jueves, 24 de julio de 2008

IMPACTO ESPERANZA- Descarga el video.-


Material promocional para motivar a la Iglesia a comprometerse con el megaproyecto evangelístico "Impacto Esperanza" para el territorio de la División Sudamericana.

Este material consiste en un video promocional donde se presenta el proyecto y donde se dan unas breves instrucciones sobre cómo cada Departamento de la iglesia puede involucrarse en él. El video promocional tiene dos versiones, una corta de 9:37 minutos de duración, y otra más larga, con más detalles, de 16:09 minutos. En este caso estamos enviando los enlaces para la descarga de la primera versión, la más corta. Los enlaces para la descarga de la otra seran enviados más tarde. Consiste en un archivo MPG para que sea reproducido en cualquier reproductor partido en dos trozos para facilitar su descarga. Descargar las dos partes y luego unirlas con Winrar, o con otro gestor de archivos comprimidos.

FORMATO MPG (156 Mb)
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debate-leccion nº4- Dios entre nosotros.-Escuela sabatica.



Lección 4
26 de Julio de 2008

El Hijo de Dios entre nosotros
Dr. Timothy Jennings


Sábado

Lee el Pensamiento Clave. Reflexiona al respecto

ü ¿Quién dices tú que Cristo es?
• Es el Hijo De Dios
• Es preexistente
• Es plenamente divino
• Está en igualdad con el Padre
• Poseedor de vida original, no prestada, ni derivada de nada
• Es el Creador
• Es quien se hizo plenamente hombre, destructor del pecado y la muerte.

Lee el segundo párrafo “Un hombre que fuera meramente un hombre..."

ü ¿Estás de acuerdo con las conclusiones de C. S. Lewis con respecto a Cristo? ¿Por qué?

Lee lo que Cristo dijo en Juan 6:35, 40, 44-51; 8:23, 24; 8:58; 11:25, 26; 14:1-3, 6, 9-11

ü ¿A qué conclusión nos veríamos forzados a llegar con respecto a Cristo si negamos que Él es el Hijo de Dios? ¿Has considerado esta cuestión con alguna persona que asevera que Jesús fue un profeta pero no el Hijo de Dios?

Lee el último párrafo. Reflexiona.

ü ¿Qué piensas acerca de la actitud expresada? ¿Cómo tratar con alguien que te pregunta cómo hacemos nosotros para saber que podemos confiar en la Biblia? ¿Es o no una pregunta válida?

Domingo
¿Quién fue Jesús? – Parte 1

La lección pregunta: “¿Si alguien te preguntara: Quién fue Jesús?”

ü ¿Qué dirías y por qué?

Lee el segundo párrafo “Tu respuesta...” Reflexiona.

ü ¿Cómo te suena este párrafo? ¿Hay alguna verdad en este párrafo? ¿Está expresado en maneras que hagan más evidente el evangelio? ¿Cómo podemos expresar la verdad con respecto a qué vino Jesús a hacer de una manera más clara?

ü ¿Cómo podríamos cambiar la expresión "Muerto por nuestros pecados"?
• ¿Muerto a causa del pecado?
• ¿Muerto para sanar del pecado?
• ¿Muerto para solucionar el problema del pecado?
• ¿Muerto como remedio al pecado?

ü ¿Qué opinión nos merece la idea que revela la verdad acerca del carácter de Dios: "Pero ninguna de estas cosas, al fin, realmente importa si Jesús no vino y no murió como nuestro Sustituto... "? ¿Cómo comprendes a Jesús como nuestro Sustituto?

Jesús fue el Sustituto de Adán para terminar la obra que Adán había fracasado en completar, revelar la verdad acerca de Dios. Debido al pecado de Adán, Jesús tuvo que hacer más que Adán; Él tuvo que reparar el daño que el pecado de Adán había causado. Tuvo que sanar de la enfermedad del pecado. Al respecto, Jesús se convirtió en nuestro Sustituto al encargarse de nuestra situación terminal, llevándola sobre sí mismo, y sanarnos.

ü ¿Podemos enunciar el razonamiento del folleto al revés, y decir: "Jesús, como nuestro Sustituto es excelente, pero –al fin y al cabo– realmente no tiene importancia si él vino o no a revelar la verdad acerca del Padre”? Sí es así, ¿por qué?

Porque para salvar a la humanidad, para asegurar al universo, para derrotar a Satanás, para librar al universo del pecado, Cristo tuvo que lograr dos objetivos:

1. Tenía que revelar la verdad acerca de Dios, el pecado, Satanás, la condición incurable del hombre, el origen de la muerte, etc. Sin esta revelación la humanidad no podría ser salvada y el universo no podría quedar protegido. ¿Por qué?
a. ¿Qué hizo que la guerra empezara en el cielo?
b. ¿Satanás es el padre de qué?
§ De la mentira
c. ¿Acerca de quién mintió?
d. ¿Y qué hicieron esas mentiras?
§ El creer en esas mentiras rompió el círculo de amor y confianza.
§ La ruptura del amor y la confianza dio como resultado el temor y el egoísmo
§ El temor y el egoísmo dan como resultado actos pecaminosos.
§ Los actos pecaminosos resultan en daño y muerte.
e. Una vez que la mentira fue creída y la confianza fue quebrantada, ¿qué era necesario hacer para destruir la mentira?
§ Decir la verdad, ¿pero acerca de qué?

2. Cristo tuvo que derrotar los principios de Satanás en la humanidad, Cristo tuvo que tomar la condición terminal sobre sí mismo y sanarla. Tuvo que escribir nuevamente la Ley de amor divina en la especie humana. Cristo tuvo que desarrollar un carácter humano en perfecta armonía con ley de amor de Dios. ¿Por qué?
a. ¿Cuál es la base de vida?
§ La ley de amor
& La "Ley del Señor es perfecta para restaurar el alma" (Salmo 19:7)
¨ "Cristo vino al mundo con el amor cumulado de toda la eternidad. Al eliminar las exigencias que hacían gravosa la Ley de Dios, demostró que es una ley de amor, una expresión de la bondad divina. Demostró que la obediencia a sus principios entraña la felicidad de la humanidad, y con ella la estabilidad, el mismo cimiento y la estructura de la sociedad" (La educación, p. 76).
¨ "Como la Ley de amor era el fundamento del gobierno de Dios, la dicha de todos los seres creados dependía de su perfecta armonía con los grandes principios de justicia. Dios quiere que todas sus criaturas le rindan un servicio de amor, y un homenaje que provenga de la apreciación inteligente de su carácter. No le agrada la sumisión forzosa, y da a todos libertad para que le sirvan voluntariamente" (El gran conflicto, p. 547)
¨ "Al venir a morar con nosotros, Jesús iba a revelar a Dios tanto a los hombres como a los ángeles. Él era la Palabra de Dios; el pensamiento de Dios hecho audible. En su oración por sus discípulos, dice: 'Yo les he manifestado tu nombre', 'misericordioso y piadoso, tardo para la ira, y grande en benignidad y verdad', 'para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos'. Pero no sólo para sus hijos nacidos en la tierra fue dada esta revelación. Nuestro pequeño mundo es un libro de texto para el universo. El maravilloso y misericordioso propósito de Dios, el misterio del amor redentor, es el tema en el cual 'desean mirar los ángeles', y será su estudio a través de los siglos sin fin. Tanto los redimidos como los seres que nunca cayeron hallarán en la cruz de Cristo su ciencia y su canción. Se verá que la gloria que resplandece en el rostro de Jesús es la gloria del amor abnegado. A la luz del Calvario, se verá que la ley del renunciamiento por amor es la ley de la vida para la tierra y el cielo, que el amor que 'no busca lo suyo' tiene su fuente en el corazón de Dios, y que en el Manso y Humilde se manifiesta el carácter de Aquél que mora en la luz inaccesible al hombre" (El Deseado de todas las gentes, p. 11)
b. ¿Por qué ocurre la muerte?
c. ¿Qué era necesario para que la humanidad viviera?
§ El egoísmo debe ser reemplazado por el amor
§ Cristo, el Único Ser en toda la historia universal en el cual su humanidad no se formó del polvo como Adán, o tomada de una costilla de un ser humano perfecto, como lo fue Eva. Su humanidad no fue obtenida de un padre o madre pecaminosos, como tú y yo. El fue único "nacido de una mujer, nacido bajo la Ley" (Gálatas 4:4), pero su Padre fue Dios. En Jesús, dos principios antagónicos batallaron.
& Él fue "tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado" (Hebreos 4:15).
& Cada uno de nosotros "es tentado, cuando es atraído y seducido por sus propios malos deseos" (Santiago 1:14).
§ Cristo, como nuestro Sustituto, tomó sobre sí nuestra condición enferma y la sanó. El venció; Él purificó; Él derrotó a los propios elementos del gobierno de Satanás.
§ En el desierto y el Getsemaní, Cristo experimentó poderosos sentimientos tentándolo a actuar según su propio interés, pero a su turno, Cristo -en vez de actuar para salvarse a sí mismo, escogió "darse a sí mismo" y así destruir a "al que tenía el dominio de la muerte; a saber, al diablo" (Hebreos 2:14).
§ Esta gracia nos ha sido otorgada "en Cristo Jesús antes de que empezara el tiempo, y que se ha manifestado ahora por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, quien destruyó la muerte, y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del Evangelio" (2 Timoteo 1:9, 10).

Lee la última frase de la última oración de la lección del domingo: “Porque sin Jesús y su muerte...”

ü ¿Por qué? Jesús venció a los mismos elementos que traen la muerte y restauró la Ley de vida nuevamente en la humanidad y ahora se ha convertido en la fuente de vida para todo aquél que confía en Él.

Cristo venció solo cuando, en el Getsemaní, se convirtió en pecado sin que hubiera conocido al pecado; el fue "abandonado" por Dios; en otras palabras él quedó para afrontar el peso completo de la desesperación, el miedo la culpa, la tentación del egoísmo, la agonía, la soledad sin el consuelo de los santos ángeles, de su Padre, o del Santo Espíritu. Cristo venció sólo, en nuestro lugar y para redimir el fracaso de Adán. ¡Él demostró la verdad acerca del carácter de Dios, derrotó los principios de egoísmo, restauró la ley de amor de Dios en la humanidad y elevó a la especie humana nuevamente a la suprema vocación original a la que Dios había llamado a esta raza!

Lunes
¿Quién fue Jesús? – Parte 2

Lee la primera frase: “¿Qué hizo que Jesús sea singular en la historia humana?"

ü ¿Cómo describirías a Jesús como un ser único?

Martes
Jesús entre pecadores y publicanos

Lee el primer párrafo.

ü ¿Por qué esto fue tan "asombroso"? Esta idea, que es tan "asombrosa", ¿realmente pone en evidencia el paradigma por que se podría considerar lo que Jesús hizo?

Podemos establecer un paradigma, según el cual Dios está buscando muchas personas religiosas que se comportan bien, gente que obedece las leyes, personas obedientes que sigue las instrucciones, mientras Dios está ofendido por aquellos que quebrantan las leyes, no siguen sus instrucciones, y las desobedecen.

Pero, partiendo de este paradigma, ¿a quién buscó Jesús? A gente que estaba dispuesta a confiar en Él; a personas que estaban dispuestas a ser sanadas por Él, en sus corazones y mentes; personas que anhelaban un cambio de corazón, mente y carácter, que ellas mismas no podrían producir. Y Dios es ofendido por aquellos que aparentan ser sus seguidores pero cuyos corazones está cerrados están cerrados a la sanación de su Espíritu.

ü Con este paradigma en mente, ¿es asombroso que Jesús eligiera con quiénes relacionarse?

La semana pasada, René y Stanley me contaron acerca de su reciente viaje a San Francisco. Ellos tomaron el subterráneo desde el aeropuerto hasta el centro, y cuando estaban subiendo desde la estación del metro se dieron cuenta que algo grande estaba pasando. Cuando salieron hacia la calle, se percataron de que estaban en medio de un desfile por el orgullo gay. Ahora, lo interesante de esto es que a sólo un metro de donde ellos estaban parados había un hombre sobre un cajón con un megáfono gritando las maldiciones de Dios y la condena eterna para los homosexuales, mientras simultáneamente los homosexuales y lesbianas caminaban. Al escuchar estas desagradables palabras, los manifestantes respondieron: "Te amamos".

ü ¿Cuál de estas dos clases de personas piensas que habría estado dispuesto a pasar tiempo con Jesús? ¿Cuál de ellas habría escuchado el consejo de Jesús?

Miércoles
Desenmascarando a los hipócritas

Lee el primer párrafo: "Aunque a menudo..."

ü ¿Qué idea está planteada en este párrafo? ¿Sugiere esto que hay momentos en los cuales Jesús fue otra cosa que un ser amante? ¿Piensas que Jesús habló en algún momento palabras poco amables? Entonces ¿cómo comprendemos las oportunidades en las que Él habló con palabras muy duras y directas ("nido de víboras...")?

En muchas ocasiones, en sesiones con pacientes y sus familias, me veo en la necesidad de hablar enérgicamente, pero con amor, en un intento de romper con años de autoengaños y negaciones para que ellos puedan recuperar la salud.

Una pareja de casados vino a verme. Tenían dos hijos de menos de cinco años. El marido era un hombre cortés, amable, un paciente cristiano que asistía regularmente a la iglesia y era realmente consagrado. Su esposa estaba luchando con muchas cuestiones. Recientemente ella se había acostumbrado a salir todas las semanas a los bares y allí era recogida por hombres con los cuales tenía relaciones. Su marido tenía el corazón destrozado, pero no quería divorciarse de ella porque quería salvar su matrimonio. Después de múltiples sesiones intentando explorar las cuestiones intervinientes en el matrimonio y en la conducta de la esposa, finalmente miré de frente a la mujer y le dije: "Usted es la persona más egoísta que alguna vez haya conocido". Ella se detuvo, aturdida, hizo una pausa durante unos breves segundos, luego sonrió y dijo: "Usted está en lo correcto. Lo soy, aunque no quiero serlo". A partir de allí hubo un cambio. Ella se consagró nuevamente a Cristo, fue rebautizada, dejó de frecuentar los bares y comenzó a cumplir cabalmente con sus responsabilidades de esposa y madre.

Algunas veces, en amor, hay que hablar con un lenguaje claro, firme y simple en un intento de vencer la negación, la falsedad y el autoengaño.

Lee los últimos párrafos: "Si lees con mucho cuidado..."

ü ¿Piensas que en la iglesia hay hipocresía? ¿Piensas que hay personas que están fingiendo? ¿Que hay personas que simulan ser felices cuando en realidad están tristes? ¿Que pretenden estar saludables cuándo se está enfermo, contentos cuando se está solo, valientes cuando se está atemorizado, informados cuando se está confundido? ¿Hay personas que fingen ser justas cuando en realidad son impías?

ü ¿Por qué hacen esto las personas? ¿Cuál es su motivación? ¿El miedo? ¿El temor al rechazo, a lo que otros piensen, a no ser aceptado, a ser humillación, o condenado?

ü ¿Ocurre esto debido a la falta de amor? La falta de amor por parte de una persona que está más preocupada consigo mismo que hacia Dios y los demás, así como la falta de amor en la iglesia en la que hay gente que es lastimada, atacada, denigrada, humillada cuando otros conocen sus debilidades, sus luchas y sus pecados.

Necesitamos llevar el amor de Cristo para albergar la imputación de justicia.

ü Cuando Adán pecó ¿cómo se acercó Dios a él en el huerto? Cuando la mujer fue atrapada en adulterio, ¿cómo trató Cristo con ella? ¿Qué le dijo? Él le preguntó a Adán "¿Quién te dijo...? Y a la mujer, "¿Dónde están tus acusadores?" . ¿Cuáles son las implicaciones de estas preguntas? "No soy el que te está acusando".

Cristo dijo que él no había venido al mundo para condenar el mundo sino para salvarlo. Cristo no condena, nosotros nos condenamos a nosotros mismos en nuestras mentes; pensamos que somos demasiado desagradables, demasiado pecaminosos, demasiado malos, demasiado impíos para con Dios y los demás nos amen. Así comenzamos a crear fachadas para escondernos tras ellas y juzgar a Dios y a los demás con los elementos de nuestra auto-condenació n.

¡Necesitamos amar a los demás, para ver que todos estamos en el mismo barco, sufriendo las mismas enfermedades, luchando por la misma sanidad!

Jueves
Amor hacia los hipócritas

Lee Romanos 5:8, el versículo introductorio al estudio.

ü ¿Qué significa este pasaje para ti?

Lee las preguntas para reflexionar del final.

ü ¿Por qué algunos dicen que Dios se enoja y aíra con aquellos que lo rechazan? ¿Está diciendo la lección que somos llamados a un nivel más alto de madurez que Dios? ¿O la idea de un Dios enojado y airado con las personas que lo rechazan es defectuosa?

Viernes
Para estudiar y meditar

Lee el primer párrafo de la primera cita.

ü Jesús se apartó de los líderes de la iglesia de sus días para encontrar a otros que recibieran el mensaje y llevaran adelante. ¿Haría eso Jesús en la iglesia actual? ¿Se apartaría Jesús de los pastores profesionales para volcarse al pueblo laico, a los pescadores, los recaudadores de impuestos, los doctores para llevar adelante el mensaje?

ü ¿Necesitamos nosotros los laicos detenernos esperando que los pastores profesionales lleven el mensaje adelante, detenernos para esperar que nos digan qué es el evangelio, o -en vez de ello- recibir las buenas nuevas de salvación directamente de parte de Cristo y llevarlo adelante por nosotros mismos?

Lee la pregunta 3: "Sea lo que fuere lo que quisiéramos decir acerca de los fariseos, no deberíamos olvidar un aspecto".

ü ¿Poseían realmente los fariseos la "verdad presente"? ¿Qué significa la "verdad presente"? ¿Cuál es la "verdad presente" hoy? ¿Estamos llevando adelante la "verdad presente", o estamos transmitiendo verdades del pasado que fueron dadas a una generación y un tiempo diferentes al nuestro?



© Dr. Timothy Jennings

el hijo de Dios entre nosotros(comentarios)



Lección 4
(19 al 26 de Julio de 2008)

El Hijo de Dios entre nosotros

Joel Regalado


El Jesucristo Superestrella
Cierta vez, viviendo en Nueva York, alejado por un tiempo de la fe Adventista en la cual nací, me aventuré a ir a Broadway, la meca del teatro, para ver una representació n libre de la famosa obra Jesucristo Superstar. La obra, desde el punto de vista de un cristiano sincero, abunda en blasfemias, en distorsiones rampantes de la historia bíblica y en socarronería vulgar. Todavía rememoro aquella actriz que representaba en el reparto a Maria Magdalena, quien hizo uso de la voz más sensual de la que era capaz, para repetir con obscena febrilidad: “He's a man, he's just a man'' (El es un hombre, tan solo un hombre).

El Jesucristo Ficcionado
Anne Rice, la famosa escritora de Historia de Vampiros, se ha aventurado a compartir su propia versión de ese Jesucristo, en dos novelas formales, tituladas Christ the Lord: Out of Egypt [Cristo, el Señor: Fuera de Egipto] y Christ The Lord: The Road to Cana [Cristo, el Señor: Camino a Caná]. La autora agrega un puñado de leyendas harto conocidas ya en libros apócrifos y en textos publicitados por gnósticos desorientados, por plañideros rosacruces, y teólogos sensacionalistas. Con ficciones e historietas acomodaticias, intenta vendernos a un Jesús muy sui generis, un Jesús que por demás se acomoda a la visión de los judíos ortodoxos y a los cabalistas supersticiosos. Un Jesús que solo descubre su misión hasta ser un joven maduro, un Jesús que se enfrenta en el desierto a Satanás, quien de paso es de rostro idéntico al suyo. Un Lucifer que hasta ese instante no se daba cuenta que Cristo era el Mesías y sólo le creía un personaje curioso, popular entre los judíos, y que comenzaba a hacer sus pininos como líder, siguiendo las huellas de su primo 'El Bautista'.


El Jesucristo Ensangrentado
No hace poco, Mel Gibson llevó al celuloide la vida de Cristo, y lo que salió de todo aquello fue una representació n sádica y ensangrentada. La martirología enseñoreándose sobre la verdadera esencia de Jesús: Su obra pastoral y ministerial, su deseo de ayudar al prójimo, su mensaje de amor y redención quedaban diluidos entre la barbarie y el sufrimiento.

El Jesús Desconocido
A decir verdad, la parte más difícil de la Cristiandad, ha sido siempre entender quien es realmente Jesús; a qué exactamente vino al mundo; cual es la esencia de su mensaje; y qué hacer con él.
A Pilato y a su mujer les pareció un ave de mal agüero y decidieron lavarse las manos. Los fariseos y saduceos temían que les robara autoridad y lo crucificaron. A sus propios discípulos les dijo: “Tanto tiempo que estoy con vosotros y no me conocéis” y lo negaron. Vez tras vez les repitió hasta el cansancio que su reino no era lo que ellos creían o esperaban, y aún hasta en su muerte no entendieron a plenitud su misión.
Después de tantos días juntos, tantas horas hablando de su reino, tantos milagros realizados delante de ellos, tanto amor derrochado… y todavía no terminaban de conocerle. No habían entendido que el Padre y Jesús son una sola cosa. Pero, no era cosa sólo del pobre Felipe quien se atrevió a preguntarle cuál era el camino. A todos les pasaba igual. No terminaban de conocerle, de entender el trasunto de su ministerio.
Hoy pasa exactamente lo mismo. Lleva entre nosotros dos mil años. Su Palabra se ha predicado en los cuatro puntos cardinales de la tierra. Millones de horas han pasado predicadores, escritores, evangelistas, intelectuales, y gente sencilla hablando de él. Hay medios en abundancia en donde se ofrecen noticias y datos sobre Jesús. El se ha manifestado muchas veces por distintos medios y personas… ¡Y el mundo, gran parte del mundo, sigue sin conocerle! ¿Qué les pasa a esos niños ya esos jóvenes que pasan tantas horas en clases de Religión, en los colegios, y no le conocen? ¿Cómo es posible tanta ignorancia entre personas mayores, educadores, escritores, intelectuales, expertos en historia, y en religión, y ¡no le conocen!?


¿Qué es conocer a Jesús?
“Conocer a Jesús, por otra parte, como también conocer a los demás es algo más que un conocimiento intelectual, de estudio. Si fuera así, puede que ya lo conozcamos casi todo y las palabras de Jesús no estuvieren dirigidas a nosotros. Conocer, y más en el lenguaje bíblico, es algo más que lo meramente intelectual, encierra la idea de relación de amistad, de familiaridad, de intimidad, de compenetració n total con la persona a laque creemos conocer. Es algo así como sentirnos identificados con sus ideas, proyectos y deseos. Por eso lo del “y todavía no me conocen”, puede ir dirigido también a los más estudiosos y conocedores intelectualmente del mensaje bíblico” (W. D.)
Tomás creyó en Jesús, pero junto a su fe se dan esquemas humanos no superados que enturbian la claridad de la verdad enseñada por Cristo.
Si los discípulos lo llegaron a entender tardíamente, mucho más le ocurrió a Juan el Bautista, su anunciador seleccionado por Dios, quien se preguntaba si él era el esperado o no. A primera instancia, vemos que Cristo no vino a defender la existencia de Dios, ni se concentró en predicar a paganos o ateos, vino a enseñar y representar en forma humana el carácter de Dios, a iluminar a esos a quienes precisamente seles había legado el conocimiento de su naturaleza y se les había escogido como baluartes de dicha verdad. A esos que jamás entendieron que su reino no pertenece a este mundo.

Adorar a un Jesús y a un Dios hechos a nuestra conveniencia
Dios no contiende contra los que no creen en él. Se interesa en quienes pretenden hablar en su nombre, sin conocer su naturaleza. Quienes venden y predican un evangelio amañado, hueco, falso, falaz.

Las Escrituras recuerdan al hombre la peligrosidad de construir una imagen de Dios fuera de lo que es su verdadera esencia. El mandamiento del Éxodo va más allá de la condenación a quienes adoran imágenes de yeso y metal. La condena se extiende al intento de muchos en construir cierta imagen de Dios de acuerdo a la concepción propia, adaptarlo a nuestra visión finita, a la desnaturalizació n de su nombre en palabras y en hechos.

¿Quien es en realidad este Jesús?
En vez de imponer una opinión retórica y personal para intentar definirlo, tal vez sería mejor permitir que él mismo nos hable y nos diga quien es, como quiere ser visto y considerado por todos sus seguidores.

· El afirmó que vivió una vida sin pecado (Juan 8: 46-47)
· El afirmó ser el UNICO camino hacia Dios (Juan 14:6)
· El afirmó haber compartido la gloria de Dios en el cielo (Juan 17:5)
· El afirmó tener protestad para perdonar pecados (Lucas 5: 20-21)
· El afirmó ser Rey (Lucas 23: 1-3)
· El afirmó tener poder para dar vida eterna (Juan 6: 47)
· El afirmó que moriría y vendría otra vez (Juan 13: 32-33)
· El afirmó que regresaría para juzgar al mundo (Mateo 24: 27-30)


Jesucristo ama el pecador y no el pecado.
La hipocresía, la vanagloria, la necedad, la mentira, la desobediencia. Tales cosas aborrece Dios. Con los publicanos, los esclavos, los pobres, los enfermos, los cautivos, los desechados, compartía Jesús, y a todos les brindaba afecto, comprensión, bondad y amor.


Conclusión

“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (Mateo 16:15)
Resonaron las palabras inquisidoras del Maestro quien conocía bien la multitud de dudas, las aprehensiones y el desconcierto que minaba el pensamiento de sus discípulos. Quizás el Maestro se anticipaba a la manera en que sus palabras serian distorsionadas en el futuro y a la ignorancia que prevalecería sobre su vida, su persona y su obra.

Quizás veía cercana la hora de separación de sus discípulos y les incitaba a la introspección y asegurarse de lo que habían visto, oído y creído.
Y nosotros ¿que pensamos de él? Como a Juan el Bautista, ¿nos asaltan a veces las dudas?
Como Felipe, ¿nos hallamos confundidos e interrogándonos si este camino que seguimos es el verdadero camino, si este mensaje adventista es el mensaje de Dios? ¿Qué influencia tiene el poder de opinión secular en la imagen que nos hemos formado del Maestro?

¿Es Jesús….

…Dios entre nosotros?
…El cordero que quita los pecados del mundo?
…El camino, la verdad y la vida?
…Nuestro Salvador personal?
…Nuestro mejor amigo y confidente?
…Nuestro ayo?
…Nuestra esperanza suprema?

Con la misma insistencia con la cual le preguntara a Pedro varias veces si verdaderamente le amaba, así resuenan las preguntas de ese 'Dios entre nosotros', una y otra vez:

“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”
De la abundancia del corazón hablará la boca.

NOTA ELENA G. W HITE- Dios entre nosotros.-

Lección 4
19 AL 26 de Julio de 2008

El Hijo de Dios entre nosotros


Sábado 19 de julio

Cristo dejó su lugar en las cortes celestiales y vino a esta tierra a vivir la vida de los seres humanos. Hizo este sacrificio para mostrar que es falsa la acusación de Satanás contra Dios: esto es, que es posible que el hombre obedezca las leyes del reino de Dios. Cristo, siendo igual con el Padre, honrado y adorado por los ángeles, se humilló por nosotros y vino a esta tierra a vivir una vida de humildad y pobreza; vino a ser un varón de dolores, experimentado en quebranto. Sin embargo, el sello de la divinidad estaba sobre su humanidad. Vino como un Maestro divino para elevar a los seres humanos, para aumentar su eficiencia física, mental y espiritual.

No hay nadie que pueda explicar el misterio de la encarnación de Cristo. Con todo, sabemos que vino a esta tierra y vivió como un hombre entre los hombres. El hombre Cristo Jesús no era el Señor Dios Todopoderoso, sin embargo Cristo y el Padre son uno. La Deidad no desapareció bajo la angustiosa tortura del Calvario, sin embargo no es menos cierto que "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Comentario bíblico adventista, tomo 5, p. 1104).


Domingo 20 de julio
¿Quién fue Jesús? – Parte 1

Cristo dejó los atrios reales del cielo y vino a nuestro mundo para representar el carácter de su Padre, y de esa manera ayudar a la humanidad para que volviera a ser leal. La imagen de Satanás estaba sobre los hombres, y Cristo vino para poder proporcionarles poder moral y suficiencia. Vino como un nene desvalido que llevaba la humanidad que nosotros llevamos: "por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo". No podía venir en la forma de un ángel, pues a menos que se encontrara con el hombre como hombre y testificara mediante su relación con Dios que no le había sido dado poder divino en una forma diferente a como nos es dado a nosotros, no podía ser un ejemplo perfecto para nosotros. Vino en humildad para que el más humilde ser sobre la tierra no pudiera tener ninguna excusa por causa de su pobreza o su ignorancia, y dijera: "Estas cosas me impiden obedecer la ley de Jehová". Cristo revistió su divinidad con humanidad para que la humanidad pudiera aproximarse a la humanidad, para que él pudiera vivir con la humanidad y llevar todas las pruebas y aflicciones del hombre. Fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. En su humanidad comprendió todas las tentaciones que sobrevendrían al hombre (Comentario bíblico adventista, tomo 7, pp. 936, 937).

"Así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos" (Romanos 5:19).

Uno, honrado por todo el cielo, vino a este mundo para estar en la naturaleza humana a la cabeza de la humanidad, para testificar ante los ángeles caídos y ante los habitantes de los mundos no caídos que, mediante la ayuda divina que ha sido provista, todos pueden caminar por la senda de la obediencia a los mandamientos de Dios...

Nadie menos santo que el Unigénito del Padre podría haber ofrecido un sacrificio que fuera eficaz para limpiar a todos los que acepten al Salvador como a su expiación -aún a los más pecadores y degradados que se hagan obedientes a la ley del cielo. Nada menos que eso podía haber restaurado al hombre al favor de Dios.

Cristo dio su vida para hacer posible que el hombre fuese restaurado a la imagen de Dios. Es el poder de su gracia el que une a los hombres en obediencia a la verdad (La maravillosa gracia de Dios, p. 103).

[Cristo], como portador del pecado, sacerdote y representante del hombre ante Dios, formó parte de la vida de la humanidad llevando nuestra carne y sangre. La vida está en la corriente viviente y vital de sangre, la cual fue dada para la vida del mundo. Cristo consumó una expiación plena entregando su vida en rescate por nosotros. Nació sin una mancha de pecado; pero vino al mundo a la semejanza de la familia humana. No tuvo un cuerpo que fuera sólo una apariencia, sino que tomó la naturaleza humana participando de la vida de la humanidad.

La herencia que se perdió por la transgresión fue rescatada, de acuerdo con la ley que Cristo mismo dio, por el pariente más cercano. Jesucristo puso a un lado su manto regio, su corona real, y revistió su divinidad con humanidad para convertirse en el sustituto y fiador de la humanidad, para que muriendo en la humanidad pudiera con su muerte destruir a aquel que tenía el imperio de la muerte. No podría haber hecho esto como Dios, pero Cristo podía morir viniendo como hombre. Por medio de la muerte venció a la muerte. La muerte de Cristo llevó a la muerte al que tenía el imperio de la muerte, y abrió las puertas de la tumba para todos los que lo reciben como a su Salvador personal (Comentario bíblico adventista, tomo 7, p. 937).


Lunes 21 de julio
¿Quién fue Jesús? – Parte 2

[Cristo] fue "Hecho semejante a los hombre; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte". Voluntariamente tomó la naturaleza humana. Fue un acto suyo y por su propio consentimiento. Revistió su divinidad con humanidad. Él había sido siempre como Dios, pero no apareció como Dios. Veló las manifestaciones de la Deidad que habían producido el homenaje y originado la admiración del universo de Dios. Fue Dios mientras estuvo en la tierra, pero se despojó de la forma de Dios y en su lugar tomó la forma y la figura de un hombre. Anduvo en la tierra como un hombre. Por causa de nosotros se hizo pobre, para que por su pobreza pudiéramos ser enriquecidos. Puso a un lado su gloria y su majestad. Era Dios, pero por un tiempo se despojó de las glorias de la forma de Dios. Aunque anduvo como pobre entre los hombres, repartiendo sus bendiciones por dondequiera que iba, a su orden legiones de ángeles habrían rodeado a su Redentor y le hubieran rendido homenaje. Pero anduvo por la tierra sin ser reconocido, sin ser confesado por sus criaturas, salvo pocas excepciones. La atmósfera estaba contaminada con pecados y maldiciones en lugar de himnos de alabanza. La parte de Cristo fue pobreza y humillación. Mientras iba de un lado a otro cumpliendo su misión de misericordia para aliviar a los enfermos, para reanimar a los deprimidos, apenas si una voz solitaria lo llamó bendito, y los más encumbrados de la nación lo pasaron por alto con desprecio.

Esto contrata con las riquezas de gloria, con el caudal de alabanza que fluye de lenguas inmortales, con los millones de preciosas voces del universo de Dios en himnos de adoración. Pero Cristo se humilló a sí mismo, y tomó sobre sí la mortalidad. Como miembro de la familia humana, era mortal; pero como Dios era la fuente de vida para el mundo. En su persona divina podría haber resistido siempre los ataques de la muerte y haberse negado a ponerse bajo el dominio de ella. Sin embargo, voluntariamente entregó su vida para poder dar vida y sacar a la luz la inmortalidad. Llevó los pecados del mundo y sufrió el castigo que se acumuló como una montaña sobre su alma divina. Entregó su vida como sacrificio para que el hombre no muriera eternamente. No murió porque estuviese obligado a morir, sino por su propio libre albedrío. Esto era humildad. Todo el tesoro del cielo fue derramado en una dádiva para salvar al hombre caído. Cristo reunió en su naturaleza humana todas las energías vitalizantes que los seres humanos necesitan y deben recibir. ¡Admirable combinación de hombre y Dios! Cristo podría haber ayudado su naturaleza humana para que resistiera a las incursiones de la enfermedad derramando en su naturaleza humana vitalidad y perdurable vigor de su naturaleza divina. Pero se rebajó hasta [el nivel de] la naturaleza humana. Lo hizo para que se pudieran cumplir las Escrituras; y el Hijo de Dios se amoldó a ese plan aunque conocía todos los pasos que había en su humillación, los cuales debía descender para expiar los pecados de un mundo que, condenado, gemía. ¡Qué humildad fue esta! Maravilló a los ángeles. ¡La lengua humana nunca podrá describirla; la imaginación no puede comprenderla! ¡El Verbo eterno consintió en hacerse carne! ¡Dios se hizo hombre! ¡Fue una humildad maravillosa! (Comentario bíblico adventista, tomo 5, p. 1101).


Martes 22 de julio
Jesús entre pecadores y publicanos

La dignidad de Cristo como Maestro divino era de un orden superior a la de los sacerdotes y gobernantes. Era diferente de toda la pompa mundana, pues era divina. Hacía caso omiso a toda ostentación mundanal, y mostraba que consideraba los niveles sociales, fijados por la opulencia y el rango, como enteramente sin valor. Él había descendido.. . de su alto puesto de comando para traer a los seres humanos el poder de llegar a ser hijos de Dios; y el rango terrenal no tenía el más mínimo valor para él. Podría haber traído consigo a diez mil ángeles si le hubieran podido ayudar en la obra de redimir a la raza caída.

Cristo dejó de lado los hogares de los ricos, las cortes de la realeza, los renombrados centros de educación, y se estableció en un hogar humilde y despreciado de Nazaret. Su vida, desde el principio hasta el fin fue de humildad y modestia. La pobreza llegó a ser sagrada por su vida de pobreza. No quiso asumir una actitud de formalidad que hubiera impedido a los hombres y mujeres de condición más modesta de venir a su presencia y escuchar sus enseñanzas...

Ningún maestro honró de esa manera al hombre como lo hizo Jesucristo. Era conocido como amigo de publicanos y pecadores. Se mezclaba con todas las clases y sembraba la verdad en el mundo. En el mercado y la sinagoga proclamó su mensaje. Aliviaba toda suerte de sufrimiento, tanto físico como espiritual. Sembraba junto a todas las aguas la simiente de la verdad. Su único deseo era que todos pudieran tener salud espiritual y física. Era el amigo de todo ser humano. ¿No se había comprometido a traer vida y luz a todos los que le recibieran? ¿No se había comprometido a darles poder para llegar a ser hijos de Dios? Se entregó total y completamente a la obra de salvar almas (Reflejemos a Jesús, p. 220).

El Hijo de Dios había dejado su hogar celestial, con sus riquezas, honor y gloria, y había revestido su divinidad con humanidad, no para vivir en los palacios de los reyes, sin preocupaciones ni trabajo, ni para disponer de todas las comodidades que naturalmente ansía la naturaleza humana. El mundo nunca vio a nuestro Señor rodeado de riquezas. En los concilios del cielo había elegido permanecer en las filas de los pobres y oprimidos, echar su suerte con los obreros humildes, y aprender el oficio de su padre terrenal, que era el de carpintero, un constructor. Vino al mundo para reconstruir el carácter, e introducían en toda su obra de construcción la perfección que deseaba lograr en los caracteres que estaba transformando por su poder divino.

Tampoco se negó a participar de la vida social de sus vecinos. A fin de que todos tuvieran la oportunidad de conocer a Dios manifestado en la carne, se mezcló con todas las clases sociales y fue llamado amigo de los pecadores. Tenía derecho a poseer todos los bienes terrenales pero prefirió vivir una vida de pobreza para que los seres humanos llegaran a ser ricos en los tesoros eternos. Aunque era el Comandante de las cortes celestiales, eligió el lugar más humilde de la tierra; y aunque era rico se hizo pobre para salvarnos. Aunque era Dios, "no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Filipenses 2:6-8) (Review and Herald, 15 de mayo, 1900).

Jesús se despojó de su gloria por causa de nosotros; revistió su divinidad con humanidad para poder alcanzar la humanidad, para que su presencia personal pudiera estar entre nosotros, para que pudiéramos saber que él conoce todas nuestra pruebas y simpatiza con nuestros dolores; para que cada hijo e hija de Adán pudiera comprender que Jesús es el amigo de los pecadores (Comentario bíblico adventista, tomo 7, p. 938).



Miércoles 23 de julio
Desenmascarando a los hipócritas

Los judíos esperaban un Mesías que los llevara a la victoria sobre sus enemigos restableciendo así su orgullo nacional y su arrogancia. Y aunque Cristo poseía todas las cualidades de carácter, fue justamente su perfección y su justicia la razón para no lo aceptaran. Sus hábitos, su carácter y su vida estaban en oposición a los hábitos y prácticas de los judíos y la pureza inmaculada de su vida avergonzaba a los hacedores de maldad. Su actuación estaba en tan marcado contraste con la de los escribas, los fariseos y los demás maestros religiosos de su tiempo, que los mostraba a éstos como sepulcros blanqueados, religiosos hipócritas que se exaltaban a sí mismos haciendo profesión de santidad mientras por dentro estaban llenos de suciedad. Estos dirigentes no podían tolerar la verdadera santidad y el verdadero celo por Dios, que eran las características distintivas de la vida de Cristo, porque reflejaban una luz que desenmascaraba sus verdaderos sentimientos y sus prácticas. Les resultaba incomprensible que existiera tan perfecto y amoroso carácter, que el único odio que sintiera fuera el odio por el pecado. Estos dirigentes lo hubieran recibido como el Mesías si sólo hubiera manifestado su poder de hacer milagros; pero como denunciaba el pecado y condenaba sus pasiones corruptas, y pronunciaba la maldición divina por su idolatría, no estaban dispuestos a aceptarlo. Aunque sanaba a los enfermos, daba vista a los ciegos y resucitaba a los muertos, lo único que tenían para ofrecerle al divino Maestro era su envidia, su odio, sus celos y sus abusos. Lo perseguían de lugar en lugar tratando de destruir al Hijo de Dios (Review and Herald, 6 de agosto, 1895).

[Se cita Mateo 23:27, 28] Estas tremendas denuncias fueron hechas a los dirigentes judíos porque enseñaban la ley de Dios al pueblo pero ellos mismos no la cumplían. Si hubieran guardado la ley divina hubiesen reconocido a Cristo y su misión. Lo mismo ocurre en nuestros días: muchos caminan en tinieblas a pesar de que la luz brilla en cada página de la Palabra. Estudian las Escrituras pero las interpretan de acuerdo a sus ideas pervertidas. No son honestos; dudan de todo aunque tengan sobradas razones para creer. Se hacen expertos en dudar y en encontrar faltas. La Palabra de Dios es malinterpretada, citada erróneamente y aplicada de tal forma que no tiene poder sobre la vida y el carácter (Review and Herald, 29 de agosto, 1899).

El mismo Salvador fue víctima de la intolerancia religiosa. "A lo suyo, y los suyos no le recibieron". Si hubiera alabado y exaltado a los dirigentes; si hubiese llamado a la corrupción, pureza; si les hubiera dado licencia para enseñar doctrinas y mandamientos de hombres, lo hubieran recibido con alegría. Pero su celo por Dios y su justo fervor en denunciar todas las abominaciones que se hacían en la tierra, y sobre todo la pureza inmaculada de su propio carácter, despertaba el amargo odio de esos "sepulcros blanqueados" que engañaban a la gente con su apariencia de gran santidad. Satanás y sus ángeles estaban detrás de esos malhechores que intentaban destruir al paladín de la verdad. Se produjo una herida en el calcañar de la simiente de la mujer cuando Cristo fue burlado, perseguido y muerto como un criminal. Pero si Satanás hubiese podido inducirlo a pecar, entonces lo habría herido en la cabeza y todo el mundo hubiese sido abandonado al poder del príncipe de las tinieblas (Signs of the Times, 23 de diciembre, 1886).


Jueves 24 de julio
Amor hacia los hipócritas

Tan pronto como hubo pecado, hubo un Salvador. Cristo sabía lo que tendría que sufrir, sin embargo se convirtió en el sustituto del hombre. Tan pronto como pecó Adán, el Hijo de Dios se presentó como fiador por la raza humana.

Pensad cuánto le costó a Cristo dejar los atrios celestiales y ocupar su puesto a la cabeza de la humanidad. ¿Por qué hizo esto? Porque era el único que podía redimir la raza caída. No había un ser humano en el mundo que estuviera sin pecado. El Hijo de Dios descendió de su trono celestial, depuso su manto real y corona regia y revistió su divinidad con humanidad. Vino a morir por nosotros, a yacer en la tumba como deben hacerlo los seres humanos y a ser resucitado para nuestra justificación.

Vino a familiarizarse con todas las tentaciones con las que es acosado el hombre. Se levantó del sepulcro y proclamó sobre la tumba abierta de José: "Yo soy la resurrección y la vida". Uno igual a Dios pasó por la muerte en nuestro favor. Probó la muerte por cada hombre para que por medio de él cada ser humano pudiera participar de la vida eterna.

Cristo ascendió al cielo con una humanidad santificada y santa. Llevó esa humanidad consigo a los atrios celestiales y la tendrá a través de los siglos eternos, como Aquel que ha redimido a cada ser humano en la ciudad de Dios, Aquel que ha rogado ante el Padre: "los tengo esculpidos en las palmas de mis manos". Las palmas de sus manos llevan las marcas de las heridas que recibió. Si somos heridos y magullados, si hacemos frente a inconvenientes difíciles de sobrellevar, recordemos cuánto sufrió Cristo por nosotros (En lugares celestiales, p. 13).

Cristo sentía un tierno cuidado aun por los dirigentes judíos. ¡Si tan sólo ellos no hubiesen obstruido su senda! Él era el único que podía salvarlos de recibir los terribles castigos que le sobrevendrían como resultado de seguir la impiedad. Con tierna compasión e ilimitada misericordia trataba de evitarles la terrible retribución que ellos mismos se estaban atrayendo sobre sí. Si hubiesen aceptado el Don divino hubieran evitado tal calamidad (General Conference Bulletin, 24 de abril, 1901).

En el lamento de Cristo, se exhala el anhelo del corazón de Dios. Es la tristeza de la separación; la misteriosa despedida del amor longánime de la Divinidad. Es la expresión de un amor abusado y rechazado. La figura que usa Cristo es impactante; deseaba reunir a su pueblo elegido como la gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas. Deseaba darles protección y defensa. Cuando la gallina ve a su prole en peligro la cubre debajo de sus alas protectoras. Resistirá cualquier enemigo que se aproxime y estará dispuesta a morir antes que permitir que los suyos sufran. Y eso es lo que Cristo está dispuesto a hacer a todos los que se acercan a él buscando refugio. Los cubre debajo de sus alas mediadoras y allí están seguros.

Pero la nación elegida debía ahora recibir su retribución por haber rechazado al Hijo de Dios. "He aquí vuestra casa os es dejada desierta" -dijo Cristo. Si Cristo, el Señor del templo, lo abandonaba, su gloria desaparecería. Esa gloria, que se reflejaba en el lugar santísimo cuando el sumo sacerdote entraba una vez al año en el día de la expiación para esparcir la sangre que simbolizaba la del Hijo de Dios, nunca más volvería a aparecer (Review and Herald, 22 de febrero, 1898).


Viernes 25 de julio
Para estudiar y meditar

El Deseado de todas las gentes, pp. 562-573

notas Elena White (Dios entre nosotros) Escuela sabatica


Lección 4
19 AL 26 de Julio de 2008

El Hijo de Dios entre nosotros


Sábado 19 de julio

Cristo dejó su lugar en las cortes celestiales y vino a esta tierra a vivir la vida de los seres humanos. Hizo este sacrificio para mostrar que es falsa la acusación de Satanás contra Dios: esto es, que es posible que el hombre obedezca las leyes del reino de Dios. Cristo, siendo igual con el Padre, honrado y adorado por los ángeles, se humilló por nosotros y vino a esta tierra a vivir una vida de humildad y pobreza; vino a ser un varón de dolores, experimentado en quebranto. Sin embargo, el sello de la divinidad estaba sobre su humanidad. Vino como un Maestro divino para elevar a los seres humanos, para aumentar su eficiencia física, mental y espiritual.

No hay nadie que pueda explicar el misterio de la encarnación de Cristo. Con todo, sabemos que vino a esta tierra y vivió como un hombre entre los hombres. El hombre Cristo Jesús no era el Señor Dios Todopoderoso, sin embargo Cristo y el Padre son uno. La Deidad no desapareció bajo la angustiosa tortura del Calvario, sin embargo no es menos cierto que "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Comentario bíblico adventista, tomo 5, p. 1104).


Domingo 20 de julio
¿Quién fue Jesús? – Parte 1

Cristo dejó los atrios reales del cielo y vino a nuestro mundo para representar el carácter de su Padre, y de esa manera ayudar a la humanidad para que volviera a ser leal. La imagen de Satanás estaba sobre los hombres, y Cristo vino para poder proporcionarles poder moral y suficiencia. Vino como un nene desvalido que llevaba la humanidad que nosotros llevamos: "por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo". No podía venir en la forma de un ángel, pues a menos que se encontrara con el hombre como hombre y testificara mediante su relación con Dios que no le había sido dado poder divino en una forma diferente a como nos es dado a nosotros, no podía ser un ejemplo perfecto para nosotros. Vino en humildad para que el más humilde ser sobre la tierra no pudiera tener ninguna excusa por causa de su pobreza o su ignorancia, y dijera: "Estas cosas me impiden obedecer la ley de Jehová". Cristo revistió su divinidad con humanidad para que la humanidad pudiera aproximarse a la humanidad, para que él pudiera vivir con la humanidad y llevar todas las pruebas y aflicciones del hombre. Fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. En su humanidad comprendió todas las tentaciones que sobrevendrían al hombre (Comentario bíblico adventista, tomo 7, pp. 936, 937).

"Así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos" (Romanos 5:19).

Uno, honrado por todo el cielo, vino a este mundo para estar en la naturaleza humana a la cabeza de la humanidad, para testificar ante los ángeles caídos y ante los habitantes de los mundos no caídos que, mediante la ayuda divina que ha sido provista, todos pueden caminar por la senda de la obediencia a los mandamientos de Dios...

Nadie menos santo que el Unigénito del Padre podría haber ofrecido un sacrificio que fuera eficaz para limpiar a todos los que acepten al Salvador como a su expiación -aún a los más pecadores y degradados que se hagan obedientes a la ley del cielo. Nada menos que eso podía haber restaurado al hombre al favor de Dios.

Cristo dio su vida para hacer posible que el hombre fuese restaurado a la imagen de Dios. Es el poder de su gracia el que une a los hombres en obediencia a la verdad (La maravillosa gracia de Dios, p. 103).

[Cristo], como portador del pecado, sacerdote y representante del hombre ante Dios, formó parte de la vida de la humanidad llevando nuestra carne y sangre. La vida está en la corriente viviente y vital de sangre, la cual fue dada para la vida del mundo. Cristo consumó una expiación plena entregando su vida en rescate por nosotros. Nació sin una mancha de pecado; pero vino al mundo a la semejanza de la familia humana. No tuvo un cuerpo que fuera sólo una apariencia, sino que tomó la naturaleza humana participando de la vida de la humanidad.

La herencia que se perdió por la transgresión fue rescatada, de acuerdo con la ley que Cristo mismo dio, por el pariente más cercano. Jesucristo puso a un lado su manto regio, su corona real, y revistió su divinidad con humanidad para convertirse en el sustituto y fiador de la humanidad, para que muriendo en la humanidad pudiera con su muerte destruir a aquel que tenía el imperio de la muerte. No podría haber hecho esto como Dios, pero Cristo podía morir viniendo como hombre. Por medio de la muerte venció a la muerte. La muerte de Cristo llevó a la muerte al que tenía el imperio de la muerte, y abrió las puertas de la tumba para todos los que lo reciben como a su Salvador personal (Comentario bíblico adventista, tomo 7, p. 937).


Lunes 21 de julio
¿Quién fue Jesús? – Parte 2

[Cristo] fue "Hecho semejante a los hombre; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte". Voluntariamente tomó la naturaleza humana. Fue un acto suyo y por su propio consentimiento. Revistió su divinidad con humanidad. Él había sido siempre como Dios, pero no apareció como Dios. Veló las manifestaciones de la Deidad que habían producido el homenaje y originado la admiración del universo de Dios. Fue Dios mientras estuvo en la tierra, pero se despojó de la forma de Dios y en su lugar tomó la forma y la figura de un hombre. Anduvo en la tierra como un hombre. Por causa de nosotros se hizo pobre, para que por su pobreza pudiéramos ser enriquecidos. Puso a un lado su gloria y su majestad. Era Dios, pero por un tiempo se despojó de las glorias de la forma de Dios. Aunque anduvo como pobre entre los hombres, repartiendo sus bendiciones por dondequiera que iba, a su orden legiones de ángeles habrían rodeado a su Redentor y le hubieran rendido homenaje. Pero anduvo por la tierra sin ser reconocido, sin ser confesado por sus criaturas, salvo pocas excepciones. La atmósfera estaba contaminada con pecados y maldiciones en lugar de himnos de alabanza. La parte de Cristo fue pobreza y humillación. Mientras iba de un lado a otro cumpliendo su misión de misericordia para aliviar a los enfermos, para reanimar a los deprimidos, apenas si una voz solitaria lo llamó bendito, y los más encumbrados de la nación lo pasaron por alto con desprecio.

Esto contrata con las riquezas de gloria, con el caudal de alabanza que fluye de lenguas inmortales, con los millones de preciosas voces del universo de Dios en himnos de adoración. Pero Cristo se humilló a sí mismo, y tomó sobre sí la mortalidad. Como miembro de la familia humana, era mortal; pero como Dios era la fuente de vida para el mundo. En su persona divina podría haber resistido siempre los ataques de la muerte y haberse negado a ponerse bajo el dominio de ella. Sin embargo, voluntariamente entregó su vida para poder dar vida y sacar a la luz la inmortalidad. Llevó los pecados del mundo y sufrió el castigo que se acumuló como una montaña sobre su alma divina. Entregó su vida como sacrificio para que el hombre no muriera eternamente. No murió porque estuviese obligado a morir, sino por su propio libre albedrío. Esto era humildad. Todo el tesoro del cielo fue derramado en una dádiva para salvar al hombre caído. Cristo reunió en su naturaleza humana todas las energías vitalizantes que los seres humanos necesitan y deben recibir. ¡Admirable combinación de hombre y Dios! Cristo podría haber ayudado su naturaleza humana para que resistiera a las incursiones de la enfermedad derramando en su naturaleza humana vitalidad y perdurable vigor de su naturaleza divina. Pero se rebajó hasta [el nivel de] la naturaleza humana. Lo hizo para que se pudieran cumplir las Escrituras; y el Hijo de Dios se amoldó a ese plan aunque conocía todos los pasos que había en su humillación, los cuales debía descender para expiar los pecados de un mundo que, condenado, gemía. ¡Qué humildad fue esta! Maravilló a los ángeles. ¡La lengua humana nunca podrá describirla; la imaginación no puede comprenderla! ¡El Verbo eterno consintió en hacerse carne! ¡Dios se hizo hombre! ¡Fue una humildad maravillosa! (Comentario bíblico adventista, tomo 5, p. 1101).


Martes 22 de julio
Jesús entre pecadores y publicanos

La dignidad de Cristo como Maestro divino era de un orden superior a la de los sacerdotes y gobernantes. Era diferente de toda la pompa mundana, pues era divina. Hacía caso omiso a toda ostentación mundanal, y mostraba que consideraba los niveles sociales, fijados por la opulencia y el rango, como enteramente sin valor. Él había descendido.. . de su alto puesto de comando para traer a los seres humanos el poder de llegar a ser hijos de Dios; y el rango terrenal no tenía el más mínimo valor para él. Podría haber traído consigo a diez mil ángeles si le hubieran podido ayudar en la obra de redimir a la raza caída.

Cristo dejó de lado los hogares de los ricos, las cortes de la realeza, los renombrados centros de educación, y se estableció en un hogar humilde y despreciado de Nazaret. Su vida, desde el principio hasta el fin fue de humildad y modestia. La pobreza llegó a ser sagrada por su vida de pobreza. No quiso asumir una actitud de formalidad que hubiera impedido a los hombres y mujeres de condición más modesta de venir a su presencia y escuchar sus enseñanzas...

Ningún maestro honró de esa manera al hombre como lo hizo Jesucristo. Era conocido como amigo de publicanos y pecadores. Se mezclaba con todas las clases y sembraba la verdad en el mundo. En el mercado y la sinagoga proclamó su mensaje. Aliviaba toda suerte de sufrimiento, tanto físico como espiritual. Sembraba junto a todas las aguas la simiente de la verdad. Su único deseo era que todos pudieran tener salud espiritual y física. Era el amigo de todo ser humano. ¿No se había comprometido a traer vida y luz a todos los que le recibieran? ¿No se había comprometido a darles poder para llegar a ser hijos de Dios? Se entregó total y completamente a la obra de salvar almas (Reflejemos a Jesús, p. 220).

El Hijo de Dios había dejado su hogar celestial, con sus riquezas, honor y gloria, y había revestido su divinidad con humanidad, no para vivir en los palacios de los reyes, sin preocupaciones ni trabajo, ni para disponer de todas las comodidades que naturalmente ansía la naturaleza humana. El mundo nunca vio a nuestro Señor rodeado de riquezas. En los concilios del cielo había elegido permanecer en las filas de los pobres y oprimidos, echar su suerte con los obreros humildes, y aprender el oficio de su padre terrenal, que era el de carpintero, un constructor. Vino al mundo para reconstruir el carácter, e introducían en toda su obra de construcción la perfección que deseaba lograr en los caracteres que estaba transformando por su poder divino.

Tampoco se negó a participar de la vida social de sus vecinos. A fin de que todos tuvieran la oportunidad de conocer a Dios manifestado en la carne, se mezcló con todas las clases sociales y fue llamado amigo de los pecadores. Tenía derecho a poseer todos los bienes terrenales pero prefirió vivir una vida de pobreza para que los seres humanos llegaran a ser ricos en los tesoros eternos. Aunque era el Comandante de las cortes celestiales, eligió el lugar más humilde de la tierra; y aunque era rico se hizo pobre para salvarnos. Aunque era Dios, "no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Filipenses 2:6-8) (Review and Herald, 15 de mayo, 1900).

Jesús se despojó de su gloria por causa de nosotros; revistió su divinidad con humanidad para poder alcanzar la humanidad, para que su presencia personal pudiera estar entre nosotros, para que pudiéramos saber que él conoce todas nuestra pruebas y simpatiza con nuestros dolores; para que cada hijo e hija de Adán pudiera comprender que Jesús es el amigo de los pecadores (Comentario bíblico adventista, tomo 7, p. 938).



Miércoles 23 de julio
Desenmascarando a los hipócritas

Los judíos esperaban un Mesías que los llevara a la victoria sobre sus enemigos restableciendo así su orgullo nacional y su arrogancia. Y aunque Cristo poseía todas las cualidades de carácter, fue justamente su perfección y su justicia la razón para no lo aceptaran. Sus hábitos, su carácter y su vida estaban en oposición a los hábitos y prácticas de los judíos y la pureza inmaculada de su vida avergonzaba a los hacedores de maldad. Su actuación estaba en tan marcado contraste con la de los escribas, los fariseos y los demás maestros religiosos de su tiempo, que los mostraba a éstos como sepulcros blanqueados, religiosos hipócritas que se exaltaban a sí mismos haciendo profesión de santidad mientras por dentro estaban llenos de suciedad. Estos dirigentes no podían tolerar la verdadera santidad y el verdadero celo por Dios, que eran las características distintivas de la vida de Cristo, porque reflejaban una luz que desenmascaraba sus verdaderos sentimientos y sus prácticas. Les resultaba incomprensible que existiera tan perfecto y amoroso carácter, que el único odio que sintiera fuera el odio por el pecado. Estos dirigentes lo hubieran recibido como el Mesías si sólo hubiera manifestado su poder de hacer milagros; pero como denunciaba el pecado y condenaba sus pasiones corruptas, y pronunciaba la maldición divina por su idolatría, no estaban dispuestos a aceptarlo. Aunque sanaba a los enfermos, daba vista a los ciegos y resucitaba a los muertos, lo único que tenían para ofrecerle al divino Maestro era su envidia, su odio, sus celos y sus abusos. Lo perseguían de lugar en lugar tratando de destruir al Hijo de Dios (Review and Herald, 6 de agosto, 1895).

[Se cita Mateo 23:27, 28] Estas tremendas denuncias fueron hechas a los dirigentes judíos porque enseñaban la ley de Dios al pueblo pero ellos mismos no la cumplían. Si hubieran guardado la ley divina hubiesen reconocido a Cristo y su misión. Lo mismo ocurre en nuestros días: muchos caminan en tinieblas a pesar de que la luz brilla en cada página de la Palabra. Estudian las Escrituras pero las interpretan de acuerdo a sus ideas pervertidas. No son honestos; dudan de todo aunque tengan sobradas razones para creer. Se hacen expertos en dudar y en encontrar faltas. La Palabra de Dios es malinterpretada, citada erróneamente y aplicada de tal forma que no tiene poder sobre la vida y el carácter (Review and Herald, 29 de agosto, 1899).

El mismo Salvador fue víctima de la intolerancia religiosa. "A lo suyo, y los suyos no le recibieron". Si hubiera alabado y exaltado a los dirigentes; si hubiese llamado a la corrupción, pureza; si les hubiera dado licencia para enseñar doctrinas y mandamientos de hombres, lo hubieran recibido con alegría. Pero su celo por Dios y su justo fervor en denunciar todas las abominaciones que se hacían en la tierra, y sobre todo la pureza inmaculada de su propio carácter, despertaba el amargo odio de esos "sepulcros blanqueados" que engañaban a la gente con su apariencia de gran santidad. Satanás y sus ángeles estaban detrás de esos malhechores que intentaban destruir al paladín de la verdad. Se produjo una herida en el calcañar de la simiente de la mujer cuando Cristo fue burlado, perseguido y muerto como un criminal. Pero si Satanás hubiese podido inducirlo a pecar, entonces lo habría herido en la cabeza y todo el mundo hubiese sido abandonado al poder del príncipe de las tinieblas (Signs of the Times, 23 de diciembre, 1886).


Jueves 24 de julio
Amor hacia los hipócritas

Tan pronto como hubo pecado, hubo un Salvador. Cristo sabía lo que tendría que sufrir, sin embargo se convirtió en el sustituto del hombre. Tan pronto como pecó Adán, el Hijo de Dios se presentó como fiador por la raza humana.

Pensad cuánto le costó a Cristo dejar los atrios celestiales y ocupar su puesto a la cabeza de la humanidad. ¿Por qué hizo esto? Porque era el único que podía redimir la raza caída. No había un ser humano en el mundo que estuviera sin pecado. El Hijo de Dios descendió de su trono celestial, depuso su manto real y corona regia y revistió su divinidad con humanidad. Vino a morir por nosotros, a yacer en la tumba como deben hacerlo los seres humanos y a ser resucitado para nuestra justificación.

Vino a familiarizarse con todas las tentaciones con las que es acosado el hombre. Se levantó del sepulcro y proclamó sobre la tumba abierta de José: "Yo soy la resurrección y la vida". Uno igual a Dios pasó por la muerte en nuestro favor. Probó la muerte por cada hombre para que por medio de él cada ser humano pudiera participar de la vida eterna.

Cristo ascendió al cielo con una humanidad santificada y santa. Llevó esa humanidad consigo a los atrios celestiales y la tendrá a través de los siglos eternos, como Aquel que ha redimido a cada ser humano en la ciudad de Dios, Aquel que ha rogado ante el Padre: "los tengo esculpidos en las palmas de mis manos". Las palmas de sus manos llevan las marcas de las heridas que recibió. Si somos heridos y magullados, si hacemos frente a inconvenientes difíciles de sobrellevar, recordemos cuánto sufrió Cristo por nosotros (En lugares celestiales, p. 13).

Cristo sentía un tierno cuidado aun por los dirigentes judíos. ¡Si tan sólo ellos no hubiesen obstruido su senda! Él era el único que podía salvarlos de recibir los terribles castigos que le sobrevendrían como resultado de seguir la impiedad. Con tierna compasión e ilimitada misericordia trataba de evitarles la terrible retribución que ellos mismos se estaban atrayendo sobre sí. Si hubiesen aceptado el Don divino hubieran evitado tal calamidad (General Conference Bulletin, 24 de abril, 1901).

En el lamento de Cristo, se exhala el anhelo del corazón de Dios. Es la tristeza de la separación; la misteriosa despedida del amor longánime de la Divinidad. Es la expresión de un amor abusado y rechazado. La figura que usa Cristo es impactante; deseaba reunir a su pueblo elegido como la gallina junta a sus polluelos debajo de sus alas. Deseaba darles protección y defensa. Cuando la gallina ve a su prole en peligro la cubre debajo de sus alas protectoras. Resistirá cualquier enemigo que se aproxime y estará dispuesta a morir antes que permitir que los suyos sufran. Y eso es lo que Cristo está dispuesto a hacer a todos los que se acercan a él buscando refugio. Los cubre debajo de sus alas mediadoras y allí están seguros.

Pero la nación elegida debía ahora recibir su retribución por haber rechazado al Hijo de Dios. "He aquí vuestra casa os es dejada desierta" -dijo Cristo. Si Cristo, el Señor del templo, lo abandonaba, su gloria desaparecería. Esa gloria, que se reflejaba en el lugar santísimo cuando el sumo sacerdote entraba una vez al año en el día de la expiación para esparcir la sangre que simbolizaba la del Hijo de Dios, nunca más volvería a aparecer (Review and Herald, 22 de febrero, 1898).


Viernes 25 de julio
Para estudiar y meditar

El Deseado de todas las gentes, pp. 562-573.

Dios entre nosotros



Lección 4
(19 al 26 de Julio de 2008)

El Hijo de Dios entre nosotros

Pr. Santos Corrales

Versículo de memoria: “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida” (1 Juan 1:1).

Idea Central: Jesús tuvo un impacto único en la historia de la humanidad. El no fue apenas un maestro bueno, es el hijo de Dios, que vino para ser nuestro salvador como la única esperanza para la humanidad.

Pregunta de confraternizació n: ¿A que personaje admiras más? ¿Por qué?

Use todo el tiempo:

1. Como Director (10 minutos):
· Escuche a cada miembro de su clase o grupo pequeño.
· Preste atención a la respuesta a la pregunta de confraternizació n.
· Pida que sus alumnos hagan sus pedidos de oración y ponga atención a la oración intercesora.
· Designe quien visitará a los ausentes.

2. Como Maestro (35 minutos):
· Escoja los puntos sobresalientes de la lección.
· Invite o estimule la participación de cada alumno.
· Use las preguntas adecuadas.
· Escriba las preguntas que hará.
· No deje nada librado a la improvisación.

3. Como Líder Misionero (10 minutos): Este es el momento de ver como van sus alumnos en el programa de discipulado.
· Comentar qué hicieron en relación con la testificación durante la semana.
· Planificar las actividades (Estudios bíblicos, parejas misioneras, oración intercesora, operación rescate, visitación, etc.)

INTRODUCCIÓN

La humanidad ha tenido muchos personajes importantes que son admirados por la obra que hicieron o dejaron a la posteridad. Entre ellos podemos citar a Sócrates, Platón, Hitler, Mahoma, Gandhi, Simón Bolívar, San Martín. Teresa de Calcuta, Lady Di, etc.
Sin duda alguna, Jesucristo es el personaje más notable. Algunos niegan su existencia, otros lo aclaman; ya sea por adhesión o por rechazo es motivo de conversación, criticas, agradecimientos, cuestionamientos, pero es el personaje de la historia, tal es así que se divide en antes de Cristo o después de Cristo.

Dentro del mundo religioso se levantan hombres que invitan a la admiración: Adán, Abraham, Moisés, Ruth, José, David, Daniel, La Reina Esther, Sansón, Isaías, Pablo, Juan, Timoteo. Todos ellos aun están lejos de competir con Jesús. ¿Por que? ¿Cuál sería tu opinión?

Aun la pregunta ¿Quien fue Jesús? sigue agitando la mente de los seres humanos. Esta semana hemos explorado a la luz de la Biblia, que es la Palabra de Dios, quien fue realmente Jesús. ¿Estás listo para responder esa pregunta?

Jesús no fue sólo un héroe, un buen hombre, un poderoso hacedor de milagros, el Médico de los médicos, un excelente Maestro y predicador, un profeta, un rabino. Fue más que todo eso. Fue el Hijo de Dios, en forma humana. Salvador del mundo, muerto, pero resucitado al tercer día.

I. ¿QUIEN FUE JESUS?

1. Un carpintero: Aprendió un oficio y lo hizo bien, fue conocido como tal (hijo de carpintero), así se relacionaba con la gente.
2. Un sanador: si anduvo sanando a las personas, los enfermos encontraban restauración de su salud en EL.
3. Un predicador: se deleitaba en presentar a viva voz el reino de los cielos, fue le mas grande predicador que ha existido.
4. Un Maestro: sin duda alguna fue el más grande maestro, el rabino por excelencia, conocía lo que el ser humano necesitaba, sus enseñanzas han marcado hitos en la pedagogía moderna.
5. Un mártir: Un sacrificio que no se puede comparar con otros. Murió acusado por aquellos a quienes quería salvar, los que recibieron sus milagros, su pueblo, su nación, lo martirizaron.
6. Un revolucionario: sus enseñanzas, su acciones, fueron revolucionarias porque contrastaban con lo común o estatus quo de su época, es que el vino a presentar el reino de los cielos en forma sencilla y al alcance de todos.

“Habitó entre nosotros”

Todo lo dicho anteriormente es verdad, pero eso no define exactamente quien fue Jesús. No hay una definición perfecta, sin embargo a la luz de la Biblia, creemos, que la siguiente es la más pertinente. Jesús fue y es el Hijo de Dios. “Y el Verbo se hizo carne y habito entre nosotros” (Juan. 1:14).

Juan da un nombre al Logos (verbo, la palabra): Jesús, el Hijo de Dios. En vez de mantener meramente el orden en el universo, su misión era restaurar el orden, derrotando al enemigo, quien ama la oscuridad.

"En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres", escribe Juan. "La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevale­cieron contra ella" (Juan 1:4,5). Dios se reveló mediante la vida y la muerte de Jesús. ¿Queremos ver lo que hace el pecado? Vean al amante Creador del universo clavado en una cruz romana. ¿Quieren ver qué hace la luz? Vean al amante Creador tocar los ojos del ciego, sanar al leproso y perdonar a la mujer adúltera.

Su muerte es fundamental en el plan de redención. Pare ello se encarnó, habito entre nosotros.

· Es el Cordero que quita el pecado (Juan 1:29; Hebreos 9:28)
· En Él somos considerados justos (Romanos 5:15-21).
· Su muerte nos da vida (Juan 3:16)
· Su resurrección garantiza nuestra resurrección (1 Corintios 15:20, 51-55.

¨ “Cristo dio su vida para hacer posible que el hombre fuese restaurado a la imagen de Dios. Es el poder de su gracia el que une a los hombres en obediencia a la verdad” (La maravillosa gracia de Dios, p. 103).

¨ ¡Qué humildad fue esta! Maravilló a los ángeles. ¡La lengua humana nunca podrá describirla; la imaginación no puede comprenderla! ¡El Verbo eterno consintió en hacerse carne! ¡Dios se hizo hombre! ¡Fue una humildad maravillosa! (Comentario bíblico adventista, tomo 5, p. 1101).

II. JESÚS SE RELACIONÓ CON LOS MÁS DESPRECIDOS

Un hecho que asombra es que Jesús, el hijo d e Dios, se mezcló con los marginados, despreciados de sus días. El no hizo acepción de personas. Todos necesitaban de la gracia salvadora. Los publícanos y pecadores recibieron su atención.

1. Jesús vino a revelar el carácter de su Padre.
a. “El que me ha visto a mi a visto al Padre. ¿Como me dices muéstranos al Padre?” (Juan 14:9).
b. El carácter de Dios es amor, misericordia, salvación. Justicia. Eso mostró Jesús.
c. “Al considerar el inspirado apóstol Juan ‘la altura’, la ‘profundidad’ y la ‘anchura’ del amor del Padre hacia la raza que perecía, se llena de alabanzas y reverencia […] Por la trasgresión, los hijos del hombre se hacen súbditos de Satanás. Por la fe en el sacrificio reconciliador de Cristo, los hijos de Adán pueden ser hechos hijos de Dios” (El camino a Cristo, pp. 13, 14).

2. Jesús conocía al ser humano
a. El sabía lo que había en el corazón de cada persona. Lo que necesitaba en forma especifica.
b. El no miraba apenas lo exterior; miraba el corazón (1 Samuel 16:7), lo que a menudo nosotros no vemos.
c. Así es Jesús. Nosotros vemos lo externo, lo que se ve; pero Jesús mira el corazón, nuestro carácter, nuestras posibilidades de transformació n, nuestras motivaciones más íntimas, que muchas veces ni siquiera nosotros entendemos. Nosotros miramos hacia el pasado, hacia nuestro registro de vida. Dios mira hacia el futuro.
d. “No necesitaba que nadie le dijera nada acerca de los hombres, porque él sabía lo que hay en el hombre” (Juan 2:25).
e. “Los dolientes que iban a él nunca eran despedidos sin alivio. Conocía cada corazón y sabía cómo ministrar a sus necesidades. De sus labios saltan amantes palabras para consolar, animar y bendecir y los grandes principios del reino de los cielos fueron presentados delante de las multitudes en palabras tan simples que todos podían entenderlas” (A fin de conocerle, 29 de mayo).
f. Entre esos bendecidos se encuentran por ejemplo: La mujer samaritana, Nicodemo, el ladrón en la cruz, la mujer pecadora, Zaqueo, Simón el Leproso, etc.

III. DESENMASCARANDO A LOS HIPOCRITAS

1. ¿Qué es la hipocresía? “Es el acto de fingir tener una creencia, virtud y sentimientos que en verdad no se poseen”

2. ¿Y qué es un hipócrita? Aquél que defiende una idea como correcta, exige que los otros la sigan, pero que él mismo no la practica. Un refrán reza “Hagan lo que yo digo, pero no lo que yo hago”.

3. Mateo 23 hace referencia a los hipócritas de todas las épocas. ¡Cuán severo fue Jesús con ese sermón! No parece aquél Jesús manso y suave. Sólo en este capítulo, Él repitió varias veces (“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!”. Cinco veces los llamó “ciegos” o “guías ciegos”. Y fue tan severo como para llamarlos “¡Serpientes, generación de víboras!”. Y les preguntó, bien de frente: “¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?”.

4. Esos hombres nunca fueron llamados por Dios. Nunca fueron escogidos para hacer lo que hacían. Se promovieron ellos mismos a esos puestos de liderazgo eclesiástico por medio del poder y la influencia de amistades. Eso a veces significaba erogar algunas sumas de dinero. ¿Y qué es lo que en realidad buscaban? El poder para dominar sobre el pueblo, y ser considerados importantes ante las multitudes. Buscaban prestigio y honra. Por eso amaban los primeros lugares, querían ser vistos por todos, se vestían con pompa para distinguirse, saludaban en las plazas de manera aduladora, y se exaltaban a sí mismos. ¿Y es muy diferente en nuestros días? ¡Obviamente no!

5. Estos líderes, tan duramente condenados por Jesús, eran descendientes de ancestros que habían matado a los profetas que Dios había enviado. Peor todavía, estaban preparándose para matar a Aquél que envió a los profetas. Por eso, el templo donde ellos debían dirigir a las almas para ser salvas, sería destruido en breve

6. Un llamado lleno de ternura: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que son enviados a ti! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollos bajo sus alas! Y no quisiste” (Mateo 23:37). Jesús estaba hablando. Aquél que había enviado a los profetas en el pasado, y que ellos habían matado, ahora estaba allí con los hijos de los que habían ordenado la muerte de los profetas. Allí estaban los hombres que pronto matarían al que había enviado a los profetas. Por eso Jesús les dice: “Vuestra casa os queda desierta. Porque os digo que no me veréis más, hasta que digáis: ‘¡Bendito es el que viene en el nombre del Señor!” (Versículos 38, 39).

7. Es un llamado a la conversión de los fariseos, de los hipócritas, Dios muestra su amor aun hacia los hipócritas. Todos tienes la oportunidad de la salvación.

8. ¿Y nosotros? Es posible que también las mismas denuncias hechas por Jesús en Mateo 23, nos toquen. ¡Examínate hoy! Aun hay oportunidad. Dios te conoce tu no puedes engañarle a EL.

9. “Pero Dios demuestra su amor hacia nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).

10. “Lo mismo ocurre en nuestros días: muchos caminan en tinieblas a pesar de que la luz brilla en cada página de la Palabra. Estudian las Escrituras pero las interpretan de acuerdo a sus ideas pervertidas. No son honestos; dudan de todo aunque tengan sobradas razones para creer. Se hacen expertos en dudar y en encontrar faltas. La Palabra de Dios es malinterpretada, citada erróneamente y aplicada de tal forma que no tiene poder sobre la vida y el carácter” (Review and Herald, 29 de agosto, 1899).

CONCLUSION

¿Quién es Jesús? En síntesis podríamos decir que;

1. Jesús fue y es el Hijo de Dios. Se relaciono pon la gente sabiendo lo que las personas necesitan. El conoce a cada persona.
2. Jesús nos dice que debemos vivir lo que creemos, no ser hipócritas no fingir.
3. Hay esperanza en Jesús, a pesar de las más duras reprensiones que hizo a los fariseos y a nosotros, hay un mensaje de amor. Con lágrimas nos pide que lo aceptemos, que vivamos como hijos de Dios. ¿Que harás ahora?

Pr. Santos Corrales
Pastor
Iglesia Central de Cochabamba
Unión Boliviana


lunes, 14 de julio de 2008

leccion adultos- nº3 escuela sabatica


Lección 3

Para el 19 de Julio de 2008

Juan el Bautista:
Prepara el camino para Jesús



¯ Sábado 12 de julio
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Mateo 14:1-12; Lucas 1; Colosenses 2:8; Apocalipsis 14:6-12.
PARA MEMORIZAR:
“De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él” (Mateo 11:11).
PENSAMIENTO CLAVE: Juan el Bautista tuvo un llamamiento es­pecial de Dios; nosotros, como iglesia, hemos sido llamados de una manera similar. ¿Qué podemos aprender del ejemplo de Juan?
Los seguidores de la antigua religión mandea veneran a Juan el Bau­tista como el último profeta y el mayor de ellos. Hoy todavía existen creyentes mandeos, mayormente en Irak e Irán. La gran ironía es que, aunque veneran a Juan, creen que Jesús fue un falso profeta, lo cual es difícil de entender ya que todo el propósito del mensaje de Juan era preparar el camino para Jesús.
Desde su base cerca del río Jordán, Juan predicó un mensaje de arrepentimiento, perdón y justicia social, todo con el objeto de prepa­rar a la gente para la venida del Mesías. Grandes multitudes se reunían para escucharlo hablar; y muchos siguieron sus enseñanzas. De hecho, varios de los discípulos de Jesús fueron primero discípulos de Juan el Bautista.
Esta semana descubriremos más acerca de la misión de un hombre a quien Jesús alabó más que a cualquier otro; además, consideraremos los paralelos entre el llamamiento de Juan y el nuestro.
¯ Domingo 13 de julio
UN LLAMAMIENTO ESPECIAL

Juan es un miembro de un pequeño grupo de personas de quienes la Biblia dice que Dios eligió antes de su nacimiento para una misión especial, personas como Samuel, Sansón y aun Jesús mismo. Centena­res de años antes, el profeta Isaías predijo el ministerio de Juan como de alguien que sería una “voz que clama en el desierto” (Isaías 40:3-5; ver también Lucas 3:4-6). El padre de Juan, Zacarías, también predijo que su hijo prepararía el camino para el Señor (Lucas 1:76).

Lee Lucas 1, donde se profetiza la misión y el llamamiento de Juan el Bautista. Toma nota de las cosas que se dice que realizaría Juan. Compara esas profecías con lo que sabemos acerca de Juan el Bautista. ¿De qué manera se cumplieron?
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Después de considerar las realizaciones de Juan, observa su fin triste (Mateo 14:1-12). ¿Cómo es que ese fin concuerda con todas las cosas gloriosas predichas acerca de él?
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El llamamiento y el ministerio de Juan el Bautista lo llevaron por un sendero duro y difícil, que terminó en forma casi tan terrible como la de su primo, Jesús. A pesar de las pruebas, los sufrimientos, y aun­que fue mal comprendido, permaneció fiel, cumpliendo las profecías hechas acerca de su vida. Juan es un ejemplo del sufrimiento que cual­quiera de nosotros podría enfrentar si procuramos permanecer fieles a Dios y al llamamiento que Dios tiene para nosotros.
Según las normas más comunes, la vida de Juan el Bautista, y es­pecíficamente su muerte, no lo llevaron a lo que el mundo llama éxito. ¿Qué nos debería decir esto acerca de la diferencia entre los ideales de Dios y los del mundo? Tus normas para el éxito ¿se parecen más a las de Dios o a las del mundo, y qué indica acerca de ti mismo tu respues­ta a esta pregunta?
¯ Lunes 14 de julio
PREPARANDO AL PREPARADOR

Dios hizo muchas predicciones acerca de la vida de Juan el Bau­tista, diciendo aun antes de su nacimiento lo que él podría realizar en su vida. Esto plantea una pregunta difícil: ¿Fue Juan predestinado para hacer estas cosas sencillamente porque Dios predijo que las haría? En otras palabras, ¿pudo elegir Juan hacer cosas diferentes de las que Dios había predicho? Aunque el tema del preconocimiento de Dios y nuestra libertad para elegir ha desafiado a los teólogos y los filósofos durante siglos (y por eso no podemos responder a esa pregunta ahora mismo), podemos estar seguros de una cosa: Juan necesitaba una pre­paración especial para la obra que había de realizar.

Lee Lucas 1:80. ¿Qué hay en este texto que nos ayuda a com­prender algo de la preparación que necesitaba Juan? ¿Qué principios podemos obtener aquí que nos pueden ayudar a fortalecer nuestra propia vida espiritual?
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Lucas 1:15 dice que Juan sería lleno del Espíritu Santo “aun desde el vientre de su madre”. Y, no obstante, aun con esa promesa especial, necesitaba la clase de preparación que se encuentra en la vida severa del desierto. A menudo, en la Biblia, el desierto es descrito como un lugar para la disciplina y el crecimiento espirituales. Allí fue donde “vino palabra de Dios a Juan” (Lucas 3:2). Ciertamente, Juan llegó a ser un hombre de oración y más tarde enseñó a sus discípulos a orar (Lucas 11:1) y a ayunar (Marcos 2:18). Él conocía la importancia de una conexión espiritual con el Cielo.
El poder espiritual que Juan recibió de Dios le permitió proclamar su mensaje con gran poder. Fue una voz que clamaba en el desierto o, literalmente en griego, “bramando como un buey”.
Como más tarde Jesús sugirió, nadie fue a ver a Juan porque era un tipo débil, “una caña sacudida por el viento” (Mateo 11:7). Por el contrario, fueron a escuchar a un hombre que hablaba la verdad con poder y convicción.

Considera en forma honesta tu propia vida espiritual. ¿Cuán a menudo oras? ¿Con cuánta frecuencia estudias la Palabra? ¿Cuán su­mergido estás en el mundo y las cosas mundanas? ¿Qué cambios necesitas hacer? ¿Necesitarías pasar algún tiempo en algún desierto por allí?

¯ Martes 15 de julio
EL ESPÍRITU DE ELÍAS

El ángel que le apareció a Zacarías aludió a la profecía de Mala­quías y la aplicó directamente a Juan (Lucas 1:17). Jesús mismo lo con­firmó: “Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir” (Mateo 11:14; ver también 17:11-13).
Elías se destaca entre los grandes profetas del Antiguo Testamento. Él llamó al rey Acab y al pueblo de Israel, sumidos en la idolatría y la apostasía, a regresar a Dios y reformar sus caminos. La prueba en el Monte Carmelo, donde estuvo de parte de Dios en contra de los profe­tas paganos, es uno de los momentos decisivos en toda la Biblia.
El “mensaje de Elías” es una frase de profundo significado para los adventistas del séptimo día. Elena de White pone en paralelo las tareas de Elías, de Juan el Bautista y del pueblo de Dios de los tiempos del fin. Ella describe el “mensaje de Elías” sencillamente como “Prepárate para encontrarte con tu Dios”. –“Comentarios de Elena G. de White” (Comentario Bíblico Adventista, tomo 4, p. 1206).

Elías
Juan el Bautista
El pueblo de Dios del fin
Llamado a reformar a Israel y llamarlo a la obediencia a las leyes de Dios. Entregó un mensaje de juicio al rey Acab y dio una oportunidad de arrepentimiento a Israel.
Predicó el arrepentimiento y los principios del Reino de los cielos. Entregó un mensaje de juicio a los líderes religiosos y al pueblo. Preparó al pueblo para la primera venida de Jesús.
Reformadores que predican la justificación por la fe, llaman a la gente a adorar a Dios, a arrepentirse y a obedecer sus mandamientos. El mensaje: “La hora de su juicio ha llegado (Apocalipsis 14:7). Preparan al pueblo para la segunda venida de Cristo.

El apóstol Juan escribió acerca de los tres ángeles que tenían men­sajes especiales para proclamar al mundo (Apocalipsis 14:6-12) al fin del tiempo. Estos mensajes incluyen un llamado a la adoración a Dios (porque su Juicio ha llegado) y a permanecer fieles a Jesús. El evange­lio es central en este mensaje de advertencia. Elena de White escribió: “Varias personas me escribieron, preguntando si el mensaje de la jus­tificación por la fe es el mensaje del tercer ángel, y he contestado: Es realmente el mensaje del tercer ángel”. –Review & Herald, 1º de abril de 1890.

Lee Apocalipsis 14:6 al 12, los mensajes de los tres ángeles. ¿Dónde ves advertencias mezcladas con esperanza? ¿En qué sentido el mensaje de Juan es tanto de advertencia como de esperanza? ¿Cómo podemos usar advertencias para señalar a la gente la esperanza?

¯ Miércoles 16 de julio
CONDUCTA TRANSFORMADA

El mensaje de Juan el Bautista tenía dos partes clave: el arrepen­timiento y la conducta. Ambos estaban claramente conectados. La palabra griega que usó Juan para arrepentimiento (metanoéo) es una palabra compuesta: metá, que significa cambio, y noéo, que significa pensar. De este modo, el arrepentimiento significa cambiar la manera de pensar sobre algo.
Cuando Juan dijo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:2), le estaba diciendo a la gente que el Reino de los cielos venidero requería una visión completamente nueva. En otras palabras, al preparar a la gente para la llegada de Jesús, al preparar el camino para el Señor y al enderezar las sendas para él (versículo 3), Juan estaba desafiando a la gente a cambiar su visión del mundo y su mane­ra de vivir.

Lee Lucas 3:10 al 15. ¿Cuál es la esencia del mensaje de Juan aquí? ¿Qué le está diciendo a la gente? Ver también Santiago 2:14 al 26.
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Un aspecto clave del arrepentimiento es la confesión del pecado (Mateo 3:6). El otro aspecto clave es cambiar de conducta, de acuerdo con los principios del Reino de los cielos (versículo 8). Nada menos que eso podía prepararlos para la venida de Jesús, quien traería un tiempo de refrigerio tal como nunca habían visto.
El bautismo estaba estrechamente asociado con el arrepentimien­to. De hecho, Lucas dice que Juan predicaba “el bautismo del arrepen­timiento” (Lucas 3:3). Ser lavados en el agua simbolizaba el cambio de visión de la vida, un nuevo comienzo y el perdón de los pecados.
Aunque las palabras fuertes de Juan ofendieron a algunas perso­nas, la Biblia indica que venían a escucharlo grandes multitudes. “Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán” (Mateo 3:5) Pero no solo venían y escuchaban; confesaban sus pecados y eran bautizados (versículo 6).

Muy bien, tú crees en Dios, crees en Jesús, crees que él murió por tus pecados y que tienes salvación sólo por medio de su justicia acreditada a ti, únicamente por fe. La pregunta es: ¿Cuán bien estás siguiendo los principios de la justificación como los expresó Juan el Bautista? ¿Cuán bien revela tu vida la fe que profesas tener?

¯ Jueves 17 de julio
UNA LECCIÓN VITAL DE JUAN

Lee Colosenses 2:8. ¿Qué te está indicando, en tu propia cultura y tradición? ¿De qué tienes que tener cuidado?
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La Biblia tiene mucho que decir acerca de la tradición, y poco que sea bueno. En una ocasión, los fariseos y los maestros de la ley le preguntaron a Jesús por qué sus discípulos transgredían la tradición de los ancianos al no lavarse las manos antes de comer (Mateo 15:2). Esta tradición estaba basada en reglas y reglamentos.

Lee Mateo 15:3 y Marcos 7:13. ¿Qué aspectos específicos men­cionó Jesús que llegan al centro de por qué la tradición puede des­truir la fe?
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Una parte esencial de la misión de Juan el Bautista era hablar en contra de la tradición, y señalar a la gente que debía regresar a la Pa­labra revelada de Dios. Elena de White escribió: “¿Qué hizo grande a Juan el Bautista? Negó su atención al cúmulo de las tradiciones pre­sentadas por los maestros de la nación judaica y la dirigió a la sabiduría que viene de lo Alto” (Conflicto y valor, p. 276).
Juan el Bautista no estaba atado por la tradición o por las formas aceptadas del lenguaje. Él hablaba contra el pecado en todas sus for­mas, desde el adulterio hasta la injusticia social. Dondequiera que el mensaje de Dios se da en una forma clara y sin ambigüedades, la gente reacciona de modo diferente. Algunas personas respondieron a Juan el Bautista acusándolo de ser endemoniado (Mateo 11:18). Por supuesto, exactamente lo mismo pasó con Jesús (Juan 7:20).

La tradición ¿es siempre mala? ¿Por qué sí o por qué no? ¿Cómo podemos, en cualquier cultura en que estemos, retener aspectos de esa cultura mientras seguimos siendo fieles al Señor?

¯ Viernes 18 de julio
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee, en El Deseado de todas las gen­tes, el capítulo “La voz que clamaba en el desierto”, pp. 72-83.
“Dios había indicado a Juan el Bautista que morase en el desierto, a fin de mantenerlo escudado contra la influencia de los sacerdotes y los rabinos, y prepararlo para una misión especial. Pero la austeridad y el aislamiento de su vida no era un ejemplo para la gente. Juan mismo no había indicado a sus oyentes que abandonasen sus deberes anterio­res. Los instaba a dar evidencia de su arrepentimiento siendo fieles a Dios en el lugar donde los había llamado” (El Deseado de todas las gentes, pp. 124, 125).
“En este tiempo, justamente antes de la segunda venida de Cristo en las nubes de los cielos, se ha de hacer una obra como la de Juan el Bautista. Dios llama a hombres que preparen un pueblo para que subsista en el gran día del Señor. El mensaje que precedió al ministerio público de Cristo fue: Arrepentíos, publicanos y pecadores; arrepen­tíos, fariseos y saduceos; ‘arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado’. En nuestro carácter de pueblo que cree en la inminente ve­nida de Cristo, tenemos un mensaje que dar: ‘Aparéjate para venir al encuentro de tu Dios’ [Amós 4:12]” (Obreros evangélicos, p. 56).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

1. ¿Qué peligros existen en seguir la tradición? ¿Hay alguna ma­nera en que la tradición puede ayudar a tu vida espiritual? Si es así, ¿de qué modo? Como clase, conversen acerca de las tradiciones en la propia cultura de ustedes. ¿Cuáles son útiles para la fe y cuáles son contrarias a ella? ¿Cómo pueden conocer la diferencia, y cómo pueden ayudar a otros que tengan dificultades para apartarse de las tradiciones que son perjudiciales en su caminar espiritual?
2. ¿Cuál fue tu propia experiencia en el “desierto”, si tuviste al­guna? ¿Qué aprendiste que podría ser una bendición para otros que pudieran pasar por algo similar?
3. Repasa el paralelismo entre la misión de Juan y la nuestra, co­mo iglesia. ¿Cuán bien la estamos realizando? ¿Qué podríamos hacer mejor? ¿De qué modo podríamos, como personas y como iglesia local, ayudar a cumplir esta elevada vocación?

Resumen: Juan el Bautista tenía la elevada vocación de preparar el camino para Jesús. De muchas maneras, su misión es similar a la que Dios ha dado a su pueblo del fin del tiempo: predicar el mensaje de Elías a fin de preparar un pueblo para encontrarse con Dios.

libro complementario escuela sabatica leccion 3



Capítulo 3

Juan el Bautista:
Un poco de subversión


H
ace unos pocos años, el sitio web oficial de las motocicletas Harley-Davidson tenía una figura de un joven barbudo con jeans y una campera de cuero, manejando alegremente una Harley. La leyenda debajo de la figura decía:
"Imagínate que el tiempo te toma una foto: una foto que re­presenta toda tu vida aquí sobre la tierra. Tienes que preguntarte cómo quisieras que se te recordara. ¿Como un descolorido exper­to en computación, adherido a un sillón de oficina? ¿O como un aventurero vestido de cuero, que vivió la vida plenamente sobre una Harley-Davidson? Tú puedes decidir cuál quieres, pero piensa rápi­damente. El tiempo está encuadrando esa foto, y tiene el dedo listo para disparar la cámara"
¿Ha pensado alguna vez que los cristianos son aventureros? ¿Cómo nos recordará el impaciente dedo en el disparador? ¿Como un cristiano incoloro atado a un ritual y a una actitud de "siempre lo hemos hecho así"? ¿O como aventureros cristianos que vivieron la vida en plenitud, no sobre una motocicleta sino siguiendo adonde le lleva un Dios aventurero? El tiempo está encuadrando esa foto ahora mismo.
Juan, el aventurero
En un sentido, Juan el Bautista era más parecido a un motoci­clista exuberante sobre una Harley que alguien aferrado a un si­llón de escritorio. Soportó el ridículo, la persecución, la depresión y el martirio. Pero Juan estaba en una aventura sin descanso para Dios, y Jesús lo alabó como el mayor hombre que haya vivido (Mateo 11:11).
Desde el principio, Juan estaba destinado a ser diferente. Su vida resultó de un embarazo milagroso, y sus padres lo dedicaron a Dios para una tarea específica. Anciana y sin hijos, su madre gritó de ale­gría cuando supo que estaba embarazada. Adecuadamente, el nom­bre Juan –Joannes en griego– significa "Jehová es un dador lleno de gracia", o "Yahweh tiene misericordia" .
Había una ferviente expectativa de que el hijo de Elizabet y Zacarías realizaría cosas maravillosas. El ángel que le apareció a Zacarías le informó que su hijo le daría "gozo y alegría" y que "mu­chos se regocijarán de su nacimiento" (Lucas 1:14).
Cuando el ángel le dijo a un Zacarías asombrado que tendría un hijo, Zacarías no podía creerlo. Como respuesta, el ángel lo dejó mudo. Eso siempre me pareció un poco severo. Dadas las circuns­tancias, ¿quién no encontraría el anuncio difícil de creer? Pero no se nos dice por qué quedó en silencio. ¿Será que tal vez Dios pensó que era un momento tan importante que cualquier palabra de des­acuerdo, cualquier sentimiento negativo, arruinaría la sagrada oca­sión? No lo sabemos.
Después que volvió a hablar, Zacarías fue lleno del Espíritu Santo y profetizó. No es extraño que Lucas registre que "se llenaron de temor todos sus vecinos", y "en todas las montañas de Judea se divulgaron todas estas cosas" (Lúe. 1:65). No es extraño que todos se preguntaran: "¿Quién, pues, será este niño?" (versículo 66).
Pocas personas en la Biblia comenzaron con un llamamiento tan espectacular o con tan altas expectativas. Tal vez el paralelo más cer­cano fue Jesús, primo de Juan, cuyo nacimiento también fue acom­pañado por ángeles y visiones.
Preparar el camino
Siglos antes, Isaías había profetizado acerca de una "voz que cla­ma en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios" (Isaías 40:3).
Mateo, Lucas y Juan, todos aplican estas palabras a Juan el Bautista. "Preparad el camino" sugiere la eliminación de las obs­trucciones de un camino. La imagen se hace eco de la costumbre de enviar anticipadamente obreros para preparar el camino para un rey que venía de visita. Isaías describe que había que levantar valles, bajar cerros, y nivelar el terreno áspero: o sea, construir una "carrete­ra" por la cual el rey pudiera viajar con seguridad y comodidad (Isaías 40:4).
Hoy, cuando viajan los dignatarios, vemos un proceso similar. El presidente de un gran país, por ejemplo, envía por anticipado personal para controlar la seguridad y asegurarse que todos los pro­tocolos y los arreglos estén en su lugar antes de su visita. Y cuando él llega, automóviles con luces intermitentes, patrulleros y guardias de seguridad abren el paso para el presidente.
El llamamiento de Juan fue el llamado más elevado para pre­parar a un pueblo para la venida del Rey de reyes. Pero como los profetas antes que él, no fue llamado para tener una vida fácil. Una vez, cuando Jesús estaba enseñando a las multitudes, les preguntó «cerca de Juan el Bautista: "¿Qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que tienen vestidura preciosa y viven en deleites, en los palacios de los reyes están" (Lucas 7:25). Cuando Juan salió a predicar y a bautizar en el río Jordán, no le ofrecieron reserva de habitación en el Hotel Ritz Carlton Río Jordán. Vestía ropa áspera de pelo de camello y subsistía de langos­tas y miel silvestre.
Los maestros de la Ley en el tiempo de Jesús enseñaban que Elías volvería y restauraría "todas las cosas" antes que apareciera el Mesías (Marcos 9:11-13). Del mismo modo, el profeta Malaquías predijo que Elías regresaría antes del "día de Jehová" (Malaquías 4:5,6).
Juan el Bautista fue el Elías de sus días. Como Elías, Juan pre­dicó un mensaje de juicio y arrepentimiento. Como Elías y otros profetas del Antiguo Testamento, Juan no predicó un mensaje sua­ve para consolar a sus oyentes. No felicitó a la gente por su bondad; más bien, los reprendió por su maldad.
Juan le dijo a la gente cómo debían cambiar sus vidas (Lucas 3:10-14), y su preocupación era como un eco de los profetas que lo antecedieron. Debían compartir alimento y vestido con los que tenían necesidad (versículo 11); los recolectores de impuestos no debían estafar a sus clientes (versículo 13); los soldados no debían extorsionar por dinero o acusar falsamente a la gente (versículo 14).
Como Jesús, Juan reservó sus palabras más severas a los líderes religiosos. Llamó a los fariseos y saduceos "¡Generación de víboras!" (Mateo 3:7). Ciertamente, no era un lenguaje para ganar amigos u obtener beneficios. Les dijo a los dirigentes que su orgullosa jactan­cia de ser hijos de Abrahán no significaba nada. En vez de aferrarse a la tradición, necesitaban producir "frutos dignos de arrepenti­miento" (Mateo 3:8), porque cualquier árbol que no producía buenos frutos sería cortado y quemado (versículo 10).
La gente se reunía para escucharlo; su mensaje los deleitaba. Pero su voz profética lo condujo a su muerte. Sin temor de levantar­se aun contra los gobernantes políticos, le dijo al dirigente que jun­tarse con su cuñada Herodías (Mateo 14:4) era un pecado. Heredes estaba tan enojado que quería linchar a Juan allí mismo, pero temía al pueblo, porque ellos amaban a Juan.
Herodías odiaba a Juan. Le puso trampas y deseaba hacerlo matar (ver Marcos 6:19). Finalmente consiguió lo que quería cuando persuadió a su hija bailarina que le pidiera a un Heredes ebrio y libertino la cabeza de Juan (Mateo 14:6-11).
¡Qué contraste! ¡La vida basada en principios y muy disciplina­da del profeta, frente a la suprema falta de dominio propio del rey! Uno vivía en la pobreza, el otro, en la riqueza; uno era un millonario espiritual; el otro, estaba en bancarrota espiritual.
La misión subversiva
Hace unos pocos años, el Washington Post publicó un artículo que señalaba que durante un tiempo se decía que la Iglesia Adventista del Séptimo Día era "considerada un poco subversiva".[1] Me detuve y volví a leer esa línea. ¿Nosotros? ¿Subversivos? Busqué en el dic­cionario para estar seguro de que no había entendido mal esa frase. Este definía subversivo como "que socava la forma establecida de hacer las cosas". No es una palabra mala para describir un movi­miento con un mensaje profético como el de Elías y el de Juan el Bautista.
El artículo seguía diciendo que la presencia de las oficinas cen­trales de los Adventistas en Takoma Park, Maryland, "contribuía a la reputación de la ciudad como progresiva". Esto también me per­mitió sentirme un poco mejor. El artículo se refería al hecho de que la Iglesia Adventista se destacaba por promover el vegetarianismo, y que nos oponíamos al fumar y al beber alcohol. Allí era donde nos consideraban "un poco subversivos" .
¿Somos realmente subversivos? Hoy, por lo menos en el occiden­te, a menudo somos tan subversivos como soldados en un desfile. Somos ciudadanos sólidos. Tendemos a estar en la clase media, po­líticamente conservadores, educados en escuelas privadas, vivimos en los suburbios, somos buenos vecinos. Somos respetuosos de la ley, sinceros, apreciamos nuestras familias, nos interesamos en otros, somos rectos, y mantenemos bien arreglados nuestros jardines.
Pero históricamente, es cierto, hemos sido subversivos. A me­nudo socavamos la forma establecida y aceptada de hacer las co­sas. Nuestros pioneros no sólo eran reformadores de la salud; eran contrarios a la guerra. Las publicaciones adventistas fueron prohi­bidas en los estados donde había esclavos durante la Guerra Civil Norteamericana por causa de su actitud en contra de la esclavitud. En un artículo del Diccionario biográfico de Nueva Zelanda acerca de Florence Keller, una misionera adventista enviada a Nueva Zelanda en las primeras décadas de 1900, dice: "Los adventistas eran pro­gresivos en sus actitudes hacia las mujeres". [2] Saque los libros de historia adventista, y verá la variedad de temas en los cuales subver­timos el statu quo. Hasta subvertimos la ropa de las damas. Elena G. de White era una diseñadora del vestido reformado, contrario a la moda, una alternativa mucho más práctica y saludable, ya que la moda de esa época apretaba demasiado el cuerpo de las mujeres.
Pero ¿estamos comenzando a perder nuestra distinción, nuestra peculiaridad? Ya no somos tan diferentes. Es políticamente correc­to no fumar, la comida vegetariana está de moda en muchos lugares, estudiantes no adventistas asisten en cantidad a nuestros respetados colegios y universidades adventistas alrededor del mundo, y rehusar beber bebidas alcohólicas en fiestas no inmuta a nadie.
Como adventistas, también hemos enseñado una teología ra­dical: incluyendo el sábado del séptimo día y un infierno sin fuego permanente. Estas eran doctrinas subversivas. Yo recuerdo como niño escuchar a un evangelista adventista entusiasta contar "his­torias de guerra" de cuando debatía con dirigentes religiosos en las ciudades de Australia y Nueva Zelanda. Yo estaba asombrado mientras él recorría la plataforma como un campeón mientras des­cribía los debates como si hubieran sido rounds de boxeo.
Pero hoy hasta algunas de nuestras creencias están entrando de afuera. No hace mucho tiempo, Christianity Today, la principal pu­blicación evangélica, publicó un artículo que indicaba que un nú­mero creciente de teólogos evangélicos ya no cree en el infierno eterno. Y ahora una cantidad de libros promueven la observancia del sábado. Son publicaciones seculares que han inundado las libre­rías con libros tales como Sabbath: Restoring the Sacred Rhythm of Rest {El sábado: restauración del ritmo sagrado de descanso] y A Day of Rest Creating a Spiritual Space in Your Week [Un día de descanso crea un espacio espiritual en su semana}. ¿Qué está sucediendo?
También puedo recordar estar sentado como atornillado a mi silla, como niño, mientras escuchaba a misioneros "reales, vivos" de "las islas" que contaban relatos de milagros e historias de avanzada. Al elegir ser misioneros, abandonaron los valores de su sociedad materialista. Dejaron atrás las comodidades, la seguridad y lo pre-decible que era su "patria" porque estaban ardiendo con la misión de transformar vidas para Jesús.
Ahora, las historias de las misiones no son muy populares. Es una vergüenza, porque nuestro desafío misionero es grande. Considere la enorme población en la Ventana 10/40 –que se extiende des­de el noroeste de África pasando por el Medio Oriente y hasta el Asia– que nunca han oído siquiera el nombre de Jesús. Considere el número creciente de incrédulos en el Occidente secular y posmo­derno. Tal vez sentimos la presión de una sociedad que mira con el ceño fruncido la conversión de las personas; una sociedad que pre­dica un evangelio posmoderno de aceptación de todas las creencias. Tal vez hemos perdido de vista el poder vital y transformador de Jesús. Hemos olvidado cómo la historia del evangelio, en su raíz, es totalmente subversiva: trastornando prejuicios, haciendo fuertes a los débiles, cambiando vidas.
En vez de ser muy subversivos en el Occidente, generalmente vivimos cómodamente. Hemos limado las aristas, muchas de nues­tras peculiaridades han llegado a ser aceptadas por la mayoría. Una vez éramos líderes en las campañas anti tabaco, pero parece que hemos perdido la guerra contra el alcohol. Hace años los ejecutivos de las bebidas alcohólicas vieron lo que estaba ocurriendo con la in­dustria del tabaco y consiguieron la ayuda de los publicistas y de los estudiosos del mercado. Comenzaron a promover el uso "respon­sable" y moderado de las bebidas alcohólicas (equivalente a "fumar saludablemente" y a "lanzamientos terapéuticos desde un avión, sin paracaídas"). Apareciendo como los hombres buenos, secuestraron el debate y acallaron nuestra voz.
Y la mayoría de los libros nuevos sobre el sábado, que no fue­ron escritos por adventistas, promueve los beneficios espirituales de guardar un día de reposo, pero no el sábado del séptimo día. [3] ¿Qué otras oportunidades hemos dejado pasar?
Como adventistas, no hemos perdido completamente nuestro impulso subversivo, pero ¿nos hemos convertido en demasiado prudentes? ¿Apreciamos tanto nuestra respetabilidad? ¿Hemos perdido nuestra energía, nuestro entusiasmo, nuestra visión? ¿Hemos dejado de subvertir la conformación de este mundo (Romanos 12:2)? Dado lo que hemos conocido durante más de ciento cincuenta años, ¿por qué no hemos escrito más libros "construc­tores de puentes" acerca del sábado y otros temas? ¿Por qué no hemos confrontado a los fabricantes de cerveza con sus mitos? ¿Por qué no somos conocidos como amigos de los pobres? ¿De qué manera no nos ven como cristianos progresivos, subversivos y que están al frente?
El mensaje cristiano es, en última instancia, subversivo: "Este mundo no es mi hogar". Y el mensaje adventista es el mensaje de Elías. Es el mensaje de Juan el Bautista. Pero mientras estemos aquí, extranjeros en una tierra extraña, Jesús nos instruyó a ser "prudentes como serpientes, y sencillos como palomas" (Mateo 10:16). Una verdadera subversión cristiana es prudente y amante. Una voz profética auténtica es tanto crítica como compasiva.
Aunque Juan el Bautista no contrató ninguna firma de relacio­nes públicas para dar a su mensaje un giro positivo, no hay virtud alguna en levantar enemistad. Algunas veces, la agresión adventista nos ha hecho perder amigos. A veces, también, la presunción doc­trinal ha alienado a nuestros vecinos. El amor debe motivar todo lo que hagamos. La iglesia cristiana primitiva era muy subversiva, sin embargo gozaba del "favor con todo el pueblo" (Hechos 2:44-47). Por lo menos, durante un tiempo.
No es demasiado tarde para llegar a ser otra vez "un poco sub­versivos". Y podemos seguir teniendo jardines bien cuidados.
Afrontar la vida honradamente
Los profetas son humanos. Elías y Juan el Bautista, ambos po­derosos hombres de Dios, a veces tuvieron dudas y cuestionaron su misión. Elías gozó de una experiencia literal en la cumbre del mon­te cuando enfrentó a los profetas de Baal en el Monte Carmelo. Se gozó durante cada minuto de ello, burlándose sin misericordia de los profetas paganos cuando sus dioses mostraban que eran impo­tentes (1 Reyes 18:16-45).
Pero después que descendió del monte, descendió al valle: estaba cansado, hambriento, solitario, desanimado. Se acostó bajo un ene­bro y le pidió a Dios que lo dejara morir (1 Reyes 19:4).
Y también Juan, pasó por un momento de dudas. Solo en la prisión, Juan permitió que las preocupaciones y las dudas atacaran su mente. Juan, que no había conocido otra cosa sino la libertad del espacio abierto, de vivir en el desierto, ahora estaba confinado y en­cadenado. Este tratamiento ha enloquecido a personas más débiles V pequeñas. Así que Juan envió a sus discípulos a Jesús, procurando obtener la seguridad de que Jesús era realmente el Mesías.
Sospecho que era como viajar en auto al trabajo con la preocu­pación de que tal vez no apagó el fuego de la cocina. Usted está se­guro de haberlo hecho, pero no está dispuesto a jugarse la vida por ello. Y por lo tanto, se da vuelta y vuelve a casa para asegurarse. Juan estaba seguro de que Jesús era el Mesías, pero envió a sus discípulos, para asegurarse.
Juan no estaba en una condición frágil. Lo último que él necesi­taba era una conferencia acerca de su falta de fe. Jesús le respondió en forma amante y suave:
"Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio". (Mateo 11:4, 5).
Estas palabras fueron un bálsamo sanador para Juan. Estaba su­cediendo. Esa era la razón por la que había vivido, predicado y ora­do. En su húmeda celda la convicción lo atrapó. Todo había valido la pena.
James Appel, un joven médico misionero y administrador del Hópital de Béré en Chad, conoce el desánimo. Chad es uno de los países más pobres del mundo, y el Dr. Appel y su esposa Sarah, afrontan batallas diarias para encontrar los recursos necesarios para mantener este hospital adventista abierto. Escribe:
"Decir que siempre las cosas son color de rosa, excitantes y sa­tisfactorias aquí sería mentir [...] Vivimos en un mundo que está lleno de dudas, de temores, de rechazo, chascos y desilusiones. Esa es la vida en este mundo [...] no importa dónde estemos. Pero eso no significa que Dios no nos llena cada día con visiones y recorda­tivos de cómo se supone que deben ser las cosas. No significa que no estoy satisfecho totalmente. No significa que no tengo paz. Por lo contrario, puedo decir que no pasa ningún día en el que no agradezco humildemente a Dios por traerme aquí". [4]
Luego añade: "Cuando estás en lo más profundo de la frustra­ción y la desesperanza, sin saber por dónde comenzar, o cuando es­tás en las alturas salvando vidas dramáticamente, tocando a alguno, sintiendo la presencia de Dios de una manera vibrante, en cualquie­ra y en todos estos puntos tú estás viviendo, realmente viviendo".
Aun la Madre Teresa, admirada por su labor abnegada entre los pobres de Calcuta, tuvo una noche oscura del alma, que la revista Time, en un artículo de primera página, sugiere que puede haber durado cincuenta años. En una ocasión ella escribió una oración: "Llamo, me aferró, quiero, pero Nadie me responde, de Nadie me puedo aferrar, no, Ninguno. Sola... ¿Dónde está mi fe? Aun en lo más profundo no hay nada, sólo vacío y oscuridad. Mi Dios, cuan doloroso es este dolor desconocido. No tengo fe, no me atrevo a pronunciar las palabras y pensamientos que atestan mi corazón, y me hacen sufrir agonía indecible". [5]
Juan el Bautista puede haber sido el mayor hombre que nació de una mujer. Puede haber sido un poderoso profeta y amigo. Puede haber sido un tremendo evangelista. Pero él era todavía humano y sujeto a las fluctuaciones de su genio y de la química de su cerebro como cualquier otra persona.
Demasiado a menudo nuestras historias de las misiones mues­tran sólo finales felices. Alabamos a Dios por las historias que ter­minan bien, pero no ignoremos las realidades: los pioneros de la Misión Global a veces son apaleados; los misioneros son asesina­dos; los presupuestos de las misiones son estirados más allá de sus límites; a veces un celo mal dirigido estorba la labor del evangelio.
Como Juan el Bautista, necesitamos afrontar la vida honrada­mente. Es apropiado que los amigos de Dios hagan preguntas difí­ciles, aun acerca de Jesús.