en relación con la rebelión en Cades (Números 14:10-20), y en conexión con el asunto del becerro de oro (Éxodo 32:9-14, 30-32). Estos son pasajes poderosos. “Que perdones”, suplicó Moisés en este último pasaje, “aho­ra su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito” (versículo 32). También somos testigos de la intercesión sacerdotal en Daniel (Daniel 9) y en la gran oración de Jesús antes de su pasión (Juan 17).

Examina los siguientes pasajes clave de Hebreos como ejemplos de lo que nuestro Sumo Sacerdote celestial hace por nosotros: Hebreos 2:18; 7:25; 8:3-10; 9:11-14; 10:11-17. Pero, más importante, pregúnta­te: ¿Cómo puedo beneficiarme personalmente, en mi caminar con el Señor, al conocer que Jesús está haciendo estas cosas por mí? ¿Có­mo puedo aplicar estas promesas a mi vida?
¯ Miércoles 18 de junio
PRODUCE UNA DIFERENCIA - 1

Lee Hebreros 4:16. ¿Qué promesa se encuentra aquí para nos-otros? ¿Qué se nos amonesta a hacer? ¿Qué esperanza nos ofrece? ¿Cómo puedes aplicar lo que hay allí a tu propia vida?
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Los que conocen a Jesús como Salvador y Sumo Sacerdote ¿tienen una ventaja espiritual sobre otros que lo conocen solo como Salvador? Trataremos con esta pregunta en dos secciones, pero tal vez podemos comenzar notando la contribución, en general, de Hebreos 9 al tema:
Hay, por supuesto, varias maneras de leer el capítulo. Una es tomar un enfoque estrictamente exegético y lingüístico, definiendo el signi­ficado de las palabras y las frases, y extrayendo el significado de los versículos desde un punto de vista estrictamente académico. Pero, otra manera, igualmente válida, pasa por alto prácticamente todo eso. Sin ignorar los resultados del primer enfoque, sencillamente lee el capítulo y observa lo que dice. Cuando lo hacemos, esto es lo que encontramos, en su relación con la pregunta básica que hemos planteado:
1. Lo que ocurrió bajo el primer pacto (el servicio del Santuario en el Antiguo Testamento) fue solo provisorio. Fundamentalmente inade­cuadas para producir cambios internos, las ofrendas y las ceremonias apuntaban más allá de sí mismas, hacia algo mayor.
2. Ese algo mayor ha ocurrido ahora. Cristo ha venido. Él es el verdadero Sumo Sacerdote (Hebreos 9:11). Su entrada en el Santuario ce­lestial no fue por medio de “sangre de machos cabríos ni de becerros, sino [...] por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (versículo 12).
3. Las ofrendas, en el sistema antiguo, alcanzaban resultados exter­nos (vers. 13), pero no podían producir cambios internos. Pero, la sangre de Cristo alcanza nuestro ser interior, limpiando “vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Versículo 14).
4. Cristo derramó su sangre una vez, en nuestro favor; y ahora apa­rece por nosotros en la presencia de Dios como nuestro Sumo Sacerdo­te (versículos 24-28).

Lee otra vez Hebreos 9. ¿Cuál es el mensaje esencial que nos presenta? ¿Qué promesas se encuentran allí que te resultan espe­cialmente animadoras para ti mismo?

¯ Jueves 19 de junio
PRODUCE UNA DIFERENCIA - 2

El conocimiento y la aceptación de Jesús como nuestro Sumo Sa­cerdote debería hacernos bondadosos, generosos y pacientes, los mis­mos rasgos que Jesús manifestó hacia nosotros. Debería hacernos mi­sericordiosos y llenos de gracia, del mismo modo que él ha mostrado misericordia y gracia hacia nosotros. Y debería hacernos moralmente correctos y eternamente agradecidos por el profundo sacrificio hecho en nuestro favor. Pero, cualquier adventista que se relacionó con cristia­nos de otras denominaciones admitirá rápidamente que los ha encon­trado igualmente llenos de gracia y de misericordia, paciencia y genero­sidad, y bondadosos y moralmente rectos. Así que, ¿cuál es la verdadera diferencia que produce “nuestro mensaje del Santuario”?
Probablemente tenga que ver con la lealtad y la fidelidad. Cuando el autor de Hebreos deseaba restablecer en la fe a los que recibían este libro, se dirigió al tema del Santuario.

Lee Hebreos 10:19 al 25. ¿Cuál es el mensaje práctico que se nos presenta aquí, un mensaje que debería influir sobre cómo viviremos nuestras vidas y cómo nos relacionaremos con los demás?
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El libro de Hebreos nos invita a acercarnos al “trono de la gracia” (Hebreos 4:16). Las implicaciones aquí son multifacéticas, pero una de ellas afecta la pregunta que venimos considerando. Se ha preparado el camino para nosotros, por medio de Jesús, para acercarnos a Dios en el Santuario celestial. Y, seguir por fe a Jesús en el Santuario no es solo tener el alma purificada por su maravillosa gracia, sino también experimentar un nuevo aprecio por su Ley inmutable (ver Hebreos 8:10). Esta transacción es tremendamente importante en el contexto de lo que los adventistas llamamos “el gran conflicto entre el bien y el mal”, y define la diferencia que la enseñanza del Santuario marca por noso­tros. Por fe entramos con plena certeza en ese lugar sagrado en el que Jesús está ministrando. Y allí, contra todas las posibilidades en contra, nos aferramos a aquel cuya promesa indeleble está simbolizada por el Arca del pacto, el Trono del Dios vivo mismo, fundado sobre la justicia y la misericordia. Cimentados de este modo, no andamos a la deriva: no consideramos la ley como si nos hiciera abandonar el santo sábado de Dios, y no aceptamos conceptos evolucionistas de los orígenes que procuran destronar al Dios viviente de su propio universo. La doctrina del Santuario llega, así, a ser una protección para nosotros en contra de la rebelión, y asegura para Dios un remanente fiel en un mundo rebela­do.
¯ Viernes 20 de junio

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee, en El conflicto de los siglos, “Je­sucristo nuestro abogado” (pp. 476-485); y, en Patriarcas y profetas, “El Santuario y sus servicios” (pp. 356-372).
“El asunto del Santuario fue la clave que aclaró el misterio del des­engaño de 1844. Reveló todo un sistema de verdades que formaban un conjunto armonioso y demostraban que la mano de Dios había dirigido el gran movimiento adventista; y, al poner de manifiesto la situación y la obra de su pueblo, le indicaba cuál era su deber de allí en adelante” (El conflicto de los siglos, p. 476).
“Considero [...] el Santuario celestial como el lugar de morada de Dios, el asiento de su gobierno, el centro nervioso del universo. Como tal, siempre ha existido. Pero, con la caída de la humanidad, asumió una función adicional, es decir, la solución de la rebelión cósmica y de la seguridad del universo. Es en este sentido que lo imaginamos cuando pensamos en el antiguo sistema de sacrificios. Lo vemos a través de un vidrio coloreado por el ministerio de la erradicación del pecado”. –Roy Adams, The Sanctuary, p. 71.
“Yo no visualizo un Santuario celestial vacío. El Trono de Dios, cualquiera que sea su forma, está allí, rodeado por multitudes de án­geles. Pero, lo mejor de todo –por lo menos, desde nuestro punto de vista– es que nuestro suficiente Sumo Sacerdote, Jesucristo mismo, ¡es­tá allí! ¡Él lo llena por completo! Y eso es suficiente para mí” (Ibíd., p. 71).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

1. ¿De qué modo nuestra comprensión del juicio previo al adve­nimiento se articula con nuestra comprensión de Cristo como nuestro Sumo Sacerdote en el Santuario celestial? ¿Por qué el Juicio debe ser una parte integral de nuestro mensaje del Santuario? Pero, más impor­tante aún, ¿cómo podemos enseñar el Juicio como parte de las buenas noticias de Jesús, al ser él nuestro Sustituto en el Juicio?
2. ¿Qué significa la realidad del ministerio sumosacerdotal de Cris­to para ti, personalmente? ¿Qué experiencia( s) puedes compartir acer­ca de cómo esta enseñanza te ha beneficiado a ti espiritualmente?
3. Vuelve sobre el tema de la lección de la semana, y haz una lista de todos los beneficios que derivamos de Cristo como Nuestro Sumo Sacerdote. Lleva la lista a clase, y analiza las implicaciones de estos be­neficios y cómo deberían impactar nuestras vidas como personas y co­mo comunidad de la iglesia. ¿De qué modo podemos aprovechar mejor estas promesas para hacer avanzar nuestro testimonio y nuestra misión al mundo?

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