lunes, 31 de marzo de 2008

EL CONFLICTO


El Conflicto

Vio a los soldados enemigos citiar su ciudad. Sufrió las angustias que los civiles padecen en la guerra, lo cual lo preparó para lo que habría de venir. Finalmente fue llevado prisionero a Babilonia. La experiencia de ser privado de la libertad y sometido a la voluntad autoritaria e inmisericorde de otro ha sido y es una experiencia amarga e indeseable de muchas personas. Hace pocos años se publicó un libro titulado "vendidas" una obra que pretende describir las angustias de dos niñas inglesas con menos de 15 años de edad que fueron de vacaciones al Yemen. Su padre las envió para visitar a sus parientes -a lo menos eso era lo que les dijo a ellas y a su madre- pero la triste realidad fue otra. Habían sido entregadas, a la usanza de aquellos pueblos, como esposas para dos adolescentes árabes. Solo al momento de llegar al lugar, en medio de una sociedad totalmente desconocida por sus costumbres las cuales eran más que extrañas, ofensivas y degradantes a los ojos de un adolescente occidental, llegaron a entender que habían ido al Yemen para quedarse para siempre. El libro describe los angustiosos sentimientos de chasco, frustración, ansiedad y expectativas de libertad que experimentaron estas niñas. Una de ellas logró escapar, después de muchas luchas, dejando atrás un hijo que le fue impuesto a la fuerza, como a la fuerza se le impuso el dolor de no reternerlo consigo. La otra, ya mujer, vive con sus hijos. Secuestrada, abusada, humillada por el sometimiento a una nueva forma de vida y autoridad que niega a la mujer sus derechos y la somete a la inmisericorde y arbitraria voluntad del varón.

El abuso y la negación de la libertad humana no es parte del plan de Dios para el ser humano. Pero cuando las personas se alejan de Dios o desfiguran la imagen justa y misericordiosa de su carácter, quedan bajo la influencia de un poder que coarta la libertad y degrada a las personas. Es así como inocentes y culpables se ven afectados por tales prácticas.

Dios tuvo que entregar a Jerusalem en manos de Nabucodonosor, porque su pueblo lo había abandonado. De modo que una gran parte de ellos fueron llevados cautivos a Babilonia y allí se desenvolvió el resto de la vida de Daniel. La vida de este joven puede ser vista como una ilustración de la experiencia que vive cada hijo de Dios en un mundo que, con engaños, fue sometido al dominio de Satanás. Pero a pesar de estar bajo el gobierno de una autoridad que desconocía a Dios, Daniel demostró valor para ser fiel a Dios. Y Dios vio en él, una persona digna de recibir el don de profecía, es decir, la capacidad de recibir mensajes de Dios para ser transmitidos al pueblo. La vida de Daniel nos enseña que a pesar del pecado y el aparente triunfo del mal, Dios puede y quiere preservar a las personas que le sean fieles, utilizándolos como agentes en su lucha por el rescate de la humanidad.

Las profecías de Daniel son muy interesantes, sobre todo por que contienen un mensaje de esperanza y seguridad para quienes anhelan poder ser liberados del pecado y restaurados a la sociedad celestial. Las profecías responden a la necesidad, muy humana, de conocer el futuro. De hecho, la primera profecía que registra Daniel en su libro, trata de un sueño que tuvo Nabucodonosor una de aquellas noches en que el rey se preguntaba respecto al futuro de su gran reino. Según dice Daniel (2:20-44), Dios le mostró al rey que la historia humana avanza hacia un gran día cuando Dios establecerá un reino que perdurará para siempre.

Daniel recibió otras revelaciones las cuales permiten conocer del conflicto que, por el control de este planeta, se ha desarrollado desde que entró el pecado en la tierra.

Este conflicto también es el tema central del último libro de la Biblia llamado Revelación o Apocalipsis. Este fue escrito por Juan, un hombre que conoció y siguió a Jesús desde su juventud. Fue un discípulo fundador de la iglesia y vivió para edificarla.

Explicar los detalles del gran conflicto desde su origen hasta su fin, supera los recursos temporales y materiales de que dispone el autor. Además, es una tarea muy bien cumplida por otra joven que Dios eligió como profeta en el tiempo del fin: Elena de White. Por lo que nuestro propósito, en esta ocasión, es referirnos a los eventos que tienen que ver con la última fase y batalla del gran conflicto. Se trata de la descripción profética de la liberación que muy pronto tendrá lugar y que tanto anhela el secuestrado pueblo de Dios. El autor desea con esta obra ofrecer, al ocupado creyente de la sociedad tecnológica y pos modernista del siglo XXI, una síntesis que le introduzca en el inagotable tema de la restauración final. Considerar los acontecimientos finales que, con mucha probabilidad, vivirán los lectores.

Como usted habrá notado, esta obra supone algunas premisas que nos propone la interpretación del texto bíblico. Algunas de ellas se mencionan a continuación:

  • Dios es un ser real y personal. Su naturaleza espiritual, de amor y justicia, obró mediante su eterno e ilimitado poder para crear, por su palabra, todas las cosas
  • Dios creó al ser humano para que habitase este planeta y lo administrara de manera responsable. Pero mediante la desobediencia, al comer del árbol de la ciencia del bien y del mal procurando con eso ser como Dios, el ser humano se separó de Dios y se sometió al dominio del pecado (Génesis 2:16,17; 3:1-5). Este acto transformó al planeta en el campo de batalla de un gran conflicto, que se originó en el cielo, entre Cristo y Satanás. Puesto que Satanás ha pretendido retener como cautivos a los seres humanos, y hacer de este planeta, la sede de una sociedad autoritaria en la que el egoísmo sustituya el amor de Dios. Al respecto Isaías 14: 12-14 nos informa que consistió en una intento de Lucifer por ocupar el lugar de Dios. Las palabras "en el monte del testimonio me sentaré" expresa el sentimiento y deseo que caracteriza al rebelde que es representado en Ezequiel 28: 12-19 como el rey de Tiro del cual se dice "Perfecto eras en todos tus caminos desde el día en que fuiste criado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tu contratación fuiste lleno de iniquidad, y pecaste: por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh, querubín cubridor. Enalteciose tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor: yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti".
  • Dios se propuso reconciliar al ser humano consigo (2 Corintios 5:19) y lo hace mediante la encarnación, vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Jesús, por su vida perfecta, su muerte expiatoria y su ministerio intercesor en el santuario celestial encabeza un proceso redentor y restaurador que culminará con el gran rescate de este planeta. El día de la liberación del pueblo de Dios, cuando todas las cosas volverán a la armonía y perfección original, en plena correspondencia con los sabios designios de Dios (Isaías 13:3-13).
  • La obra de la redención es una obra de Dios. Las tres divinas personas están igualmente comprometidas. Pero al mismo tiempo es una obra de amor, por lo que no hay imposición ni autoritarismo en el proceso redentor. Dios ha determinado que el ser humano ejercite su voluntad, escogiendo libremente a quién desea servir. Su deseo lo expresa en las palabras de Deuteronomio 5:29 "¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen, y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!. En cambio, el enemigo de Dios, pretende imponer su yugo sobre las personas humanas, coartando su libertad y destruyendo sus capacidades para elegir. Sus armas más comunes son la mentira, la duda, el sufrimiento, la coacción, la adulación, el soborno. Sus caminos más frecuentes la codicia, las pasiones desordenadas, las gratificación inmediata y pasajera, el amor a las riquezas, al placer, al aplauso, etc.
  • La manifestación del amor de Dios en este conflicto milenario es el tema central de las Sagradas Escrituras, al respecto dijo Jesús: "Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí" (Juan 5:39) . Las Sagradas Escrituras son la compilación del esfuerzo divino de comunicar al ser humano, "muchas veces y de muchas maneras", sus propósitos redentores (Hebreos 1:1). Y según el apóstol Pablo, por ser inspiradas por Dios, contienen lo que el ser humano necesita para su plena realización (2 Timoteo 3:15,16).
  • Después de Jesús, los profetas son los medios más directos y efectivos que Dios ha usado para comunicarse con el género humano. Al respecto al apóstol Pedro dice que "Tenemos también la palabra profética más permanente, a la cual hacéis bien de estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro hasta que el día esclarezca, y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones. Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de particular interpretación, porque la profecía no fue en los tiempos pasados traída por voluntad humana, sino los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo". Mediante el Espíritu Santo, éstas personas elegidas por Dios han recibido sueños, visiones y manifestaciones sobrenaturales que contienen el mensaje de Dios para los seres humanos. "Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas" (Amós 3:7).
  • Dios está al control de los acontecimientos humanos y finalmente pondrá orden en la sociedad humana. La historia es pues el desenvolvimiento de un proceso. Las profecías y su cumplimiento son parte inseparable de la historia humana (Daniel 2:20-22).
Tomando en cuenta estas premisas guiadoras, retomaremos nuestro estudio de los acontecimientos que constituyen el final de gran conflicto.

Respecto a sus antecedentes más inmediatos vemos que: según se lee en el libro del profeta Daniel 7:13-14, durante la era cristiana, un poder representado en la visión por un cuerno pequeño hablaría palabras contra el Altísimo y a los santos del Altísimo quebrantaría y pensaría en cambiar los tiempos y la ley. Esto sucedería por un período de 1260 años al final del cual se sentaría el Juez y le quitaría "su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin". Los grandes acontecimientos que ponen fin al conflicto milenario se inician al final de los 1260 años y tienen lugar tanto en el cielo, en la presencia del trono de Dios, como en la tierra. A continuación, una breve referencia a lo que sucede en el cielo. Posteriormente nos referiremos con un poco más de atención y espacio a los acontecimientos que tienen lugar en la tierra.

Respecto al proceso de juicio que según los versículos 8-14 se realiza en los cielos, ante el trono de Dios y en la presencia de billones de ángeles, Daniel declara: "Miraba yo en la visión de la noche y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; y su dominio es dominio eterno, que nunca pasará y su reino uno que no será destruido" (Daniel 7: 13,14).

En una siguiente visión que Daniel recibió, se le comunicó que este juicio ante el trono de Dios es un proceso de purificación y vindicación (Daniel 8:14) que comenzaría en 1844, es decir 2300 años después de que los judíos cautivos en Babilonia recibieran "la orden para restaurar y edificar a Jerusalén" (Daniel 9:25); hecho que tuvo lugar en el otoño del 457 a.C.. Este proceso ha sido conocido en la literatura adventista con el nombre de Juicio Investigador y lleva más de un siglo y medio en función. Elena de White, una mujer que en su juventud pocos años antes de 1844 fue elegida por Dios para que transmitiera a su pueblo consejos e instrucciones, refiriéndose a Jesús y al juicio dice: "El viene hacia el Anciano de días en el cielo para recibir el dominio y la gloria, y un reino, que le será dado a la conclusión de su obra de mediador. Es esta venida, y no su segundo advenimiento a la tierra, la que la profecía predijo que había de realizarse al fin de los 2.300// días, en 1844. Acompañado por ángeles celestiales, nuestro gran Sumo Sacerdote entra en el lugar santísimo, y allí, en la presencia de Dios, da principio a los últimos actos de su ministerio en beneficio del hombre, a saber, cumplir la obra del juicio y hacer expiación por todos aquellos que resulten tener derecho a ella" (CS, 533-534). Luego continua diciendo "La obra de cada uno pasa bajo la mirada de Dios, y es registrada e imputada ya como señal de fidelidad ya de infidelidad. Frente a cada nombre, en los libros del cielo, aparecen, con terrible exactitud, cada mala palabra, cada acto egoísta, cada deber descuidado, y cada pecado secreto, con todas las tretas arteras. Las admoniciones o reconvenciones divinas despreciadas, los momentos perdidos, las oportunidades desperdiciadas, //la influencia ejercida para bien o para mal, con sus abarcantes resultados, todo fue registrado por el ángel anotador" (CS 535-536). "A todos los que se hayan arrepentido verdaderamente de su pecado y que hayan aceptado con fe la sangre de Cristo como su sacrificio expiatorio, se les ha inscrito el perdón frente a sus nombres en los libros del cielo; como llegaron a ser participantes de la justicia de Cristo y su carácter esta en armonía con la ley de Dios, sus pecados serán borrados, y ellos mismos serán juzgados dignos de la vida eterna" (CS, 537).

El juicio es un evento de vindicación del carácter de Dios y de su pueblo perdonado por los méritos de Cristo quien como Abogado y Sumo Sacerdote del creyente justifica al pecador. De manera que para quien hace de Cristo su Salvador personal y persevera en una vida de dependencia y obediencia a la voluntad de Dios, no tiene por qué temer. En el amor no hay temor, porque el amor hecha fuera el temor (I de Juan 4:18).

Pero mientras este proceso de interés cósmico tiene lugar en los recintos celestiales, acá en nuestro planeta tierra, como en un frente de batalla, se desarrolla lo que en palabras de Fernando Chaij (1966:13) es "un conjunto de eventos de grandiosa magnitud que se irán agolpando en rápida y estrecha sucesión, y llevarán a la Iglesia como tal y a cada uno de nosotros individualmente a una crisis máxima que requiere una preparación especial".

¿Qué se puede decir respecto a estos eventos? Así como Daniel en su juventud tuvo que sufrir los rigores de una lucha sangrienta que puso fin al reino de Judá y destruyó la ciudad de Jerusalén, una generación de creyentes fieles participará en los espectaculares acontecimientos que pondrán fin a el reino de este mundo y a la grandeza tecnológica-material que lo representa.

Mucho se podrían escribir respecto a los rápidos cambios que está sufriendo la sociedad actual. De la forma como las profecías bíblicas respecto a las condiciones del mundo en el tiempo del fin se han cumplido. De cómo el desarrollo de la tecnología y la comunicación ha disminuido las distancias entre los pueblos. De la gran confusión que reina respecto a los valores morales. Así como del sorprendente interés que la pos modernidad muestra por lo espiritual, los valores, la salud y la conservación del medio ambiente. Pero solo nos referiremos a los eventos que tienen que ver con la preparación, selección y experiencia de un ejército de creyentes que enfrentará la última gran fase de la batalla entre el bien y el mal.



Lo que a continuación se presenta no pretende seguir un orden estrictamente cronológico. Se trata de eventos que tienen lugar de manera simultánea. La acción en estos eventos está determinada mas bien por el incremento de la intensidad y profundidad de la experiencia; lo cual genera un efecto de movimiento hacia adelante, hacia el final del conflicto. Se trata de: el zarandeo (Cap. 2), el sellamiento (Cap. 3), la lluvia tardía (Cap. 4) y el fuerte pregón (Cap. 5). Estos eventos contribuyen en conjunto a dar forma al carácter distintivo del remanente que enfrenta un corto período de persecución conocido como Corto Tiempo de Angustia ( Cap. 6) evento que dará paso al tiempo del angustia de Jacob (Cap. 7) hasta "la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo" que introduce al periodo conocido como milenario (Cap. 8), después del cual concluirá el gran conflicto (Cap. 9).

De esta manera nos hemos organizado para considerar esta etapa tan importante en que tenemos el privilegio de vivir y participar.

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